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China China · Qingoco
Voto de Txarly:
8
Drama El profesor Borg, un eminente médico, debe ir a la ciudad de Lund para recibir un homenaje de su universidad. Sobrecogido, tras un sueño en el que contempla su propio cadáver, decide emprender el viaje en coche con su nuera, que acaba de abandonar su casa, tras una discusión con su marido, que se niega a tener hijos. Durante el viaje se detiene en la casa donde pasaba las vacaciones cuando era niño, un lugar donde crecen las fresas ... [+]
2 de mayo de 2006
50 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fresas salvajes es una de las mejores obras bergmanianas. Es la película del director sueco en la que todos sus actores fetiche intervienen (Max Von Sidow tiene un breve papel de gasolinero y Gunnar Björnstrand interpreta un minuto al sufrido hijo). Los diálogos son brillantes y por momentos estúpidos y ñoños. El surrealismo no abandona el film en ningún tramo y Sjöström aparece como espectador de cartón piedra en sus propias ensoñaciones y recuerdos.

A pesar del corte pesimista de la mayoría de su obra, en Fresas salvajes se avista un recodo para la esperanza durante la vida y la eternidad. Las espinas pueden arrancarse si uno tiene el coraje suficiente para hacerlo, y durante el camino físico que el viejo doctor realiza en coche, el camino espiritual se irá abriendo ante él. Y todo muy poético y muy bonito. Sí. Lo cierto es que se agradece el pulso que opino se echó consigo mismo al rodar esta película. El camino que recorre es intenso: la amistad de su nuera; el supuesto amor de la gruñona ama de llaves; los jóvenes pasajeros que le acompañarán; el amargado matrimonio accidentado; la parada en la gasolinera; la visita a su anciana madre y el reencuentro con su hijo; y todo sazonado de recuerdos intensos que hacen reflexionar al viejo doctor sobre los avatares de su pasada vida y sobre los caminos que pudiera tomar de ella en el breve futuro que todavía le aguarda.

Quizá sobren los autoestopistas por su enfoque hippie a la sueca, pero desde luego es un peliculón como la copa de un pino. Me quedo con la frase que Ingrid Thulin dirige al matrimonio okupa para desalojarlos del auto. Esa mujer me pone diga lo que diga. También me llama la atención que los diálogos del viejo doctor sean con el género femenino, o más bien son las mujeres las que conversan con él, incluso en el mundo onírico. En la última secuencia se observa las dificultades que encuentra para charlar con su hijo. Muy buena la paranoia.
Txarly
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