Bastante aberrante es la manera como se viene tratando a las mujeres en el mundo: explotación, violación, maltrato físico y psicológico, marginación, acoso, irrespeto… y, lo más lamentable, es que haya mujeres involucradas en el abuso contra las propias mujeres: madres vendiendo a sus hijas o patrocinando el uso carnal que cometen con ellas padres, padrastros o parientes. Otras, robando bebés o consiguiendo mujeres para que complazcan a sus clientelas… o en casos más extremos y de alta sociedad, creando instituciones privadas, revestidas de alcurnia, intelecto y educación artística, para acceder al recibimiento de niñas a las que levantarán con cuidados físicos y formación de clase, pero a las que pronto explotarán sexualmente según los intereses de las “respetables” y aristocráticas directivas.

De este último caso se ocupa “EL DESPERTAR DEL AMOR”, (un título que, lo mismo que el original, resulta tan poético como fuera de lugar), con el que se pretende mostrar lo sofisticados, cuidadosamente montados y profundamente corruptos, que pueden resultar semejantes experimentos “educativos”.

El filme de John Irvin -ubicado en Turingia, Alemania a comienzos de siglo- arranca mostrando primero a una joven de clase que, en plena madrugada y en un protegido coche, llega al lujoso internado donde se deshace de su hija de pocos meses, tenida de seguro en oscuras circunstancias. Enseguida, los títulos de crédito son ilustrados con unos pies de ballerina que, a medida que danzan, se van llenando de sangre en las puntas, creando una notable metáfora que pronto adquirirá su pleno significado.

Este arranque, más el preciosismo visual de las siguientes imágenes que dan cuenta de un estupendo paraíso donde, irremisiblemente, se nos antoja estar, y a medida que los hechos van revelando la dura realidad que pesa sobre aquel –¡otra vez!- maltratado edén, sentimos que estamos ante un filme con el pulso de un artista consumado que, además, cuenta con la pluma del notable escritor italiano, Alberto Lattuada (“Sin piedad”, “Luces de variedades”, “Tempestad”…), en la adaptación de la novela “Mine Haha” de Frank Wedekind, que representaría su último trabajo para el cine, pues fallecería el 3 de julio de 2005.

Pero no tarda la historia en hacer un poco de agua, cuando se produce la inverosímil desaparición de Bette en aquel cuarto secreto donde la rectora guarda los archivos de la institución. Y las enamoradas chicas, Irene e Hidalla, que aparentaban tener un fuerte carácter, terminan viendo, callando y sufriendo, hasta ese final frustrante pero “realista”, donde, ante lo reemplazable la alta impunidad persiste, y lo que se espera, es que todo siga como antes y que aquella agua que ríe (mine ha-ha) siga su curso frente a la sensible presencia de aquellas hermosas y futuras víctimas.

Título para Latinoamérica: “LA EDUCACIÓN PROHIBIDA”