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España España · Sevilla
Voto de Talibán:
7
Drama. Romance Años 40. A consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, Casablanca era una ciudad a la que llegaban huyendo del nazismo gente de todas partes: llegar era fácil, pero salir era casi imposible, especialmente si el nombre del fugitivo figuraba en las listas de la Gestapo, que presionaba a la autoridades francesas al mando del corrupto inspector Renault. En este caso, el objetivo de la policía secreta alemana es el líder checo y héroe de la ... [+]
8 de octubre de 2009
64 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
En primer lugar, Casablanca es una película Warner:

- Funcionalidad de la dirección artística. Los “sets” tienden a ser pocos y muy aprovechados. No hay planos generales en los interiores para introducir o presentar la estancia en la que se va a desarrollar la escena, eso la “quemaría” para lo que queda de película. Los decorados, los vestuarios, carecen de relevancia, la atmósfera de la película la da la fotografía en blanco y negro. Casablanca es un film de ambiente exótico, inspirado en “Argel”, pero por su dirección artística bien podía desarrollarse en un “after hours” de Los Angeles.

- Una dirección que prima el movimiento sobre el espacio. La intensidad sobre la sutileza. Los directores de la Warner no se andaban por las ramas. Curtiz es claramente un director Warner: rueda como si sólo existiera lo que se ve en plano. La valoración y ajuste del fuera de campo, sorprendentemente pequeño en una película con tantos personajes con diálogo, se lo deja al montador. Von Sternberg, un director claramente Paramount, nunca podría haber filmado esta Casablanca para la Warner.

En segundo lugar, Casablanca es una película Warner pero con una estrella Selznick. Esto introduce un elemento un tanto perturbador. Para el papel de Ilsa la Warner obtuvo la cesión de Ingrid Bergman, actriz que David O. Selznick iba prestando a las “majors” a cambio de participaciones en beneficios. En la Metro o en la Paramount las películas estaban subordinadas por completo a la estrella (guión, vestuario, decorados, coprotagonistas etc.), en la Warner no. Ingrid Bergman lleva toda su impedimenta de superestrella al rodaje de Casablanca. Es por eso por lo que desde que aparece el personaje de Ilsa la película se desequilibra y se convierte en una especie de batalla de estilos de producción, ya que “Casablanca” no estuvo nunca concebida para soportar ese andamiaje tan propio del star system. Las escenas entre Bogart y Bergman resultan extrañas. Bergman es demasiado grande, demasiado buena actriz, demasiado hermosa. Y sobre todo, impone su estilo con demasiada naturalidad y eso acaba de afectar al ritmo de la película, decisivo en las obras de esta productora. No hay manera de filmarla como una actriz Warner, no es dinámica (Olivia de Havilland, Bette Davis etc.) sino estática. En parte, por culpa de este desajuste, Casablanca se mantiene hoy atractiva.

En tercer lugar, Casablanca es una película con un productor que sabe dirigir a sus guionistas. Hal B. Wallis entendió perfectamente de qué iba el material que manejaba: no trataba del desamor, ni de la toma de conciencia, ni de la redención, ni de la supervivencia; el tema principal de Casablanca es el exilio. De ahí proviene su acidez, su aire de comedia cínica, y también su sentimentalismo de ocasión. Como aficionado al cine no es difícil compartir esa amargura viendo, por ejemplo, al gran actor judío Marcel Dalio (“La Regla del Juego”) ganándose la vida como crupier de apenas quince líneas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Talibán
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