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España España · Girona
Voto de Francesc:
8
Western. Comedia Después de atravesar medio desierto, Trinidad, un tipo muy diestro con el revólver, descubre que su hermano mayor, otro granuja como él, es ahora el sheriff de un pequeño pueblo. Como no tiene nada urgente que hacer, decide quedarse a comer y descansar por algún tiempo. (FILMAFFINITY)
6 de septiembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al principio existía el verbo (Hill). Y el verbo estaba con Dios (Spencer). Y el verbo era ....Trinidad, la mano derecha del Diablo.

No es un western. Ni siquiera es un spaghetti western. Es una parodia de los spaghetti western, pero amigos, ¡qué parodia!

Es el film con el que se dan definitivamente a conocer los italianos Terence Hill (nacido como Mario Girotti) y Bud Spencer (al que su padres bautizaron como Carlo Pedersoli, pero que se puso el pseudónimo de Bud Spencer en homenaje a la cerveza Budweiser y a su admirado Spencer Tracy), un dúo cómico formado a modo del Gordo y el Flaco, o de Asterix y Obelix, supuestamente ambientado en las colinas del desierto de los Estados Unidos-Frontera México, que resuelve sus problemas a modo de chistes, mamporros y disparos. Este dúo ya había aparecido en la gran pantalla en las anteriores "Los cuatro truhanes", "Tú perdonas… yo no", y "La colina de las botas", sin embargo, su salto definitivo a la fama no se dio hasta con "Le llamaban Trinidad".

El film, inspirado en clásicos como "Los 7 magníficos", "Wagon master" o "Raíces profundas", es como decimos, una parodia de los spaghetti westerns (aunque esto no debe de porqué ser necesariamente negativo). Al contrario, la película consigue, con creces, lo que se propone, por cuanto:

- Todos los actores que intervienen brillan a un gran nivel. Poco se puede añadir de nuestros dos protagonistas (es de sus mejores interpretaciones de toda su carrera, súmamente inspiradas). Sin embargo, sí es de justicia hacer una mención especial al gran Steffen Zacharias, en su sarcástico papel de cocinero y limpiador de la casa del sheriff.
- Incluye unos diálogos que parecen sacados del mejor Sergio Leone (“Que hacemos con el preso sheriff, ¿lo soltamos o lo ahorcamos? Aquí no se puede quedar todos los días comiendo"), y escenas de acción propias del mejor slapstick (las escenas en el saloon y lo mamporros de la escena final son antológicos).
- Me gusta mucho la escena en la comunidad mormona en la que el líder mexicano quiere pegar al Niño (Spencer), o la escena de la primera pelea en el saloon. O cómo se comen las judías los protagonistas.
- La banda sonora la podría haber compuesto el mejor Morricone, y una vez vista la película, no puedes dejar de silvarla.
- Hay toques de humor geniales: como cuando Spencer interroga al indio metiéndole el cañón de su revólver en la nariz. Una vez el indio ha confesado, Spencer retira el revólver y, antes de enfundarlo, limpia el cañón con el jersei del indio.
- El filme destila un olor a polvo, sudor, mugre y suciedad que le va muy bien a la trama y que define perfectamente a los personajes.

Pero sin duda, si por algo es famosa la película, es por la interpretación de Hill (como mano derecha del diablo) y Spencer, como su hermano "Niño" (mano izquierda del diablo). A partir de entonces, muchas películas italianas y españolas se inspiraron en "Le LLamaban Trinidad", y en nuestros cines cada domingo se pasaba, en sesión doble, alguna película de bajo presupuesto producida e inspirada a partir de este título, a veces sin ningún disimulo.

El filme también es innovador en otro sentido: hasta entonces, se consideraba que en los westerns, cuantas más muertes había, mejor eran los western. "Le llamaban Trinidad" opone lo incruento, para proponer un tipo de western para toda la familia (y no lo decimos sólo por el tono paródico del film, sino porque, por ejemplo, sólo hay cinco muertos en total, y suceden durante los 5 primeros minutos de metraje: dos en la presentación de Hill y tres en la de Spencer) en donde los tiroteos se sustituyen por los mamporros y al final, se consigue el objetivo de vencer a los malos sin que prácticamente muera nadie (la comunidad mormona ayuda mucho en este aspecto).

Hay mejores westerns que "Le llamaban Trinidad", sin duda. Pero pocos tuvieron la influencia de esta pequeña joya.

Hoy, cuando vuelvo a ver las películas de Bud Spencer y Terence Hill (en especial sus westerns), intento hacerlo con los ojos del niño que las vio por primera vez. No es que no sea capaz de ver sus defectos, sino que, simplemente, no me importan, porque los personajes me siguen apasionando y divirtiendo como entonces, cuando de niño soñaba con ser cualquiera de los dos, porque esos films me devuelven a los años de mi infancia y no soy capaz de verlos con otros ojos que no sean los de la nostalgia. Y el cine, para mí, también es nostalgia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Francesc
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