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Voto de Chris Jiménez:
7
Drama Cinta sobre un joven obsesionado con llevar una vida normal y corriente. Cuando el mundo a su alrededor comienza a desmoronarse intenta seguir adelante mirándolo de manera positiva, pero cuando las columnas que aguantanban su "normalidad" acaban por derrumbarse, y los malos pensamientos comienzan a aflorar, tiene que resistir las malas tentaciones. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2023
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Escombros, tierra que huele a cenizas, las cenizas de los cuerpos que ha quedado esparcida por todas partes. Que ha alfombrado el entorno, que ha impregnado el aire. Se huele a muerte, a miseria.
Pero al parecer algunos han surgido de ella, buscando una grieta entre las nubes que descubriera un rayo de sol...

Entre ellos el que peor ha llevado este proceso es Yuichi Sumida. Pero es curioso el modo de encajar a este personaje, que, cosa curiosa, no resulta creado de la nada por el director Sion Sono; en realidad se trata del protagonista del cómic más oscuro y deprimente que pudiera imaginar el mangaka Minoru Furuya, "Himizu", publicado a comienzos del año 2.000. Casi sin cambios de un formato a otro se presentó una primera versión del guión cuando entonces Japón se vio sacudida por uno de los más traumáticos desastres de su Historia, el terremoto del 11 de Marzo de 2.011, que dejó tras de sí un paisaje de destrucción.
Las casi 16.000 personas fallecidas y las explosiones en la central de Fukushima pesaron mucho sobre la conciencia del cineasta, quien, ya en posesión del libreto, decide cambiar de cabo a rabo la historia original y resituar su contexto, provocando el recelo del autor. "Aunque mi equipo no quería, yo sabía que era un problema que no podíamos ignorar", afirmó, introduciendo sus cámaras en el mismo lugar del desastre y con sus actores pisando los hogares caídos para captar sus "reacciones en bruto" como si se tratase de un documental. Así empieza "Himizu", en las ruinas.

Zona devastada, madera rota, piedras sobre el terreno, versos de François Villon saliendo de la boca de Fumi Nikaido (convertida en la enésima Keiko del cine de Sono); este panorama transmite una sensación extrema de desolación pues es real, no construido en estudio. Sobre esos escombros se asienta y crece la historia del joven Yuichi, uno de tantos desheredados que ha tenido que sobrevivir a la fuerza; el director ubica los elementos con inteligencia: en lugar de quedarse en 2.001, cuando de hecho la nación se estaba recuperando de los golpes durante la Década Perdida, organiza la tragedia humana alrededor del terremoto y todo parece formar parte de un conjunto lógico.
De nuevo familias desestructuradas, odio paternofilial que se pasa de corrosivo, tristeza generalizada, absoluta derrota, ausencia de esperanza, nihilismo y locura como vía de escape. El protagonista y su generación son la nueva versión de los que sobrevivieron al desastre de Hiroshima y la guerra, otra generación marcada, y por si fuera poco la propia amargura, el caos social les rodea e impulsa sus actos. Actos de violencia, porque en "Himizu" los hay en cada rincón; la brutalidad, física, psicológica y emocional, tan a gusto de Imamura, hincha este universo como un globo al que se le notan las grietas, y el estallido es inminente.

No sólo Yuichi y sus colegas son los más afectados. Alrededor de éste, cuales espíritus del bosque, danzan, gritan, bromean y retozan otros desplazados y olvidados, igualmente víctimas del terremoto; una comunidad que representa la esperanza y la mantienen, contrariamente a la sensación del joven, al menos hasta cierto punto. Marchando en una estructura cronológica sin mucho cambio de ritmo, "Himizu" se mueve con agobio, cual fiera enjaulada, y cámara en mano registra la realidad cotidiana más cruda, que Yuichi traga con resignación, a los golpes de su padre (psicótico Ken Mitsuishi), a la ignorancia de su madre ninfómana, a las palabras de desprecio de su maestro, incluso a las adulaciones de Keiko, único personaje cuyos pensamientos interiores salen a la luz.
Ella, ser luminoso, tampoco se rinde a la fatalidad, pese a tener otra familia terrible y maltratadora; y mientras es el amor encarnado, Yoruno (que deja de ser el compañero de clase de Yuichi para transformarse en un afable anciano que vive junto a su negocio familiar de alquiler de botes) es la redención, quien trabaja para librar al chico de las sombras que poco a poco le envuelven con más ahínco por culpa de la estirpe familiar, hecha deuda de un grupo yakuza que lidera el despiadado Kaneko ("Denden" Ogata vuelve de malvado para Sono tras "Cold Fish").

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

El éxtasis de la vida, la emoción de la libertad, en los personajes fluye hacia fuera en un torrente de lágrimas difíciles de contener asimismo para el público. Sono ha abierto los ojos y su corazón; a partir de ahora caminos más luminosos se abrirán en su cine del mismo modo que se ha abierto el de Yuichi...
Los gritos de ánimo resuenan hasta más allá del lago, hasta los páramos desolados de Tohoku, en tributo a los caídos y para que los supervivientes se levanten y corran a buscar ese futuro de esperanza. No en vano ello figurará en el título de la próxima película del nipón: "The Land of Hope".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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