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Voto de Luis Guillermo Cardona:
6
Drama. Romance En tiempos de postguerra, dos enamorados pasan juntos un domingo, esperando que sea un día inolvidable. Están llenos de sueños e ilusiones e intentan ser felices. Pese a sus problemas económicos y contratiempos, pese a las preocupaciones derivadas de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, su amor les permite concebir ilusiones sobre un futuro mejor. (FILMAFFINITY)
19 de mayo de 2010
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No puede ser otra cosa que por ley de causalidad que, en tan sólo dos días, consigo acceder a dos filmes curiosamente concatenados: “El Reloj” y “UN DOMINGO MARAVILLOSO”.

Ambos títulos tienen una traducción literal y mientras “el reloj” pareciera aludir a esa felicidad que a veces se vive contra el tiempo, hablar de “un domingo maravilloso”, en relación con la historia que nos cuenta Kurosawa, es casi una ironía. La película de Minnelli es optimista, esperanzadora, capaz de visionar lo encantador de la existencia. La obra del japonés -evidente réplica de aquella que se hiciera dos años antes, y con la cual mantiene varios nexos: dos seres comunes, primer encuentro en un lugar público, aventura lineal en el transcurso del día, encuentro con otras personas con quienes se comparte diferentes experiencias, sencillez narrativa…- es pesimista, ve el mundo con pesadumbre y con un sentimiento de que la injusticia cunde por todos lados. Así pensaba Kurosawa entonces: “El mundo es un gran campo de batalla –dijo-. Los malos viven en guerra incesantemente, sin dejar a los buenos espacio alguno para vivir o trabajar”.

Si hemos de creer al maestro japonés –y esto se lo creo- su cine es una autobiografía en código. Y prueba de ello es que intervino siempre en sus guiones, participó del montaje y eligió cuidadosamente a sus protagonistas. El resto fue su visión del mundo… y el pesimismo lo perturbó por mucho tiempo.

El lenguaje que utilizan Yuzo y Cheong, la joven pareja que sueña con formar un hogar, tener una casa y montar un pequeño negocio, da cuenta de su sentir y del mensaje explícito y desesperanzado que nos quiere dejar el director: “Sólo sé atormentarme”, “Soy un perro salvaje”, “Todos viven mal en este momento”, “No seas optimista cuando mires al futuro”…

Y es aquí, cuando se produce un contenido latente -no percibido por Kurosawa e invisible de seguro para el espectador común-, que permite validar este sombrío filme como apto apenas para una sesión psicoanalítica y/o espiritual: Son tus pensamientos los que determinan tu realidad. Joe y Alice -los personajes de Minnelli-, al aflorar la luz de sus corazones, la ternura y la solidaridad, dieron paso a la bondad del mundo y la realidad se reencajó para enseñarles todo lo bueno que nos rodea cuando se vive con amor. Pero Tung y Cheong, revestidos de escepticismo y de fracaso, de impotencia y de mal juicio hacia sus semejantes, vieron el mundo que querían ver. En esto la vida es implacable y, por supuesto, justa.

Sólo cuando cambies tu manera de pensar, de decir y de hacer, habrá de cambiar todo aquello que recibes de la vida. Porque la realidad se construye a cada instante y siempre se parece a la forma como la concibes.

Desde este punto de vista, este filme sólo es útil para mentalidades adultas.
Luis Guillermo Cardona
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