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Voto de Chris Jiménez:
6
Thriller. Acción Mediante estrategias minuciosamente detalladas, una banda de cuatro criminales ha conseguido que sus asesinatos por encargo acaben pareciendo desafortunados accidentes. Cuando una serie de acontecimientos provoquen la ruptura del grupo, Brain, su jefe, se obsesionará con descubrir quién o quiénes les han tendido una trampa. Soi Cheang, autor de las frenéticas Dog Bite Dog y Shamo, rebaja esta vez el nivel de la violencia física para ... [+]
19 de diciembre de 2017
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Esparcida su sangre bajo una fuerte lluvia, Suet Lam pregunta "¿Ha sido un accidente?". Unos metros más abajo, el autobús que le ha arrollado a él y a otros inocentes.
La cuestión es que nada ocurre por accidente, ¿verdad?, al menos así hay que pensar en un mundo de traición y maldad...

En qué atolladero filosófico nos pone Pou-Soi Cheang en su primera colaboración con Milkyway Image Ltd., cuando se disgustaba por las bajas recaudaciones de sus últimas obras y la pobre recepción en taquilla, a pesar de ser nominada a varios galardones, de su adaptación del oscuro y brutal manga de culto "Shamo" de Izo Hashimoto, se le acercó Johnnie To a ofrecerle un encargo. Para él fue como un milagro ya que le ocurrió en un momento en que, en sus propias palabras, sentía que debía cambiar su estilo y su cine desde la raíz.
Pasó entonces a ser otro más de los protegidos del legendario cineasta y productor, al lado de Nai-Hoi Yau o Wing-Cheong Law, y esto le permitió más libertad, presupuesto y confianza en su siguiente proyecto, escrito por su colega de profesión Lil-Kei Tang y luego retocado por Kam-Yuen Szeto, habitual de Milkyway; es inevitable notar cómo el sello de la compañía, y por ende el del mismo To, "invade" al del nativo de Macau, quien pasó por un proceso realmente minucioso de escritura y realización, identificándose con los protagonistas de su historia, el misterioso cuarteto al que conoceremos durante una escena inicial realmente admirable.

Justo después del impacto de un vehículo cuya conductora sale despedida por el parabrisas que abre la película con gran fuerza visual y anunciando muchas cosas, "Yingoi" posee ese comienzo tan atribuible To, donde partiendo de una situación trágica y espectacular se desarrolla un intrincado argumento siguiendo a los implicados en ella; Cheang hace uso de toda su destreza para generar tensión y, junto a un equipo maestro, de la logística de la filmación en exteriores durante esa brutal muerte de un jefe de las Tríadas en la real Yan-Chong Street.
La precisión de esta larga secuencia cuya banda sonora es el bullicio urbano y donde la cámara no cesa ni un segundo el movimiento, transmite un inevitable agobio por la sucesión de desafortunados hechos que se repiten hasta culminar en una muerte desagradable a la vista de los transeúntes. ¿Inevitable? Es lo que nos asalta cuando unos individuos que han seguido de cerca el evento se reúnen en un piso oscuro, un cuarteto de asesinos experto en organizar crímenes disfrazados de accidentes, todos misteriosos, todos impersonales; sólo el jefe, un Louis Koo muy cerebral y paciente, casi un álter-ego de Cheang, goza de una pequeña introspección en su pasado...

Pasado marcado por el trauma, la muerte de su esposa (la mujer que vemos al principio), que ha hecho de él un ser de desconfianza, áspero y amoral. El cineasta, pese a la nula descripción de personajes del guión, se concentra en abrir una intriga de suspense conducida por los actos y decisiones de éstos; en el proceso reduce el nivel de violencia tan presente en sus films previos, adopta un estilo menos crudo y más elegante gracias a la habilidad del operador Yuen-Man Fung para captar las luces y las sombras de manera natural en escenarios interiores y exteriores, abundando los largos silencios, los sonidos del entorno y una puesta en escena hiperestilizada.
Las influencias de DePalma y Ringo Lam sobresalen como nunca; pero la idea a plantear no es menos cruda. El grupo planea el asesinato de un anciano adinerado; la exhaustiva preparación, la repetición obsesiva, para lograr un "accidente" perfecto sin cuestionarse ninguno de ellos las implicaciones morales del trabajo provoca una gran desesperanza. El guión entonces se desvía en lo que es una inesperada sorpresa y toda la trama, perfectamente construida, se desmorona igual que la seguridad del protagonista; un autobús que se abalanza sobre él, que se estrella y causa muertes.

Cheang sabe cómo posar en nosotros la duda y la sospecha, empleando bien la cámara y el carácter de los personajes, tan opaco e indescifrable. Michelle Ye, de belleza enigmática, ya se postula a "femme fatale"; Stanley Fung tiene todo el aspecto de clásico traidor. Ahora seguimos a Koo en su ardua investigación para desentrañar la clave de un más que posible intento de asesinato contra él, sin evitar el guión ciertas inverosimilitudes (si lo ha perdido todo, ¿de dónde saca el dinero y el equipo de espionaje?, por ejemplo...) que ayudan principalmente a la estética y la atmósfera de la película, revestida de un toque "noir" deudor de los "thrillers" de los '70, de los cuales el director es admirador.
El mayor escollo es su reticencia a abrir la mente y el alma del protagonista, ni lo más mínimo, por lo que sentir algo de empatía por él es imposible; Koo parece uno de esos detectives de series policíacas modernas, un mentalista a lo hongkonés que desgaja la realidad que le rodea para construir sus teorías, a veces olvidando el lado humano del asunto. En su seguir del tipo encargado de la póliza de seguro del anciano su creencia en la traición y su ansia crecen hasta llevarle a un estado de pura paranoia y optar por la venganza despiadada, la enfermiza obsesión.

Con él encerrado en su piso escuchando cada respiración del sospechoso esto hace tiempo que dejó las intensas escenas de acción para metamorfosearse en una intriga psicológica de climas asfixiantes (y convertir a Koo en el arquetipo del cine de Cheang: el hombre de alma oscura destruido por sus obsesiones, aunque algo de humanidad emerge gracias a Fung, quien le devolverá a la luz en un clímax que retorna al principio y hecho para poner a prueba nuestra presión arterial).
Rematada con un mensaje significativo sobre cómo nuestros actos afectan al destino personal y ajeno, "Yingoi" logró hacer en la taquilla nacional una recaudación que aquél no había visto en años, y para su sorpresa acabó proyectada en el Festival de Venecia (fuera de lugar, en mi opinión...).
Chris Jiménez
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