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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
8
Drama Finales del siglo XIX. Margaret Schlegel (Emma Thompson) y su hermana Helen (Helena Bonham Carter) son dos mujeres cultas y emancipadas para la época en que viven. Su relación con la convencional familia Wilcox acaba en enemistad. Sin embargo, pasado cierto tiempo, se establece una estrecha relación entre Margaret y la señora Ruth Wilcox (Vanessa Redgrave), quien, para disgusto de su familia, decide nombrar heredera de su mansión a la ... [+]
2 de octubre de 2022
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313/26(21/09/22) Notable melodrama de época, revisionado por el 30 aniversario de su estreno (27/02/992). Dirigido por James Ivory, adapta un libreto de su guionista habitual Ruth Prawer Jhabvala (escribió 21 guiones para Ivory), se basa en la novela homónima de 1910 de EM Forster, tercera adaptación de Merchant Ivory Productions de una novela de Forster (tras “A Room with a View” de 1985 y “Maurice” de 1987). La narrativa explora relaciones de clase en la Gran Bretaña eduardiana de principios SXX, a través de eventos en la vida de las hermanas Schlegel y los Wilcox. Familias que representan forma de ser en la sociedad británica, Wilcox son clase alta, hedonistas, arrogantes, condescendientes, fríos, flemáticos, les cuesta expresar emociones, epítome el patriarca al que da vida un formidable Anthony Hopkins, guardian conservador, matriarca a la que da vida una sensacional Vanessa Redgrave, está contra el sufragio para mujeres, el clasismo victoriano; y están las hermanas Wilcox (está un hermano Tibby, este con escaso peso), mujeres modernas, progresistas, simpáticas, extrovertidas, sin miedo a expresar emociones, altruistas en su trato con las clases bajas. Aunque la que da vida Emma Thompson es más pragmática, sabe moverse entre dos aguas, mientras la que embiste Helena Bonham Carter es todo sentimiento y pasión, romanticismo e idealismo puro. La propiedad que da título al film (y al libro) es una alegoría de la entonces cambiante Inglaterra, con sus vaivenes constantes, siendo también un juego mordaz sobre los juegos del destino, viéndolo desde los deseos de una moribunda. Un análisis de los rígidos y clasistas códigos de conducta en la decadente sociedad británica de entonces. Obra no apta a todos los paladares por su ritmo lento, aunque fluido, donde no paran de suceder acontecimientos que hacen avanzar la acción, pero todo a un nivel sereno. Destapando el micro universo pomposo de las clases altas, su fatuidad snobista, su hipocresía, su egoísmo, su demagogia, su codicia, y su falta de empatía.

Una de las escenas que marca el carácter de los protagonistas y el tono del film, es cuando Henry muestra a Margaret su casa con (falsas) intenciones de alquilársela, una suntuosa residencia plagada de ornamentos y cuadros antiguos (de antepasados de Charles) que maravillan a ella, y a él lo dejan cusi-bostezando. Pero en las escaleras Henry comienza a balbucear que su motivación no es la mencionada, y con medias e incómodas palabras le pide matrimonio, Margaret no le responde, pero le da un casto beso antes de marcharse, con lo que sucintamente el ‘sí’. Dejándonos la duda de si se aman o el compromiso es por otros motivos.

Tenemos momentos claves dan vigor al film, protagonizados por Margaret y Henry. Como es la fiesta de compromiso de Henry y Margaret en que aparece Ruth con Leonard y su esposa Jacky (notable en su zafiedad Nicola Duffett), sin pretenderlo se monta una riña, por el azar del pasado de Henry. Una maravillosa escena de charla entre Henry y Margaret, sublime como la desarrolla en base a elipsis maravillosamente manejadas para provocar emociones, cortes en fundidos a negro que desconciertan, pero a la vez quedan muy bien en la reacción de ambos; Otro momento crucial se da en la petición que Margaret hace a Henry sobre que deje a su hermana dormir una noche en Howards End, derivando en una discusión donde salen a relucir las ‘facturas’ del pasado, saliendo a relucir la hipocresía machista de la época, Margaret lo explica bastante bien sobre el doble rasero; Y hay una tercera que se da en el tramo final entre ambos, donde la personalidad segura de sí misma de Margaret colisiona con que el parapeto de Henry colapsa. Para derivar en un final satisfactorio a tono con la película, donde se manejan de modo virtuoso las *elipsis.

Tiene un lastre, quizás por culpa de la edición, pero el personaje de Charles (el hijo de Henry, encarna do por un correctito James Wilby) me resulta difuso en su comportamiento, parece tener ‘celos’ de Margaret y su influencia sobre su padre, pero en el tramo final lo vemos reunido amistosamente con Margaret y Meg, y de hecho cuando aparece Leonard se comporta como si le hubieran traicionado y le desborda la ira, no me creo este rol, me falta información.

Maravillosa puesta en escena, reflejo suntuoso de un tiempo y lugar. Formidable diseño de producción de la brasileña Luciana Arrighi (“Sentido y Sensibilidad” o “El Rey y Yo”), llevándonos por viviendas, casa de campo ("Peppard Cottage" en Oxfordshire es Howards End), mobiliario, calles, carruajes, campos, bancos, todo huele a realismo, entrelazado al fenomenal diseño de vestuario de la tri-oscarizada (11 nominaciones al Oscar, los ganó por “Una habitación con vistas, “Mad Max: Fury on the road” y “Cruella”), deslumbrando en la elegancia de los atuendos, en su pompa decadente emperifollada; Todo esto atomizado por la sensacional cinematografía de Tony Pierce-Roberts (“Una habitación con vistas”), crea cuadros claramente inspirados en el impresionismo de finales del SXIX y principios del SXX, composiciones naturalistas prodigiosas, con esos cálidos verdes y color de los ladrillos conforman algunas estampas de una beldad epicúrea, con gran detallismo lírico (como cuando el objetivo se fija en el filo del vestido de Ruth se desliza sobre la hierba), con cuadros con efluvios a Monet o August Renoir (fascinante el paseo en bote de Helen y Leonard, parecen flotar sobre las aguas del bucólico rio). También primorosa en las recargadas tomas interiores, no rueda, pinta sobre los fotogramas; Y envolviendo las imágenes está la estimulante música de Richard Robbins (“Lo que queda del día”), poseyendo elementos de la partitura basados en las obras de Percy Grainger "Bridal Lullaby" y "Mock Morris", piezas para piano interpretadas por el concertista inglés Martin Jones. Las obras orquestales dirigidas por Harry Rabinowitz e interpretadas por la Orquesta de Cámara Inglesa, amoldándose al relato de modo evocador.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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