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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Aventuras Un grupo de cazadores heredado por Brandy de la Court (Michele Girardon) y comandado por Sean Mercer (John Wayne), está cumpliendo en Tanganyka (Tanzania), con los fuertes encargos que les han solicitado de animales de muy variadas especies, cuando al grupo llega Ana María D'Allesandro (Elsa Martinelli) que será llamada Dallas y hará de fotógrafa, y el tirador francés Charles Maurey (Gerard Blain) al que llamarán Chips. Entre todos ... [+]
3 de septiembre de 2016
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que, “¡HATARI!”, es el preciso ejemplo de esa suerte de películas que lo dejan a uno como con un pie en un balde de agua tibia y otro en un balde de agua helada. Vista en pleno, la historia me satisface por completo cuando se desenvuelve esa dinámica, divertida y cordial relación entre los miembros del grupo de cazadores que, con sus diferencias, consiguen armonizar y trabajar en equipo de manera bastante satisfactoria; y que, entre ellos, se encuentren personas de diferentes nacionalidades, razas y edades, favorece una especial apología de la convivencia sin fronteras y un grato avance hacia la Unicidad que, con extrema paciencia, sigue aguardando el universo.

En la historia, abunda la camaradería, la solidaridad, el entendimiento, el buen humor, la tolerancia… y todo eso nos hace sentir un ambiente caluroso que ya lo quisiéramos para nosotros y para todos. Por otro lado, ese compromiso con los bebés elefantes que entran a hacer parte de la “familia” que, sin mayor reparo, asumen todos y cada uno, nos hace sentir que, sin excepción alguna, hay en el grupo verdadero amor y respeto por la naturaleza animal.

Pero, paradójicamente, enseguida vienen esas cacerías donde los animales entran en pánico porque saben que, el hombre, sólo pretende arrancar a algunos miembros de sus manadas para meterlos en terribles jaulas y llevárselos a quién sabe qué tristes destinos. Para los cazadores es un hecho cotidiano, natural, un negocio como otro cualquiera, donde poco cuenta el sentir y el sufrimiento de las bestias o el daño ecológico que causan. Les enseñaron que los animales sirven para alimentar y servir al hombre, y ellos repiten la historia sin ponerse jamás del lado de los perseguidos y sin hacer nada por comprender lo lesivo que resulta su trabajo.

En este sentido, quienes somos sensibles al respeto por los animales, nos sentimos ofendidos con lo que aquel grupo hace, no sólo para atrapar a uno, sino a cientos de animales de muy variadas especies que ya tienen vendidos para esas cárceles llamadas zoológicos; de seguro también para circos donde el hambre y la esclavitud los obligarán a actuar… ¡y quién sabe para qué otros abusivos usos!

Es entonces, cuando el filme, como dice la canción “Collar de perlas” de la boquisabrosa Marbelle: “Que sube y que baja, que vuelve a subir…”, porque cada segmento de actividad “familiar”, se contrasta luego con una, y después otra, y otra cacería, hasta llegar a esa, bien deplorable, en la que no son uno ni dos sino ¡más de un centenar de monos los que son arrancados de su hábitat!

También, el nuevo romance entre el abuelo Sean Mercer (John Wayne) y la, 25 años más joven, ‘Dallas’ (Elsa Martinelli), vuelve a resultar ridículo y no entiende uno, porqué Hawks, nunca mostró a Wayne casado y asentado como se debía, en vez de jugar siempre con él al galán irresistible que para nada le lucía.

Necesario reafirmar que, la partitura de Henry Mancini, es excelente y el tema “Baby elephant walk”, es ya un clásico de la música cinematográfica. En la actuación, Red Buttons logra ponerle un alto color a esta historia que se disfruta con sobresaltos.

Si pudiéramos cortar todas las escenas de cacería, “¡HATARI!” (en swahili: ¡Peligro!), sería sin duda, una memorable película de cerca de dos horas.
Luis Guillermo Cardona
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