La película de Kevin Smith produce un extraño estado emocional. Cuando empiezas a verla con su presupuesto de cuatro duros, su introducción hiper frikie y su escenografía lamentable hasta gritar basta y ese Ben Affleck aún semidesconocido, uno se empieza a preguntar que diablos hace viendo semejante cutrez... entonces empiezan esos divertidos y legendarios diálogos (citando por supuesto a la sagrada trilogía y el barrio del hermano Vader) y la cosa se anima, pero cuando aparece ELLA todo se convierte en un tema personal y ya no estás viendo una película, si no contemplando tu propia historia, y ahí, amigo mío, ya estás perdido.

Es imposible no sentirse identificado con la historia, y con eso es con lo que Smith juega. Quizás no sea nada nuevo ni original, pero su mayor mérito es contarlo de tal forma que el espectador se sienta totalmente identificado con la maravillosa a la par que desastrosa historia de la pareja protagonista, sus miedos, sensaciones, inseguridades... que llevan siempre a un amor imposible no porque no pueda ser si no por la propia culpa de sus protagonistas y lo inevitable de las dudas que así mismos se plantean, y sea eso lo que más conmueva al espectador, la imposibilidad y la impotencia de querer y no poder.

Yo podía y quise, tu no se si no quisiste o no pudiste, por eso dedico esta crítica a todas las Amys, a la mía y a todas las que corrieron, corren y correrán por ahi siempre.

"Yo sé lo que te pasa, estás persiguiendo a Amy"