Drive no es la película perfecta en lo que se refiere a originalidad y argumento, pero posee magia, tiene algo que la convierte en carismática, está tocada por el dios del cine.
Es ese tipo de obras que ganan enteros con el segundo visionado, descubriendo detalles que la primera vez pasaron desapercibidos. Lo que no pasa desapercibido es su acertada banda sonora, sus lacónicos diálogos, el acierto de la elección de actores y los maravillosos planos con los que nos regala la vista Nicolas Winding Refn.
Su mezcla perfecta entre acción y reacción, con unas escenas bien medidas que escapan a los clichés hollywoodienses como de la peste para acercarse al cine independiente.
Se trata de este tipo de películas en las que parece que la casualidad esta de su lado, en un principio Hugh Jackman era el pretendido para hacer el papel de protagonista, pero sin duda Ryan Gosling era el hombre. No hubiera sido lo mismo sin él, es un actorazo y si no os lo creéis los que le juzgáis por El Diario de Noah, echar un vistazo a Blue Valentine.
Un argumento más imprevisible como el de Pulp Fiction, haría de esta película una obra maestra, modernista y un tanto hueca y trillada, pero una obra maestra al fin y al cabo.
La enésima revisión del clásico Le samourai de Melville, obra cumbre de la cinematografía, con Collateral, con persecuciones al estilo Bullit, secas y realistas que tiene como fondo una historia más que de amor, de búsqueda de afecto, una desesperada lucha por hacer desaparecer al escorpión que yace en lo más oscuro de su corazón.