Lo primero que hay que hacer antes de analizar, incluso de ver, esta película es situarse en lo que fué aquel extraordinario e irrepetible movimiento cinematográfico denominado neorrealismo italiano. El neorrealismo parecía renovar los poderes de una ficción desgastada en el clisé del cine industrial. Optaba por actores amateurs, los escenarios naturales (generalmente derruidos por la guerra), la cotidianidad de sus tramas, el acento puesto por la dimensión social de sus temas y la intérpelación ética o sentimental al espectador.
El neorrealismo se tranformó en la corriente vanguardista mas halagada mundial e historicamente.
Y si hablamos de neorrealismo no podemos no hablar de Ladrón de bicicletas, ya que es esta la película simbolo de este movimiento (aunque De Sica diga que el neorrealismo no es un movimiento sino un sentimiento). En esté film, del que tanto se habla y tan poco se lo ve, se enmarca todo lo hablado anteriormente, el intento desenfrenado por recuperar la bicicleta y las peleas internas por mantener la dignidad en una sociedad indigna.
Y, por último, la otra genialidad del neorealismo: el trabajo con actores amateurs, por ejemplo en este caso: la dupla Lamberto Maggiorani - Enzo Staiola, capaces de emocionarnos hasta las lagrimas, pero de quienes de su vida no conocemos más que la hora y media que dura la película.