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Voto de Chris Jiménez:
2
Thriller. Drama Tras un asedio apocalíptico, 'Zeros and Ones' cuenta la historia de cuando el soldado americano JJ se abre camino en un mundo turbio y encerrado de miedo, paranoia y esperanza a la sombra del Vaticano. Una guerra entre la historia y el futuro que tiene lugar hasta el amanecer.
16 de mayo de 2023
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Cuando de repente la civilización colapsa, cuando los cielos están restringidos, las calles desiertas, cuando los alimentos escasean y la presencia humana brilla por su ausencia, cuando dependemos sólo de la tecnología para comunicarnos en mitad del apocalipsis, ¿qué somos?
Meros ceros y unos, sólo eso.

Lo hemos sufrido, y lo seguimos sufriendo, en nuestras propias carnes, y en esta ocasión fue Abel Ferrara quien se decidió a demostrarlo. En la ciudad de Roma a la que se mudó dos décadas atrás, justo después del atentado del 11-S, donde vive con su mujer Cristina y su hija Anna, deja de ser el conocido director de siempre para convertirse en otra víctima más de la pandemia del coronavirus, igual que yo mismo, igual que usted, si está leyendo esta reseña; tras un tiempo de ese aislamiento forzado que a todos nos cambió la vida se produce un receso y puede empezar a filmar algo en fechas de Noviembre, según él antes de las vacunas.
Consigue el apoyo de un pequeño equipo y es su estado anímico el que da origen a una historia cuyo núcleo se constituye de la paranoia social actual, del miedo global de ese momento y en ese lugar; y su estilo, que ha sufrido un gran cambio (no se sabe si en perjuicio o en beneficio) desde su asentamiento en Europa, hace el resto. Utiliza métodos de rodaje sencillos y modernos, se deja llevar por los impulsos y no por los razonamientos, esto es más que perceptible en su penúltima "Zeros and Ones"; que no les engañe esa portada que quiere vendernos una película de acción "B" a lo Steven Seagal, nada más lejos de la realidad.

La marca de atípica aparece desde ese extraño inicio donde Ethan Hawke, protagonista del film, habla sobre el propio film; añadido que en realidad fue un video promocional lanzado para captar inversores, ni más ni menos. La historia empieza en las calles de una Roma nocturna y desoladora; el neoyorkino agarra la cámara, tambaleante, y ejerce el relevo de los neorrealistas que desde ese mismo lugar se dedicaron a radiografiar un mundo. Si la de Rossellini o De Sica era la realidad tras la 2.ª Guerra Mundial, la de Ferrara es la realidad de la pandemia de 2.020. Hawke encarna a un militar, y en su llegada al lugar atraviesa diferentes avenidas, suburbios, plazas, sitios turísticos y auténticas catacumbas.
¿Qué da pie a la trama? Nada. Eso es lo que sostiene a "Zeros and Ones", los mismos ceros y unos, la insignificancia de unos y otros que simbolizan esos seres humanos deambulantes, esos grupos de militares, mercenarios, comunistas, fascistas, vagabundos o revolucionarios dispersos por todas partes, controlando el submundo con su tecnología, su información clasificada y sus órdenes ininteligibles. La acción lo es. Todos se persiguen entre sí, se matan y se espían; es una guerra, entre mascarillas y gel desinfectante, la parafernalia de un nuevo género, el de pandemia, contra un enemigo desconocido.

El director remite al entorno paranoico y hostil de "New Rose Hotel", y el espíritu de Gibson planea sobre los diferentes implicados en este viaje de descubrimiento de J.J. donde también toma importancia el paradero de un gemelo apresado. Se mueve nervioso y la crudeza visual raspa las retinas, en un formato "dogma" cerca y a la vez distinto de lo que pretendía Lynch en "Inland Empire", aunque imite incluso su gusto por los sonidos atmosféricos siniestros; posmodernismo estético influenciado por la vanguardia europea al servicio de la pura vacuidad argumental. "Hay puntos, no es necesario que los juntes, sólo experiméntalos", dijo aquél en algunas entrevistas.
Pero el experimento, que aunque en la vena arriesgada de la anterior "Siberia", carece totalmente de su estilo y elegancia, se viene abajo cuando lo inverosímil y lo confuso predominan tanto visual como narrativa y temáticamente, ofreciendo algunas conexiones que no pasan de interesantes como la relación que se establece entre personaje de Hawke y Jesucristo, quien considera fue otro tipo de soldado en otro tipo de guerra. La guerra entre diversas facciones por obtener información sobre objetivos humanos o arquitectónicos prosigue sin orden ni concierto, con ataques violentos, con extraños hostigamientos.

Y mientras los asiáticos limpian los billetes de gérmenes y los seres de clase media-alta disfrutan de agradables cenas (no se trata de una visión del futuro, sino del presente, el nuestro, tal y como es), los principales monumentos caen ante ataques terroristas, para dinamitar el pasado que puede haber sido la causa de la situación actual, o tal vez es la reivindicación de Ferrara contra la religión ahora que es un budista confeso. Y pese a todo lo sucedido en este perturbador escenario nocturno, al amanecer el Mundo vuelve a su cauce. Una decisión indulgente.
¿La intención? Quizás lanzar un mensaje de esperanza, la de que, pese a que el caos prevalezca en nuestra sociedad y se adueñe de una parte de él desde las sombras, siempre se podrá salir al exterior en un gesto de autodominio lejos de las luchas corporativas y militares. A nosotros desde luego nos costó salir a ese exterior, pero al director parece que le queda bastante para salir del agujero de la pretenciosidad y la autocomplacencia, desde el cual hace un tiempo utiliza para castigar sin consideración a sus seguidores...
Chris Jiménez
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