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España España · almeria
Voto de TOM REGAN:
6
Drama Film inspirado en la novela homónima de Georges Bernanos. Un joven sacerdote llega a una pequeña localidad del norte de Francia, donde se hace cargo de su primera parroquia. A pesar de que desarrolla sus labores sacerdotales con diligencia y humildad, es ignorado e incluso rechazado por sus feligreses. Convencido de que ha fracasado como pastor de almas, sufre una profunda crisis de fe. En tales circunstancias, tendrá que afrontar, ... [+]
3 de marzo de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
60/25(22/02/21) Sugestivo aunque desequilibrado drama religioso dirigido por el galo Robert Bresson en su tercer largometraje, adaptando una novela homónima de 1936 de Georges Bernanos, publicada en 1936, galardonada ese mismo año con el Grand Prix du roman de l 'Academia francesa. Film con un claro sabor literario donde la mayor parte del metraje es narrado voz en off por el protagonista a modo de diario (que da título al film), donde un sacerdote novel expone su turbulento mundo interior y como choca con la comunidad hosca y hostil que es su parroquia (los feligreses se niegana dar limosna por un funeral, los niños catequistas se ríen de él, o como a la misa solo acude una mujer). Una densa radiografía sobre la fe religiosa, las dudas morales, el ascetismo, las relaciones familiares, el dolor (tanto físico, como mental), el amor, el odio, la muerte, y la frustración existencial. Todo narrado con cruda sobriedad, en el rural entorno de un lugar que parece anclado en el tiempo, reflejando el aislamiento y la soledad espiritual (ello reflejado en la forma de filmar el entorno por mor de la notable cinematografía en glorioso b/n de Léonce Henry Burel [“Un condenado a muerte se ha escapado”] , marcando el clima invernal árido, con ladridos de fondo, con el modo físico en que está cuasi-solo en la misa, como pasea por páramos en solitario cual sombra mística negra entre árboles desnudos de hojas), ello en consonancia con el entorno social en que se mueve, ungido de hieratismo triste y macilento. Teniendo de protagonista al belga Claude Laydu (sin nombre en la película), con una expresividad monocorde de padecimiento, exhibiendo un tormento permanente en su ajado rostro, que a medida que avanza el metraje el maquillaje lo destroza marcando de modo grotesco los huesos de su rostro, ello con una clara finalidad de emparentarlo alegóricamente con Jesucristo y su Vía Crucis (el protagonista dice de sí mismo verse en la agonía de Cristo en Getsemaní, como su lugar en el Evangelio), donde solo vemos una vez una tímida sonrisa en su cara (cuando sube en una moto de paquete y el aire le azota y parece retrotraerse a su niñez). Una película que parece influenciada por el cine del danés Carl Theodore Dreyer, sobre todo de “La pasión de Juana de Arco” (1928), tanto es así que Bresson haría también otra versión de la vida de la legendaria Doncella de Orleans, “El proceso de Juna de arco” (1962).

El joven sacerdote (Claude Laydu) llega a la inhóspita parroquia de Ambricourt (Pas-de-Calais). Es un cura que padece de problemas estomacales que le hace alimentarse únicamente de azúcar, pan y mal vino. Lleva un diario privado en que relata las dificultades que encuentra para ser aceptado por sus feligreses en esta campaña de Artois. Las niñas, especialmente Séraphita (Martine Lemaire), se burlan de él en catequesis. Confia sus problemas al abad de Torcy (Armand Guibert), quien lo envió a ser examinado por el doctor Delbende (Antoine Balpêtré) y le aconseja que proceda con cautela para ganarse la confianza de sus feligreses. El joven sacerdote no sigue este consejo y se encuentra con el conde (Jean Riveyre), a quien sabe que es el amante de la maestra (Nicole Maurey) contratada para enseñar a su hija Chantal (Nicole Ladmiral), una adolescente que odia a su madre (Rachel Berendt). Esta última es una mujer quebrantada, que ha perdido la fe desde la prematura muerte de su hijo pequeño. También tendrá importancia en la historia el primo de Chantal, Olivier (Jean Danet), un hombre que comanda un regimiento de la Legión Extranjera, y un joven en Lille antiguo amigo del protagonista, Dufrety (Bernard Hubrenne), un sacerdote expulsado que vive con una mujer.

Pero no todo es bueno en la cinta (desde mi modesta opinión), ejemplo pues el uso de la voz en off llega a resultar jartible, sobre todo porque en muchos casos describe lo que estamos viendo hace el protagonista, esto queda grimante, como si el director no estuviera seguro de lo que cuenta, pues las imágenes describen acciones, no hay por qué describirlas. Asimismo, mi vínculo emocional con el protagonista es escaso, pues no me produce empatía, desde que lo vemos es un ser macilento y lacónico, no tiene evolución alguna, no posee dudas, ni dilemas, con lo que lo siento con un mero arquetipo fatalista literario. No ayudan ciertos diálogos pretenciosos y poco naturales entre los personajes. Para mí, estudios cinematográficos sobre la fe los hay mucho mejores, ejemplo “La palabra” (1955) de Dreyer, “Nazarin” (1959) de Buñuel, o “Los comulgantes” (1963) de Ingmar Bergman, esta última también basada en un libro de Bernanos.

Es una visión desalentadora del mundo clerical, ejemplo es lo que le comenta el experimentado cura de Torcy al protagonista acerca de la acidez del entorno en su parroquia: "Un verdadero sacerdote nunca es amado. A la Iglesia le da igual que los sacerdotes sean amados", incluso en otro momento le comenta sobre su tormentoso mundo interior: "Sufres más que rezas". El tramo crucial de la película es el encuentro auspiciado por la hija del conde, Chantal (Nicole Ladmiral), entre la condesa para que este la convenza para no la interne en un colegio. La entrevista deriva en las dudas sobre la fe en Dios de ella, con argumento chocando de modo agrio, pero lo que parece un triunfo del cura, se torna en la mañana en colapso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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