Menuda decepción, es una serie lenta, que se deleita en las escenas sexuales y en el club raro ese al que va Mario Casas pero poco aportan a la historia, no entiendo a que vienen esos largos pasillos con gente en las esquinas vestida de forma rara y disfrazada, esos cortinones victorianos...no me encajan. Que sí que le gusta el sado y el sexo pues vale no me lo repitas cada cinco minutos, hasta tienen más sentido cincuenta sombras de grey que ya es decir.
La historia del hermano (que por cierto actúa bastante mejor que Mario que parece un armario sin expresividad) no pega ni con cola y el papel de la educadora...yo soy educadora social y esta chica es lo menos profesional que he visto en mi vida. El centro donde está internado y a la directora tampoco sé de dónde los han sacado, cualquier parecido con la realidad es ficción, se saltan el protocolo a la torera y viven en una cabaña...con una educadora a su cargo para cada uno....en fin. Por no hablar de la psicóloga que lo atiende...más loca que el resto todos juntos y el otro psicólogo que solo atiende a Mario si ella accede a ser atendida, a eso se le llama coacción y no creo que esté dentro del código deontológico de la psicología . Y nada, de eso va la serie, de los traumas sexuales del protagonista, quiere creo pensar, hacer una reflexión sobre el vicio y el instinto pero no lo logra, para eso me veo instinto básico y no muestran tanto sexo. Conclusión Mario casas debe ser un buen empotrador pero nada más.