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Voto de Chris Jiménez:
10
Drama Charlotte es una famosa concertista de piano que ha estado tan volcada en su carrera que no ha visto a su hija Eva en siete años. Eva, que vive con su marido, un pastor protestante, y con una hermana gravemente incapacitada, mantiene con su madre una relación de amor-odio. Después de tantos años, Charlotte decide ir a visitarlos, pero el encuentro pronto se convertirá en un tenso duelo entre madre e hija. (FILMAFFINITY)
5 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Una madre y una hija, que absurda combinación de sentimientos, confusión y destrucción. [...] Los pecados de la madre ha de pagarlos la hija, las frustraciones de la madre pasarán a la hija, las desilusiones de la madre las sufrirá la hija.
¿Es así?...¿es la desgracia de la hija el triunfo de la madre?".

Por tres concretas razones, la década de los '70 se adivinaba muy turbia para el maestro sueco, aunque es cierto que algunas grandes obras serían realizadas en esos años: un estancamiento creativo del que parece no salir, la crisis de público y de producciones enfocadas al drama que se daba en Suecia y la más importante, unas vicisitudes administrativas que le iban a costar nada menos que un exilio. En Enero de 1.976, Ingmar Bergman es detenido públicamente por fraude y evasión fiscal en beneficio de su productora Personafilm, lo que incurre en una acusación y posterior reclusión en un manicomio, resultado de su grave depresión.
Este lamentable episodio, del que por otra parte saldrá exculpado, lleva al cineasta a salir largo tiempo de Suecia para instalarse en Alemania. Allí filma "El Huevo de la Serpiente", oscuro "thriller" sobre la mecanización asesina de la sociedad germana en los '20, un trabajo con el que se distancia considerablemente de su propia creación; antes de que la década termine, Bergman inicia un modesto proyecto rodado en Noruega con producción inglesa y alemana y la que es su actriz más recurrente en esos años, Liv Ullmann, junto a otra de las maravillas suecas del celuloide, Ingrid Bergman, que entonces tiene 62 años.

En "Sonata de Otoño" se vuelve a comprimir el espacio y los personajes son encerrados en un escenario único sin posibilidad de evasión. Eva, la protagonista, es presentada de forma concisa por su esposo Viktor, que "habla" directamente con nosotros evitando así cualquier engaño o intromisión, además poniéndonos sobre aviso del tipo de hogar en el cual conviven, un hogar dominado por la incomunicación, el hastío, la insatisfacción y la angustia sorda que provoca la represión de los verdaderos sentimientos, para los cuales no hay lugar ni tiempo.
Un hogar que pronto va a ser visitado por la madre de Eva, Charlotte, famosa y reconocida pianista. A todas luces una presencia invasiva, ególatra y de una megalomanía insultante, que parece impregnar el lugar con su falsa modestia y que priva del habla a su hija nada más entrar ("apenas llegabas me quitabas hasta las palabras", confesará ella más tarde) aplastando su débil espíritu. Bergman nos convierte en espectadores impotentes desde el principio, nos hace asistir a un juego de hipocresía y apariencia, frases vanas, teatrales y ensayadas, que no parecen expresarse con verdadero sentimiento entre los personajes, mientras se insinúan ásperos trazos de indolencia que cruzan la pantalla.

De fondo, una hermana enferma perfecta representación de la culpa y el remordimiento, y la ausencia de un hijo muerto antes de tiempo, ausencia que ha dejado un irremisible vacío para la pareja, ausencia no sentida de igual modo por Eva, quien encuentra en el cuarto de su primogénito el sosiego y la paz incapaz de hallar en ninguna otra parte. Para Bergman, tal y como expresa su protagonista, los traumas y las culpas mantienen viva su llama en la transmisión hereditaria, y no hay excusa posible, ni perdón, sólo la existencia de una verdad, una verdad la cual no se atreve a revelar su nombre ni su origen. Ya sólo queda recoger los pedazos rotos de una existencia compartida en la amargura más plena.
Como en sus más recientes trabajos, el sueco vuelve a introducir una sutil traslación de su creación cuyo referente último es su propio cine. Así, los cuatro personajes y el opresor escenario en el que habitan se verán reflejados en los de "Como en un Espejo"; la enfermedad, la culpa y la presencia de la muerte encarnada en la Agnes de "Gritos y Susurros" tiene por nombre Helena; las hermanas de "El Silencio" o las figuras dobles de "Persona" se transmutan ahora, junto con la locura y el conflicto de identidades, en una madre y una hija, sin mencionar las similitudes en la estructura y la protagonista, que remiten a "Cara a Cara".

Sven Nykvist envuelve el espacio en una fotografía abisal que devora los rostros. Liv Ullmann brinda nuevamente con una brillante interpretación, primero recatada, luego visceral y convulsiva, compartiendo el peso del reñido duelo con una Ingrid Bergman soberbia (y nominada al Oscar por su actuación) desde todos los ángulos en los que es filmada por el maestro sueco, que parece disfrutar cada segundo que exprime emocionalmente a ambas en sus garras al clausurarlas en un escenario tan económico como inquietante.
Dos de los actores más fieles del universo "bergmaniano", Gunnar Björnstrand y Erlan Josephson, aparecen discretamente en pantalla, mientras Lena Nyman se destapa triunfante en un papel tan difícil como el de Helena. Con claras reminiscencias de "Larga Jornada hacia la Noche", "Sonata de Otoño" reúne una vez más cada uno de los esquemas y temas que han guiado todo el cine del director, tanto en forma como en discurso y estilo, pero su ejecución es de una agria belleza consiguiendo transferir con impasible aspereza las frustraciones, desilusiones, el pesar del descenso a los perversos inframundos del recuerdo y el tormento oculto en la fragilidad del espíritu.

El conflicto final es de un sadismo seco que sin duda deja en el espectador, agobiado por lo que ve y escucha y tras su exposición a los pliegues de una obra tan negra y absorbente, la incómoda sensación de una triste amargura.
A pesar de ello una sensación de inevitable fascinación, por el horror y la degradación mostrados, que tan cercanos, íntimos y transparentes nos resultan.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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