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Voto de Chris Jiménez:
1
Comedia. Romance Nueva comedia de los creadores de "Scary Movie", que en esta ocasión parodian todo tipo de comedias románticas. Julia Jones (Alyson Hannigan), una joven gorda romántica empedernida, conoce por fin al hombre de sus sueños, el muy británico Grant Folloatuhija (Adam Campbell). Pero antes de que puedan tener su "Gran Boda Griega", tendrá que conocer a "Los padres de ella"; contratar sus "Planes de boda", y pelearse con la amiga de Grant, ... [+]
11 de enero de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece mentira pero este fue el inicio de algo importante y a tener en cuenta. ¿"Scary Movie"?, ni mucho menos, eso fue algo inocente y puro...
Aquí es donde empieza el reinado de la "new century horror comedy". Ya escucho el castañeteo de dientes.

Sí, resulta que una pareja de mamarrachos que lleva desprestigiando la comedia y el mundo del cine en general desde que se autoproclamaron guionistas de esa cosa llamada "Spy Hard" (pobre Leslie Nielsen, qué bajo cayó...), no podían seguir soportando que nadie se atreviera a realizar sus proyectos, cosa lógica, por otra parte. Y, hartos de la situación, se pusieron ellos mismos tras la cámara; la fecha de la decadencia absoluta del cine fue el 17 de Febrero de 2.006. A partir de ahí, y fíjense porque es verdad, el cine comercial norteamericano iría cada vez a peor, hasta ser el cadáver putrefacto que es hoy.
¿Por qué permitieron Regency y 20th Century Fox que esta basura se distribuyera en salas cuando podían haberla metido directamente en la estantería de algún videoclub de barrio...o mejor, en un cubo de residuos tóxicos? Por dinero. Porque es Hollywood, y es una máquina de hacer dinero, a costa de lo que sea, en este caso de meter las garras de la parodia (ignominiosa, no simpática) en el estómago de algunos de los mayores éxitos de la comedia romántica (y lo que no es comedia) de principios a mitad del 2.000; pero todo va mal cuando vemos a esa Alyson Hannigan en una secuencia inicial imitando a Bridget Jones.

Hannigan, cuya loca excentricidad tanto apreciaba en "American Pie", aquí da asco. No es culpa suya, ella necesitaba dinero para pagar facturas, la culpa es de los noveles anti-directores que supongo se creían los nuevos Farrelly, pero donde en las películas de éstos, a pesar de todo el gamberrismo y la incorrección política, había cierto corazón y hasta ternura, en el guión de Friedberg y Seltzer sólo hay sitio para lo escatológico, una mala manía en la que se regodean sin vergüenza, y eso no es gracioso, sólo repulsivo. Esto se une a otra manía: alargar los "gags" al infinito eliminando toda la gracia inicial.
También aquí terminaron de confirmar lo pésimos que eran creando verdaderas historias. Si recordamos, por ejemplo, "Top Secret", los Zucker y Jim Abrahams sabían utilizar los clichés de un género, burlarse de ellos y usar la parodia para mover la acción y a los personajes; en "Date Movie" y otras pseudopelículas del dúo la parodia empuja la acción y asfixia a los personajes. Nick Rivers tenía encanto, y de eso adolecen todos los individuos que vemos aquí, de hecho los directores no son muy amigos de la ingenuidad, que era lo que caracterizaba a las parodias de los '80, y prefieren ser despiadados a niveles vomitivos.

Su modo de utilizar la violencia como burla cruel y además hacerla escatológica es de lo peor que he visto nunca en una pantalla. Queda ver a gente como Eddie Griffin, Tony Cox, Fred Willard o Meera Simhan llegando al fondo del pozo de sus carreras, igual que Hannigan, a través de la regurgitación de "Mi Gran Boda Griega", "Los Padres de Ella" y su secuela, "Hitch", "El Diario de Bridget Jones", "...Y Entonces llegó Ella" o "Algo para Recordar", mientras a Carmen Electra no le importa aparecer para explotar su físico y su nula capacidad cerebral.
Hay por ahí un par de chistes, un par de escenas que pueden resultar algo graciosas (la parodia de "Kill Bill" (ahí está, estirada hasta la náusea, otra vez) o la de "Sr. y Sra. Smith"), y dentro de todo el detritus interpretativo, Jennifer Coolidge imitando a Barbra Streisand y Adam Campbell tienen cierto pase (sí, son irritantes, pero no llega a los extremos de Griffin o Willard); debo confesar que más de una carcajada solté durante el ridículo clímax con él demacrado y esperando en el ascensor. ¿Compensa todo el metraje? Ni por asomo, y menos cuando el no-guión nos echa encima 25 finales y la película no termina, y sigue y sigue como un animal moribundo.

Lo peor es que fue un éxito de taquilla. Había dado comienzo el reinado del terror de Jason Friedberg y Aaron Seltzer.
Adiós, cine.
Chris Jiménez
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