Bajo la supervisión de Howard Hawks (el mítico cineasta estaría relacionado más con la comedia y con el “western” antes que con el fantástico) el no tan popular Christian Nyby se puso detrás de las cámaras para escenificar un angustiante relato de Ciencia-Ficción de John W. Campbell ambientada en una base científico-militar cuyos detectan la presencia en el Polo Norte de una nave espacial.

Cuando descubren en el interior que podría haber algo más que un complejo extraterrestre (bajo la presencia del portentoso y gigantesco actor James Arness) comprobarán que esa forma de vida inteligente sustituye cualquier tejido y lo suplanta. Militares y científicos (bajo la atenta mirada de un periodista) se disputaran el control; mientras que para unos, el capitán Patrick Hendry (Kenneth Tobey) y sus hombres supone un peligro, para el profesor Carrington (Robert Cornthwaite) )significaría un paso al contacto con seres de otro mundo y la posibilidad de estudiar su comportamiento, obviamente mellado bajo la presencia amenazadora de esa “Cosa” y que tan magníficamente John Carpenter “deformaría” con un uso brillante de los efectos especiales en su magistral versión de 1982 en que situaba su base de operaciones en la remota Antártida.