Mi Primera Boda es un híbrido entre una comedia popular y una cínica muestra del cine de culto nacional.

Su director, Ariel Winograd, oscila entre los lugares comunes y un humor de salón.
Salta de la más chabacana humorada al sutil guiño irónico.

Muy lograda fotografía y manejo de la cámara.

Daniel Hendler (Adrián) nunca falla, Natalia Oreiro (Leonora) hace de ella misma y zafa bien.
Lo mejor está en los personajes secundarios, que los hay y muy bien compuestos.


Martín Piroyansky, haciendo del primo de Adrián, inolvidable, al borde de lo bizarro.
Los debates filosóficos entre el cura y el rabino (Marcos Mundstock y Daniel Rabinovich) excelentes.
Los amigos de Adrián muy divertidos. La amiga lesbiana de Leonora, también.
Ni que hablar del los abuelos o de los padres. Todos tienen su espacio para divertir.

Con toques de comedia de Woody Allen, y otros de La Familia de Mi Novia, Mi primera boda oscila continuamente entre lo popular y lo de culto.

Grato recurso el relato de ambos protagonistas a modo de entrevista.

Lo que pintaba para comedia del montón, se transforma en una agradable propuesta del cine argentino, nada prodigiosa pero sí muy divertida.

El póster promoción no ayuda demasiado y por su temática inicial parece digna de la lista "Lo confieso: películas malas que me gustan". Sin embargo, Mi primera boda se hace firme en terreno fangoso y sale airosa al final de todo.