En varias ocasiones me he preguntado: Si la “trilogía del dólar” de, Sergio Leone, no tuviese la música de Ennio Morricone, ¿valdría lo mismo que ha llegado a valer? Son incontables las ocasiones en que he escuchado estas bandas sonoras… y son únicas, innovadoras, envolventes, magníficas. El color y la fuerza que dan a las imágenes de estos filmes, te atrapan enseguida, y terminas viendo más de lo que las escenas realmente ofrecen en un buen número de casos.

Seamos objetivos: No obstante estar estructuralmente basada en el estupendo, “Yojimbo”, que realizara tres años antes Akira Kurosawa, las novedades argumentales que aporta Leone solo impactaron por su abierta brutalidad y sadismo, y por la informal y desaliñada personalidad del héroe, la cual rompe decididamente con la que ofrecían los impecables pistoleros del western americano. Lo primero, rayando cada tanto con el mal gusto; pero ambas cosas, sin duda muy acordes con lo que, en realidad, fuera el wild west norteamericano. Además, en los hechos se cuelan momentos de aquellos que los franceses llamarían naif, o si se quiere, de los que no concuerdan con la razón humana.

Daré algunos ejemplos: Ramón dispara una ametralladora indiscriminadamente contra un grupo de soldados a caballo, caen los soldados, pero los animales permanecen ilesos. Joe se oculta con Marisol -a la que él mismo acaba de noquear-, de una manera que pareciera haberse hecho invisible para no ser descubierto, porque llega un grupo de hombres y nadie se entera de que él está a dos pasos con la cabeza de la chica totalmente expuesta. Joe ayuda a escapar a Marisol y a su esposo… y los manda ¡a pie! por un descampado y con un buen fajo de billetes... y la escena que ve, Joe, desde un ataúd ¿Alguien se la cree?

Con todo, el filme tiene su particular estilo, buena ambientación, una atractiva fotografía, y ni qué decir que, Clint Eastwood, nos brinda una novedosa y llamativa personalidad, que impacta con su frialdad ante el asesinato, pero que no está exenta de ocasionales gestos de nobleza y sensibilidad. Joe quiere a los que quiere… y le valen un pito los que considera “exterminables” (anticipo a la mentalidad mafiosa). Esto, sumado a la célebre banda sonora, fue en gran parte, lo que hizo meritorio su reconocimiento como la película que encumbró a los spaghetti western, y de paso, consolidó las carreras del director italiano y del actor norteamericano, habiendo llegado éste a Europa casi como un paria, sin presentir que era allí donde el destino le tenía guardado el éxito.

Como en el filme de Kurosawa, resulta muy astuta la manera de que se vale el mercenario para deshacerse de los dos bandos en contienda por el poder: Los Baxter que venden licor y los Rojo que venden armas. El secreto ya es vox populi y funciona como la salsa tártara con el pescado: Dales buenas razones y se acabarán entre ellos.

Me recordó un hecho que presencié hace ya unas cuantas décadas: En el parque principal de uno de nuestros municipios, por el cual caminaba un viernes en la tarde, se desató una balacera entre dos pandillas de mafiosos. Para evitar ser víctima de las balas, me resguardé dentro de un Estadero… y no pasaron dos minutos, cuando noté que tres policías se resguardaron a mi lado, sin hacer nada distinto a lo que yo hacía: Esperar. Pregunté entonces a uno de los uniformados: “¿No van a salir a parar a esos tipos?”. El policía me miró a los ojos y me respondió con toda serenidad: “Nosotros no vinimos a hacernos matar, sólo vinimos a recoger”.

<<POR UN PUÑADO DE DÓLARES>>, tiene sus méritos sin duda, pero no creo para nada que sea una gran película. Me quedo con, "Yojimbo".