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Voto de Luis Guillermo Cardona:
8
Comedia Santiago Miranda (Robinson Díaz) es un actor que, obsesionado con el papel de Simón Bolívar, termina creyéndose su personaje. En esta confusión se ve inmiscuida Alejandra Bernardini (Amparo Grisales) la diva que interpreta a Manuelita Sanz en la telenovela que juntos protagonizan. (FILMAFFINITY)
7 de octubre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1981, el ahora famoso director Jorge Alí Triana, quien venía realizando un programa de televisión conocido como “Revivamos nuestra historia”, hizo una serie titulada “Bolívar, el hombre de las dificultades”, en la que contrató a Pedro Montoya para que representara al Libertador. Se contaba después, que el actor se tomó tan en serio su papel que, mucho antes de empezar a rodar, ya hablaba y actuaba como Simón Bolívar. Aunque Montoya –fallecido en el año 2004- siempre negó esto, hay varias anécdotas que confirman que cada tanto se le salía el Bolívar que llevaba dentro e incluso siguió vistiéndose como él ocasionalmente. Y fue mucha la gente que, en la calle y en diferentes sitios, lo trataba como si fuera el mismísimo Libertador. Por ejemplo, la escena del aeropuerto es fiel a la realidad.

Este suceso, sería la fuente que retomaría Triana para continuar la labor cinematográfica que ya había iniciado con “Edipo Alcalde”. Y el cuento parte de una novela que se está grabando con un actor llamado Santiago Miranda que representa a Bolívar, pero éste decide oponerse rotundamente a que el libertador termine fusilado, porque “eso no corresponde con la realidad de los hechos”. Entonces, la acción se desenvolverá en una entremezcla de realidad y ficción, "locura" y lucidez, "desvarío" y manipulación, que juegan como excelentes escudos para lanzar un gradual y largo discurso contra el maltrato al Libertador y la incompetencia de nuestra clase política para proseguir los ideales del hombre que soñó con ver a Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, convertidas para siempre en una sóla y fuerte república que se conocería como “La Gran Colombia”.

Resulta contundente el alegato de Santiago-Bolívar cuando, ante el presidente y otros dirigentes del país, exclama entre otras cosas:”Ustedes no hacen política, ustedes hacen teatro (…) Mi nombre ha sido utilizado para ponerle nombres a colegios mediocres, a hospitales que no sirven y a constituciones que no se aplican”.

Se lanzan dardos, se muestran las infames tragedias que afronta el país cada tanto, y el nuevo Bolívar, al que la gente del común acoge, la guerrilla decide secundar, y los militares temen dar de baja por el significado que podría tener para sus seguidores, se convierte en noticia para dejar sentado que, por más que se pretenda reducir al Libertador a frías estatuas en los parques, aún su ideario sigue vivo y hay quienes creen que, por nada del mundo, se puede dejar morir.

Jorge Alí Triana ha hecho un filme con significado.
Luis Guillermo Cardona
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