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Voto de Chris Jiménez:
6
Ciencia ficción. Aventuras. Acción Los casquetes polares se han derretido y toda la Tierra está cubierta de agua marina. Los hombres sobreviven en plataformas flotantes y su principal ocupación es la búsqueda de agua dulce, el bien más preciado. Entre ellos circula una leyenda según la cual en algún lugar existe tierra firme. Un viajero errante y solitario que vive del trueque, llega un día a un atolón de chatarra y vende tierra a sus moradores, pero cuando éstos ... [+]
31 de enero de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el futuro, al contrario de lo que muchos pensaban, el Mundo no será aniquilado por guerras nucleares, ni tampoco por virus o meteoritos, no.
La destrucción del planeta estará causada por el calentamiento global, que ha derretido los casquetes polares. Ahora éste se halla bajo un manto de agua, con los supervivientes de la catástrofe luchando por adaptarse.

A mitad de los '90, la ciencia-ficción post-apocalíptica ya había visto absolutamente de todo, y gracias a los italianos, que contribuyeron en la década anterior con una centena de títulos, pudimos ver los más extraños cruces y experimentos en el género...no obstante, sólo hacía falta una vuelta de tuerca a ese gastado cine como la imaginada aquí para resultar medianamente original: cambiar el desierto por océano, la tierra por agua. La idea en sí puede parecer fácil, aunque llevarla a cabo es otra cosa; nadie hasta ese momento había tenido la osadía (ni el presupuesto suficiente, claro está) de realizar tal hazaña.
Pero si decimos que al frente están Kevin Reynolds y Kevin Costner, que en aquellos tiempos eran capaces de abarcar cualquier empresa por complicada que fuese, la cosa cambia. Con un guión escrito por Peter Rader en 1.986, luego revisado por David Twohy, "Waterworld" marcó la cuarta y última colaboración entre el director y el actor tras "Rapa Nui" (éste último ejerciendo aquí de productor), quienes se vieron las caras en uno de los rodajes más desesperantes a la par que monumentales de la Historia del cine, habiendo invertido la Universal (y eso que se mostraron recelosos tras los recientes fracasos de Costner) más de 170 millones de dólares, que se dice pronto.

Principalmente rodada en el Océano Pacífico así como en enormes estudios artificiales, donde se sufrieron las más desastrosas consecuencias (cuenta la leyenda que uno de los atolones de chatarra que aparecen en el film se hundió y hubo que volver a construirlo...), "Waterworld" nos lleva cientos de años en el futuro para conocer a un intrépido marinero mutante que vaga por los mares sin rumbo fijo, hasta que su suerte cambia al ser capturado en un atolón en el que conocerá a Enola, una niña en cuya espalda está dibujado una especie de mapa que indica el camino hacia una tierra virgen donde el agua no ha penetrado: "Tierra Seca".
El marinero sin nombre, gracias a Helen y Enola escapará, de un modo que primero parece pura casualidad pero luego intenta justificarse con las piruetas que hace el guión de David Twohy y Peter Rader (ya aparecen los motoristas "smokers" y la niña y el mapa en su espalda, avisándonos de alguna trama). Los más avispados habrán caído en que, si quitamos a la premisa todo el tema de la búsqueda de la niña y de esa tierra prometida, quedará totalmente despojada de originalidad, más aún reemplazando el océano por desierto y los veleros y motos acuáticas por coches, ya que obtendremos "Mad Max 2", de cuya costilla han salido todos los demás films de ciencia-ficción post-apocalíptica hasta la fecha.

Un antihéroe solitario y lacónico que de algún modo recupera su humanidad gracias a una mujer y una niña que deberá proteger de unos feroces asesinos, aunque todo le vendrá rodado por muchos peligros que tenga afrontar...por algo es el protagonista; argumento de "western" clásico se mire por donde se mire. Pero esta película no pretende nada más en realidad y, bien mirado, acaba resultando un gran pasatiempo lleno de acción caricaturesca, aventuras, humor y violencia (tampoco tanta), quedándose a veces más cerca de "Indiana Jones" o del "Robin Hood" que ya protagonizó Costner que de la extrema brutalidad de "Mad Max 2".
Eso sí, por mucho espectáculo y efectos especiales que tenga, nada salva a "Waterworld" de sus incontables agujeros argumentales, diálogos que rozan el ridículo, situaciones convertidas en sinsentidos, un final de lo más tópico (sabemos perfectamente lo que va a hacer el héroe) y un metraje al que le sobran escenas por todas partes, especialmente desde los 40 minutos hasta la hora y cuarto, cuando Enola y Helen ya están a bordo del barco del protagonista y van, muy pausadamente, cogiendo confianza y cariño con éste. Más de media hora de tedio hasta que por fin los "smokers" capturan a la niña, dando pie a la mejor parte de la película (que tampoco es decir mucho, de todas formas, por lo que uno al final no sabe si tanta espera ha merecido la pena).

Costner demuestra una vez más que se lo pasa pipa dando vida al héroe de gran corazón que se acaba ganando el favor de todos, aunque de primeras fuese un tipo nihilista y despreciable; la película, desde que empieza hasta que acaba, es suya y sólo suya, y es que al hombre le es muy difícil desprenderse de ese sentimiento de megalomanía extrema que siempre le acompaña (lo que nos confirmaría en "Mensajero del Futuro"); al otro extremo, un no muy agudo Dennis Hopper que se autoparodia sin vergüenza y que da de todo menos miedo (cualquiera diría que es el que nueve años antes encarnaba a Frank Booth en "Terciopelo Azul").
Jeanne Tripplehorn decente y poco más y unos Tina Majorino y Michael Jeter bastante desquiciantes; por otro lado, gran música de James Newton Howard y buena fotografía de Dean Semler (el mismo que trabajó en "Mad Max", curiosamente). Las cifras de recaudación no superaron las expectativas y "Waterworld" se hundió sin remedio como el navío de "El Diácono", convirtiéndose en un estrepitoso fracaso de taquilla que sólo funcionó bien en el mercado extranjero y más tarde gracias al vídeo.

Su leyenda perdura más por las anécdotas sobre su mastodóntico rodaje y su abultado presupuesto que por su valía cinematográfica. Eso sí, como mero entretenimiento hay que reconocer que Reynolds logra un producto de impecable factura.
Chris Jiménez
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