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Voto de TOM REGAN:
8
6.7
8,721
Drama
El Padre James Lavelle (Brendan Gleeson) se esfuerza por conseguir un mundo mejor. Le preocupa ver la cantidad de litigios que enfrentan a sus feligreses y a la gente de su parroquia, y le entristece que sean tan rencorosos. Un día, mientras está confesando, recibe una amenaza de muerte de un feligrés anónimo. (FILMAFFINITY)
9 de septiembre de 2014
15 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
124/16(28/08/14) Tras la refrescante y prometedora comedia de acción “The Guard” (“El Irlandés”), el mismo tándem de director-guionista John Michael McDonagh junto a su protagonista el gran Brendan Gleeson, se vuelven a unir para hacer una obra más profunda y oscura, un triste canto a la pérdida de valores de la sociedad irlandesa, a la perdida de la fe.
El escenario es un pueblo costero irlandés, arranca un domingo cualquiera en un confesionario, vemos en un plano sostenido al protagonista, el padre James Lavelle (gran Brendan Gleeson), alguien fuera de plano le relata que sufrió abusos sexuales de un sacerdote desde los 7 años a los 12, Lavelle no sabe que decirle, el desconocido le dice que para compensar el daño sufrido va a matar a un cura bueno, o sea el padre Lavelle, le dice que lo hará el siguiente domingo en la playa, le da una semana para que para que arregle sus asuntos personales. A partir de aquí se irán marcando los días de la semana, veremos al sacerdote relacionarse con sus problemáticos vecinos, en una especie de radiografía de la fe o la ausencia de esta, está su cínica hija Fiona (buena Kelly Reilly), que ha venido a visitarle tras su intento de suicidio, Jack Breennan (buen Chris O’Dowd), un carnicero al que su esposa le engaña, Veronica (correcta Orla O’Rourke), su esposa con síntomas de maltrato, Simon (buen Isaach De Bankolé), el arrogante mecánico de color con él se acuesta Veronica, Frank Harte (buen Aidan Gillen), médico ateo que gusta de enfurecer al padre, Michael Fitzgerald (buen Dylan Moran), millonario local bastante excéntrico, Milo (correcto Killian Scott), desorientado chico que quiere enrolarse en el ejército, el padre Leary (buen David Wilmot), un cándido primerizo sacerdote, Freddie Joyce (buen Domhnall Gleeson, hijo de Brendan), un preso por violador y canibalismo al que el padre Lavelle intenta comprender, Teresa (buena Marie-Josée Croze), esposa de un tipo al borde la muerte al que el padre Lavelle le da la extrema unción, Gerard Ryan, (buen M. Emmet Walsh), escritor anciano que anhela acabar con su vida, Gerry Stanton (buen Gary Lydon), policía retorcido al que el padre interrumpe con un chapero local, Leo (buen Owen Sharpe), o Brendan Lynch (buen Pat Shortt), barman local acuciado por un desahucio bancario.
La historia se mueve por el filo puntiagudo de la comedia agridulce, se desarrolla con un cinismo retorcido una desoladora radiografía de la sociedad irlandesa actual, se pone de vuelta y media, se destrozan los estereotipos preestablecidos, una sociedad ultracatólica que aquí quema iglesias, el cliché del racismo se contradice con el mecánico negro que se acuesta con una casada blanca, los padres no quieren que sus hijas hablen con los sacerdotes, donde la gente ha perdido su fe, se disecciona este microcosmos del pueblo como un todo trasladable a toda la nación, saliendo malparada este país en la actualidad en todas sus instituciones. La narración no se adentra en el facilón terreno del thriller para que averigüemos quien es el amenazador del cura, lo obvia en pos del análisis de compleja naturaleza humana, se nos sumerge en la batalla del padre por mantener su fe. Discurre mediante especie de set-pieces en las que el padre compone el rompecabezas de una sociedad corrupta, desesperanzada, aletargada, decadente, cada personaje es el reflejo de una circunstancia. Es una obra que nos habla del poder de la fe y como la gente deja de tenerla por diferentes motivos, unos por que los adalides de infundirla (los curas) han abusado de ellos, otros por vejez, otros por ver tanta muerte en su trabajo, otros por sociopatía patológica, otros por la voracidad bancaria que la Iglesia no condena. El tono del film es bastante caustico, con ritmo sereno pero pétreo, se mueve por la introspección de un pueblo carcomido por la mezquindad espiritual, tiene toques existencialistas que le otorgan calado emocional tremendo. Se hace un retrato punzante de la Condición Humana, se nos habla de sus debilidades, la ira, los sentimientos de culpa, la venganza, la doble moral, el suicidio, los abusos sexuales, la pedofilia, la hipocresía, el pecado, y de cómo intenta el padre Lavelle combatir la falta de fe de su entorno sonsacando de la gente lo bueno, la compasión, el perdón, la comprensión, la búsqueda de la felicidad, o el sacrificio, esto lo hace mediante una gran capacidad de síntesis en la construcción de secundarios, con diálogos intensos, divertidos, agudos, y sobre todo inteligentes, llegando en muchos momentos a conmovernos la fuerza emocional de las situaciones , escarbando de modo caustico en cuestiones de fe, de maldad intrínseca, sobre la crueldad, sobre el nihilismo. El director ha llegado a describir su film una especie de versión de “Diario de un cura rural” de Robert Bresson añadiéndole algunos gags, yo le añado a brocha gorda un cruce con “Solo ante el peligro” de Fred Zinnemann sobre cómo debe hacer frente al peligro el solo.
La historia parte del brutal choque entre la arraigada fe católica irlandesa, probablemente la más fuerte de el mundo, colisionando con las noticias que surgen día tras día de cómo muchos sacerdotes abusaron de la confianza dogmática de sus parroquianos niños para abusar de ellos, y de cómo la Iglesia pretendió cubrir con un tupido velo estos actos miserables, derivando en una crisis de valores en la sociedad irlandesa.
Calvario es el lugar donde Jesucristo fue crucificado, metáfora el título del sufrimiento que padece el protagonista, siendo la semana que refleja la narración una especie de Vía Crucis en la que el padre Lavelle arrastra la cruz de los pecados de su pueblo por diferentes estaciones, lo que es una especie de repasos vital a lo que han sido sus decisiones (su maravillosa relación con su hija, la única nota de esperanza), y el modo de afrontar la podredumbre moral que le rodea. (continua en spoiler sin)
El escenario es un pueblo costero irlandés, arranca un domingo cualquiera en un confesionario, vemos en un plano sostenido al protagonista, el padre James Lavelle (gran Brendan Gleeson), alguien fuera de plano le relata que sufrió abusos sexuales de un sacerdote desde los 7 años a los 12, Lavelle no sabe que decirle, el desconocido le dice que para compensar el daño sufrido va a matar a un cura bueno, o sea el padre Lavelle, le dice que lo hará el siguiente domingo en la playa, le da una semana para que para que arregle sus asuntos personales. A partir de aquí se irán marcando los días de la semana, veremos al sacerdote relacionarse con sus problemáticos vecinos, en una especie de radiografía de la fe o la ausencia de esta, está su cínica hija Fiona (buena Kelly Reilly), que ha venido a visitarle tras su intento de suicidio, Jack Breennan (buen Chris O’Dowd), un carnicero al que su esposa le engaña, Veronica (correcta Orla O’Rourke), su esposa con síntomas de maltrato, Simon (buen Isaach De Bankolé), el arrogante mecánico de color con él se acuesta Veronica, Frank Harte (buen Aidan Gillen), médico ateo que gusta de enfurecer al padre, Michael Fitzgerald (buen Dylan Moran), millonario local bastante excéntrico, Milo (correcto Killian Scott), desorientado chico que quiere enrolarse en el ejército, el padre Leary (buen David Wilmot), un cándido primerizo sacerdote, Freddie Joyce (buen Domhnall Gleeson, hijo de Brendan), un preso por violador y canibalismo al que el padre Lavelle intenta comprender, Teresa (buena Marie-Josée Croze), esposa de un tipo al borde la muerte al que el padre Lavelle le da la extrema unción, Gerard Ryan, (buen M. Emmet Walsh), escritor anciano que anhela acabar con su vida, Gerry Stanton (buen Gary Lydon), policía retorcido al que el padre interrumpe con un chapero local, Leo (buen Owen Sharpe), o Brendan Lynch (buen Pat Shortt), barman local acuciado por un desahucio bancario.
La historia se mueve por el filo puntiagudo de la comedia agridulce, se desarrolla con un cinismo retorcido una desoladora radiografía de la sociedad irlandesa actual, se pone de vuelta y media, se destrozan los estereotipos preestablecidos, una sociedad ultracatólica que aquí quema iglesias, el cliché del racismo se contradice con el mecánico negro que se acuesta con una casada blanca, los padres no quieren que sus hijas hablen con los sacerdotes, donde la gente ha perdido su fe, se disecciona este microcosmos del pueblo como un todo trasladable a toda la nación, saliendo malparada este país en la actualidad en todas sus instituciones. La narración no se adentra en el facilón terreno del thriller para que averigüemos quien es el amenazador del cura, lo obvia en pos del análisis de compleja naturaleza humana, se nos sumerge en la batalla del padre por mantener su fe. Discurre mediante especie de set-pieces en las que el padre compone el rompecabezas de una sociedad corrupta, desesperanzada, aletargada, decadente, cada personaje es el reflejo de una circunstancia. Es una obra que nos habla del poder de la fe y como la gente deja de tenerla por diferentes motivos, unos por que los adalides de infundirla (los curas) han abusado de ellos, otros por vejez, otros por ver tanta muerte en su trabajo, otros por sociopatía patológica, otros por la voracidad bancaria que la Iglesia no condena. El tono del film es bastante caustico, con ritmo sereno pero pétreo, se mueve por la introspección de un pueblo carcomido por la mezquindad espiritual, tiene toques existencialistas que le otorgan calado emocional tremendo. Se hace un retrato punzante de la Condición Humana, se nos habla de sus debilidades, la ira, los sentimientos de culpa, la venganza, la doble moral, el suicidio, los abusos sexuales, la pedofilia, la hipocresía, el pecado, y de cómo intenta el padre Lavelle combatir la falta de fe de su entorno sonsacando de la gente lo bueno, la compasión, el perdón, la comprensión, la búsqueda de la felicidad, o el sacrificio, esto lo hace mediante una gran capacidad de síntesis en la construcción de secundarios, con diálogos intensos, divertidos, agudos, y sobre todo inteligentes, llegando en muchos momentos a conmovernos la fuerza emocional de las situaciones , escarbando de modo caustico en cuestiones de fe, de maldad intrínseca, sobre la crueldad, sobre el nihilismo. El director ha llegado a describir su film una especie de versión de “Diario de un cura rural” de Robert Bresson añadiéndole algunos gags, yo le añado a brocha gorda un cruce con “Solo ante el peligro” de Fred Zinnemann sobre cómo debe hacer frente al peligro el solo.
La historia parte del brutal choque entre la arraigada fe católica irlandesa, probablemente la más fuerte de el mundo, colisionando con las noticias que surgen día tras día de cómo muchos sacerdotes abusaron de la confianza dogmática de sus parroquianos niños para abusar de ellos, y de cómo la Iglesia pretendió cubrir con un tupido velo estos actos miserables, derivando en una crisis de valores en la sociedad irlandesa.
Calvario es el lugar donde Jesucristo fue crucificado, metáfora el título del sufrimiento que padece el protagonista, siendo la semana que refleja la narración una especie de Vía Crucis en la que el padre Lavelle arrastra la cruz de los pecados de su pueblo por diferentes estaciones, lo que es una especie de repasos vital a lo que han sido sus decisiones (su maravillosa relación con su hija, la única nota de esperanza), y el modo de afrontar la podredumbre moral que le rodea. (continua en spoiler sin)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Brendan Gleeson demuestra una vez más lo espléndido actor que es, encarna con hondura a un sacerdote con muchas aristas, con el peso interior de haber sido un alcohólico, se le ha muerto la mujer, se ha hecho cura y su hija se ha intentado quitar la vida, lo inunda de matices, le da humanidad, sus silencios te tocan la fibra sensible, su poderosa presencia emite dignidad, nobleza, decencia, y sobre todo un inmenso carisma, dota a cada entente con un feligrés de una brillante intensidad. El resto del elenco actoral cumple con creces dando solidez al relato, aunque te quedas con ganas de se hubieran desarrollado algunos algo más y otros resultan huecos.
La puesta en escena resulta buena, con un estupendo diseño de producción de Mark Geraghty (“In America”) creciéndose en los bellos exteriores, con los bellos parajes de la playa bellamente fotografiado esto por Larry Smith (“El Irlandés”), con lindas tomas aéreas con viento de la playa desierta y las olas rompiendo contra las rocas en indisimulada malegoría sobre la tormenta de sentimientos que mana de la historia, ello con la montaña-meseta al fondo, precioso, al parecer inspirándose en la obra del afamado pintor estadounidense Andrew Wyeth, sabiendo moverse también en la intimidad con planos sostenidos sobre los actores que impactan emocionalmente, y esto adornado por la nostálgica música de Patrick Cassidy (“El Reino de Los Cielos”), con una evocadora mezcla temas irlandeses populares y melodías melancólicas muy adecuadas al tono del film.
De la cinta brotan escenas meritorias: La charla aleccionadora en la playa entre padre e hija aclarando muchas cosas; La charla del padre con una mujer que acaba de perder a su marido en accidente y reniega de perder la fe; La estremecedora escena de cuando el padre encuentra a su perrito muerto, otro inocente salpicado por la villanía humana; La cruenta visita que el padre hace en prisión a un caníbal, violador, símbolo del mal por el mal; El modo tan abrupto de cómo un padre recrimina al sacerdote James que hable con hija, señal de la desconfianza que las gentes tienen hoy en la Iglesia; Como un barman iracundo recrimina al sacerdote que la Iglesia no condene a los bancos y su avaricia, dejando caer entre líneas la connivencia entre las dos instituciones; La tremenda historia que el ateo Frank harte le cuenta sobre un niño que ha quedado paralítico, ciego, sordomudo, muerto en vida, como sugiriendo que donde está su Dios en este caso, desgarrador; y alguno más que me dejo como su potente final.
Parece ser que “The Guard” y “Calvary” forman parte de una trilogía que hará el realizador irlandés sobre su país, la tercera se titulará "The Lame Shall Enter First", que también protagonizará Brendan Gleeson, y que el director ha definido como un cruce entre las dos partes anteriores.
En conjunto me queda una notable cinta de calado que nos habla sobre todo de la fe. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
El final cargado de ambigüedad y abierto a interpretaciones, es una conclusión amarga que no busca responder a cuestiones morales, se zambulle en la naturaleza retorcida del ser humano.
Frases para recordar: La Que abre el film <No desesperéis; uno de los ladrones fue salvado. No presumáis; uno de los ladrones fue condenado>, la primera que se oye <La primera vez que probé el semen cuando tenía 7 años de edad>, <Voy a matarte, padre, porque eres inocente> (la máxima de pagar justos por pecadores), <Se habla más de los pecados que de las virtudes…El perdón es la virtud mas infravalorada>, <Creo que hay demasiado hablar de pecados que hablar honesta y no lo suficiente acerca de las virtudes>, Hjalmar Söderberg en su novela Doctor Glas (1905), de la que John Michael McDonagh extrae una trémula cita <La gente quiere ser amada; en su defecto, admirada; en su defecto, temida; en su defecto odiada y despreciada. Quieren evocar algún tipo de sentimiento. El alma se estremece ante el olvido y busca la conexión a cualquier precio>
La puesta en escena resulta buena, con un estupendo diseño de producción de Mark Geraghty (“In America”) creciéndose en los bellos exteriores, con los bellos parajes de la playa bellamente fotografiado esto por Larry Smith (“El Irlandés”), con lindas tomas aéreas con viento de la playa desierta y las olas rompiendo contra las rocas en indisimulada malegoría sobre la tormenta de sentimientos que mana de la historia, ello con la montaña-meseta al fondo, precioso, al parecer inspirándose en la obra del afamado pintor estadounidense Andrew Wyeth, sabiendo moverse también en la intimidad con planos sostenidos sobre los actores que impactan emocionalmente, y esto adornado por la nostálgica música de Patrick Cassidy (“El Reino de Los Cielos”), con una evocadora mezcla temas irlandeses populares y melodías melancólicas muy adecuadas al tono del film.
De la cinta brotan escenas meritorias: La charla aleccionadora en la playa entre padre e hija aclarando muchas cosas; La charla del padre con una mujer que acaba de perder a su marido en accidente y reniega de perder la fe; La estremecedora escena de cuando el padre encuentra a su perrito muerto, otro inocente salpicado por la villanía humana; La cruenta visita que el padre hace en prisión a un caníbal, violador, símbolo del mal por el mal; El modo tan abrupto de cómo un padre recrimina al sacerdote James que hable con hija, señal de la desconfianza que las gentes tienen hoy en la Iglesia; Como un barman iracundo recrimina al sacerdote que la Iglesia no condene a los bancos y su avaricia, dejando caer entre líneas la connivencia entre las dos instituciones; La tremenda historia que el ateo Frank harte le cuenta sobre un niño que ha quedado paralítico, ciego, sordomudo, muerto en vida, como sugiriendo que donde está su Dios en este caso, desgarrador; y alguno más que me dejo como su potente final.
Parece ser que “The Guard” y “Calvary” forman parte de una trilogía que hará el realizador irlandés sobre su país, la tercera se titulará "The Lame Shall Enter First", que también protagonizará Brendan Gleeson, y que el director ha definido como un cruce entre las dos partes anteriores.
En conjunto me queda una notable cinta de calado que nos habla sobre todo de la fe. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
El final cargado de ambigüedad y abierto a interpretaciones, es una conclusión amarga que no busca responder a cuestiones morales, se zambulle en la naturaleza retorcida del ser humano.
Frases para recordar: La Que abre el film <No desesperéis; uno de los ladrones fue salvado. No presumáis; uno de los ladrones fue condenado>, la primera que se oye <La primera vez que probé el semen cuando tenía 7 años de edad>, <Voy a matarte, padre, porque eres inocente> (la máxima de pagar justos por pecadores), <Se habla más de los pecados que de las virtudes…El perdón es la virtud mas infravalorada>, <Creo que hay demasiado hablar de pecados que hablar honesta y no lo suficiente acerca de las virtudes>, Hjalmar Söderberg en su novela Doctor Glas (1905), de la que John Michael McDonagh extrae una trémula cita <La gente quiere ser amada; en su defecto, admirada; en su defecto, temida; en su defecto odiada y despreciada. Quieren evocar algún tipo de sentimiento. El alma se estremece ante el olvido y busca la conexión a cualquier precio>