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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Intriga Un sacerdote escucha la confesión de un criminal. Cuando las circunstancias implican al cura, y las sospechas de la policía recaen sobre él, entonces tendrá que afrontar una espinosa situación: no puede contar lo que sabe; tiene, pues, que encubrir al culpable porque está obligado a respetar el secreto de confesión. (FILMAFFINITY)
26 de noviembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
383/24(23/11/20) Solo interesante este thriller del maestro del suspense Alfred Hitchcock, que precisamente de esto carece la cinta. El guión de George Tabori (“Rojo atardecer”) se basa en una obra de teatro francesa de 1902 de Paul Anthelme titulada “Nos deux consciences” (Nuestras dos conciencias), que Hitchcock vio en la década de 1930. Tuvo una de las preproducciones más largas de cualquier película de Hitchcock, con casi 12 escritores trabajando en el guión de Hitchcock durante un período de ocho años (Hitchcock se tomó un tiempo libre para la boda de su hija Patricia Hitchcock en 1951), el libreto final tiene varias alteraciones por mor de la Warner (*), elementos que una vez sacados del desarrollo hacen que la historia tenga agujeros e incoherencias en el comportamiento de los protagonistas. De educación jesuita-católica, Hitchcock relaciona la historia del film con temas religiosos de carácter confesional, como el sacramento de la penitencia, la castidad, el pecado, la culpa católica, el perdón, la absolución, la permanencia del matrimonio. Ello indagando la dualidad del mundo místico y el racional, sobre el perdón en estas dualidades. Radiografiando la ética vs instinto de supervivencia, el sentido de la vocación vs a destapar a un asesino, pero todo ello Hitchcock sin pizca de sutilidad en un microcosmos de Iglesias y clero, que encontramos en la franco-canadiense Quebec (Hitchcock había planeado utilizar las iglesias de Quebec sin costo alguno. Cuando la diócesis local leyó el guión original de George Tabori, se opuso a la ejecución del sacerdote y revocó su permiso. Cuando Tabori se negó a cambiar el guión, Hitchcock trajo a William Archibald para reescribirlo.).

Trata uno de los mantras hitchcockianos como es el del falso culpable, en este caso un sacerdote sospechoso de asesinato, también aborda algo muy del gusto director de la papada, como es el matrimonio sin amor, el adulterio, la mujer rubia, pero ello en una historia con demasiadas cartas boca arriba, donde se sabe de inicio quien es el asesino, que se lo cuenta en confesión al cura y el supuesto dilema moral nunca se ve en peligro, parece sólido y sin duda en el cura, por lo que la duda es como saldrá del atolladero, derivando todo esto en un rush final atrofiado por un juicio artificioso e inverosímil, donde ni siquiera aparece el abogado defensor. La cinta entreteje tres historias paralelas un tanto desequilibradamente, teniendo de errado protagonista a Montgomery Clift en un papel desubicado, con un rostro que sin expresividad, que no parece sentir ni padecer, rol dócil que de querer ser mártir manso parece un autómata, donde la angustia ética que debía sentir se traduce en la nada más absoluta. Tiene a una desorientada Anne Baxter con un personaje pasado de vueltas en su comportamiento caótico, y es que los cambios en el guión hacen incoherente su carácter. Está un Karl Malden desaprovechado encarnando a un agente de policía plano. El único que parece tener alma es OE Hasse como el complejo asesino, aunque resulta grimante que sea alemán por querer alargar la maldad teutona una vez acabada la WWII. Quedándome un entretenimiento cumplidor a ratos, donde la maestría habitual del cineasta londinense queda restringida a puntuales momentos y algunos deidíficos encuadres.

Hitchcock dijo: 'Cualquier sacerdote que recibe la confesión de cualquier asesino se convierte en cómplice después del hecho... Nosotros los católicos sabemos que un sacerdote no puede revelar el secreto del confesionario, pero los protestantes, los ateos y los agnósticos todos dicen:' Ridículo, nadie permanecería en silencio y sacrificaría su vida por tal cosa... Los católicos sabemos que un sacerdote no puede revelar el secreto del confesionario, pero los protestantes, los ateos y los agnósticos todos dicen: '¡Ridículo! Ningún hombre se quedaría callado y sacrificaría su vida por tal cosa.”

Tiene un comienzo cargado de expresionismo alemán (ese que aprendió Hitchcock en su paso por la República de Weimar), gracias a la fotografía de Robert Burks (“La ventana indiscreta” o “Vértigo”), con un festival de sombras, claroscuros y planos holandeses, ello con el clímax del tramo de la confesión del asesinato en la Iglesia. Comenzando un juego de moralidad y sentimiento de culpa, entremezclado con un romance que tal y como se cuenta es inverosímil. Tiene en su primera media hora una gran tensión en cómo se producen las relaciones en la Iglesia con los sacerdotes y los empleados, pero el metraje conforme avanza y nos sumergimos en el culebrón venezolano del romance. Ello entrelazado a la investigación policial cogida por los pelos (de la casualidad), creando una sub historia donde todo apunta al cura, ello con la sospecha del criminal de que su confesor hable de más, todo esto se siente muy manufacturado, teniendo su zenit en el interrogatorio a la mujer, donde está presente el marido y el sospechoso, pero no el abogado de ella, toda una impostura metida con calzador, coronado por un largo y tedioso flash-back folletinesco, donde lo único que hace es aumentar la confusión con las motivaciones, la montaña ha parido un ratón, en el sentido del porqué del chantaje, un absurdo. Como lo es cuando relata el porqué de su matrimonio (no se nos dice porque el marido acepta casarse sin amor ¿?), todo un desatino increíble (spoiler). Para desembocar todo en un juicio apresurado e inverosímil, ello en un preámbulo remasticado con un montaje del cura paseando por Quebec donde se va encontrando con todo tipo de simbología sobre la culpa (un maniquí sin cabeza, una figura de Jesús arrastrando la cruz,...) todo son pruebas contra el cura, no hay nadie que le defienda, ni testigos a su favor (puaj!), con lo que el resultado final es una tomadura de pelo (spoiler). Hitchcock pretende llevarnos a uno de sus finales recordables-teatrales y nunca mejor dicho pues el final se da sobre un escenario de teatro, pero todo muy destensado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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