Esta cinta es de esas películas que no deja a nadie indiferente, explora los sueños rotos y la miseria humana en una noche de copas de dos parejas.

Una película notable de un principiante Mike Nichols en la que fuera su opera prima, acercamientos de cámara, atmósfera asfixiante en blanco y negro, espacios cerrados y desolados que permiten el lucimiento actoral de un reparto en estado de gracias.

Elizabeth Taylor es la dueña de la función, malévola, desequilibrada, desesperada por llamar la atención y amargar la existencia de su pasivo e inconformista esposa (imprescindible Richard Burton), la química de esta pareja trasciende de la vida real a la pantalla, regalándonos por un poco mas de dos hora un duelo actoral de amor y odio, pocas veces visto en el cine.


Los secundarios (Seagal y Dennis) contribuyen al desarrollo de la historia y al lucimiento de sus protagonistas, además confirman que no importa la edad, ni la personalidad, todas las personas tenemos un lado oscuro y no existe la sinceridad absoluta, en la vida de soltero o de pareja siempre hay algo que esconder.

En general una película muy recomendada para los amantes de los buenos diálogos, los relatos con historias personales y cine clásico, imprescindible ver en idioma original.