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Voto de TOM REGAN:
6
7.9
109,542
Drama. Fantástico
Ambientada en el sur de los Estados Unidos, en plena Depresión. Paul Edgecomb es un funcionario de prisiones encargado de vigilar la "Milla Verde", un pasillo que separa las celdas de los reclusos condenados a la silla eléctrica. John Coffey, un gigantesco hombre negro acusado de asesinar brutalmente a dos hermanas de nueve años, está esperando su inminente ejecución. Tras una personalidad ingenua e infantil, Coffey esconde un ... [+]
14 de enero de 2020
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
242/26(29/01/20) Sobrevalorado drama carcelario con tintes de fantasía dirigido y escrito por Frank Darabont basado en la novela de entregas (seis) homónima de Stephen King de 1996. Esta es la segunda dirección de largometraje de Darabont, la primera fue “The Shawshank Redemption” (1994), también basada en una obra del escritor King, también con una cárcel como escenario, y también las dos están contadas en primera persona, solo que en esta se recurre a la narración en off desde el presente para contar la historia en flash-back, recordando el modo de utilizarlo a la oscarizada “Salvar al soldado Ryan”, las dos abren y cierran el relato, y en las dos el epílogo resulta bochornosamente sensiblero (aunque en la de Spielberg esto queda en anécdota en la suma de lo homérico). Lo que cambia con respecto a la de 1994 es que aquí el punto de vista es el de los carceleros y no los presos, pero sobre todo la inclusión del elemento sobrenatural. Entre oros problemas la película peca de un metraje excesivo, más de tres horas para lo que se cuenta, lo cual da que pensar en la pretenciosidad del realizador creyendo que su material es de gran trascendencia, o que es un inseguro en lo que cuenta y no sabe sintetizar para dar ritmo, induciendo al minutaje a mucho bajones, con demasiadas subtramas, que encima se alargan en demasía, la procedencia de origen que sea un serial tendrá parte de culpa, pero el guionista y director ha de saber separar el polvo de la paja, y no caer en una sucesión de viñetas, que por sí solas pueden tener su atractivo, pero en la suma baja enteros en su cohesión, derivando en una cinta discontinua, con buenos momentos, pero mucho valles, estos acentuados por un mal escogido devenir de climaxs que no hacen más que destensar al espectador, ejemplo de esto es su tramo final que se estira sin sentido provocando el espectador se enfrié, tampoco son de recibo algunas trampas tan sensibleras como de argumento simplista.
Pero no todo es malo, tiene elementos salvables y buenos, como ese canto a la vida, y el alegato contra la pena de muerte (el mostrarnos una muerte en la silla eléctrica en primer plano es prueba de ello), el director construye con habilidad todo un sub mundo alrededor de ese pasillo con condenados a la “Chispitas”, con momentos emocionales bien conseguidos, con una buena construcción de personajes, con actuaciones excelentes algunas, con un humor apreciable. Turbador es la sub lectura que se puede extraer de que uno de los reos esperando la ejecución es un remedo de Jesucristo, empezando por sus siglas JC (John Coffey), y luego por sus circunstancias, hace milagros (sana a enfermos, revive muertos,…), condenado a muerte ante un público sádico, por un crimen que no cometió, pero que espera con templanza su muerte por los pecados de los demás. Fue un gran éxito de taquilla recaudando $ 290 millones con un presupuesto de $ 60 millones. Fue nominado a cuatro premios de la Academia: película, actor de reparto por Duncan, sonido y guión adaptado.
Tras el prólogo en el presente nos adentramos en un submundo propio, como es este peculiar corredor de la muerte en plena Gran Depresión. Entonces Darabont se toma tiempo (excesivo) en la presentación de los personajes, delineándolos con cariño, componiendo este universo singular donde hasta los condenados a pena capital resultan entrañables, como el nativo indio o el reo cajun. La interrelación entre los carceleros y los presos resulta de comprensión y aceptación de lo que va a suceder por todas las partes, creando un halo de empatía con los penados, esto entre otros elementos conseguido con el artificioso método de no mencionar los crímenes cometidos por estos, con lo que la asepsia es total con ellos, esto deriva en un subtexto de que esta Milla Verde es una especie de purgatorio anterior a dejar este mundo de los vivos. Nos exponen la camaradería entre los funcionarios encargados de llevar esta antesala a la muerte, pero lo hacen por imperativo del guión, sin demasiados elementos nos la hagan fluir orgánicamente. Esta armonía se ve socavada por un malo caricaturesco entre los guardianes, que me es estridente en la forma en que lo soportan, el nepotismo no se aguanta en sus formas.
Todo esto dura una hora, hasta lo que será el núcleo de la historia aparece, el gigantón negro John Coffey, con resonancias al Lenny de “De ratones y hombres” en su bondad y candidez ante el mundo carroñero que les rodea. Tipo peculiar que desprende ternura, muy bueno mencione que le da miedo la oscuridad, su rostro transpira inocencia. Entre el jefe del corredor Paul y John surge una relación, en la que el primero le acogerán las dudas sobre si es culpable o no. Esto apoyándose en cierto capacidad sobrenatural que posee Coffey, y que el carcelero cree ‘Dios’ no ha podido regalárselo a alguien malo, pero este supuesto poder divino queda torpedeado por el hecho de que John Coffey no parece ser creyente, pues reniega de la asistencia de un sacerdote. Esto me chirría bastante, sobre todo en esta época, pues el cristianismo era algo muy extendido, con lo que da que pensar de que algo le pasó a John con ‘Dios’. Y es que esta es otra gran tara del film, a pesar de prolongado metraje, no hay tiempo para nos enteremos quien es John Coffey, no sabemos nada de su pasado, de cuando le surgieron estos poderes, si hubo un momento clave, si fueron de nacimiento, de cómo los ha sobrellevado hasta entonces, todo es una nebulosa que juega en contra, quedando el gran reo en un cliché bonachón. Esta trama de los milagros me queda impactante cuando la ves por vez primera, pero en posteriores revisiones pierde mucho, cayendo en lo almibarado, en lo sensiblero, con una deriva que cruje más que el Titanic partiéndose en dos (spoiler). Y esto es lo deficiente, que es una película para sorprenderte, y tras esta tramoya hay poco más, Darabont infunde más solemnidad de la que pueden soportar los fotogramas por su narración.
Pero no todo es malo, tiene elementos salvables y buenos, como ese canto a la vida, y el alegato contra la pena de muerte (el mostrarnos una muerte en la silla eléctrica en primer plano es prueba de ello), el director construye con habilidad todo un sub mundo alrededor de ese pasillo con condenados a la “Chispitas”, con momentos emocionales bien conseguidos, con una buena construcción de personajes, con actuaciones excelentes algunas, con un humor apreciable. Turbador es la sub lectura que se puede extraer de que uno de los reos esperando la ejecución es un remedo de Jesucristo, empezando por sus siglas JC (John Coffey), y luego por sus circunstancias, hace milagros (sana a enfermos, revive muertos,…), condenado a muerte ante un público sádico, por un crimen que no cometió, pero que espera con templanza su muerte por los pecados de los demás. Fue un gran éxito de taquilla recaudando $ 290 millones con un presupuesto de $ 60 millones. Fue nominado a cuatro premios de la Academia: película, actor de reparto por Duncan, sonido y guión adaptado.
Tras el prólogo en el presente nos adentramos en un submundo propio, como es este peculiar corredor de la muerte en plena Gran Depresión. Entonces Darabont se toma tiempo (excesivo) en la presentación de los personajes, delineándolos con cariño, componiendo este universo singular donde hasta los condenados a pena capital resultan entrañables, como el nativo indio o el reo cajun. La interrelación entre los carceleros y los presos resulta de comprensión y aceptación de lo que va a suceder por todas las partes, creando un halo de empatía con los penados, esto entre otros elementos conseguido con el artificioso método de no mencionar los crímenes cometidos por estos, con lo que la asepsia es total con ellos, esto deriva en un subtexto de que esta Milla Verde es una especie de purgatorio anterior a dejar este mundo de los vivos. Nos exponen la camaradería entre los funcionarios encargados de llevar esta antesala a la muerte, pero lo hacen por imperativo del guión, sin demasiados elementos nos la hagan fluir orgánicamente. Esta armonía se ve socavada por un malo caricaturesco entre los guardianes, que me es estridente en la forma en que lo soportan, el nepotismo no se aguanta en sus formas.
Todo esto dura una hora, hasta lo que será el núcleo de la historia aparece, el gigantón negro John Coffey, con resonancias al Lenny de “De ratones y hombres” en su bondad y candidez ante el mundo carroñero que les rodea. Tipo peculiar que desprende ternura, muy bueno mencione que le da miedo la oscuridad, su rostro transpira inocencia. Entre el jefe del corredor Paul y John surge una relación, en la que el primero le acogerán las dudas sobre si es culpable o no. Esto apoyándose en cierto capacidad sobrenatural que posee Coffey, y que el carcelero cree ‘Dios’ no ha podido regalárselo a alguien malo, pero este supuesto poder divino queda torpedeado por el hecho de que John Coffey no parece ser creyente, pues reniega de la asistencia de un sacerdote. Esto me chirría bastante, sobre todo en esta época, pues el cristianismo era algo muy extendido, con lo que da que pensar de que algo le pasó a John con ‘Dios’. Y es que esta es otra gran tara del film, a pesar de prolongado metraje, no hay tiempo para nos enteremos quien es John Coffey, no sabemos nada de su pasado, de cuando le surgieron estos poderes, si hubo un momento clave, si fueron de nacimiento, de cómo los ha sobrellevado hasta entonces, todo es una nebulosa que juega en contra, quedando el gran reo en un cliché bonachón. Esta trama de los milagros me queda impactante cuando la ves por vez primera, pero en posteriores revisiones pierde mucho, cayendo en lo almibarado, en lo sensiblero, con una deriva que cruje más que el Titanic partiéndose en dos (spoiler). Y esto es lo deficiente, que es una película para sorprenderte, y tras esta tramoya hay poco más, Darabont infunde más solemnidad de la que pueden soportar los fotogramas por su narración.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Me queda insatisfactorio en una película sobre el corredor de la muerte, con protagonismo de los guardias no hay mínima reflexión entre ellos sobre lo que hacen. Nos los pintan de buen corazón (casi a todos), no quieren que sufran más de la cuenta los reos (hacen ensayos sin que ellos se enteren), pero no se indaga en que son los que hacen posible la maquinaria de esta salvaje venganza este engrasada. No hay implicación mínima en esto, no vemos a los presos sufrir por esto, se lo toman de modo flemático, solo queda como significativo en este aspecto, la ejecución de uno de los presos en primer plano (demasiado largo, quizás por inseguridad el director no sabe cuando ha conseguido el efecto deseado y continua), esta envuelta en llamas que nos calan. Pero incluso esto se siente tramposo, pues en realidad esto (nos dice la película) no es por el método vomitivo de la silla eléctrica, es porque alguien se ha saltado el protocolo no mojando (adrede) la cabeza del condenado. O sea que si se humedece la cabeza es algo civilizado (puaj!).
La estrella de la película es un majestuoso Michael Clarke Duncan como el condenado John Coffey, actuación espléndida en su función de desbordar empatía con él, su expresividad resulta entrañable, como sonríe, como solloza, como habla, excelente; Tom Hanks cumple sin más en un rol de everyman echo a su medida; Doug Hutchinson da vida a Percy, el sádico carcelero, lo hace en un papel unidimensional, malo porque sí; Michael Jeter da vida al preso Eduard Delacroix, un tipo que desprende simpatía en sus maneras, teniendo una sentida relación con un ratón. Parece increíble este personajillo haya hecho algo para ser condenado a muerte; Sam Rockwell aprovecha su rol de "Wild Bill" Wharton para desplegar su vena perversa divertida, más que malo, es muy travieso y gamberro, esto el actor lo borda con mucha vis cómica; Harry Dean Stanton como el preso Toot-Toot demuestra que no hay papeles pequeños, si no actores mediocres, entre los que no se cuenta él, puede da una lección de carácter jovial y pícaro; Y están los que resultan desdibujados en sus personajes como David Morse, Barry Pepper, James Cromwell, o una histriónica Patrizia Clarkson.
Spoiler:
Me queda poco creíble los guardias vean como John Coffey revive a un ratón muerto, pongan caras de asombro, y luego continúen con sus vidas como si nada; Paul va a utilizar a Coffey para curar a la esposa del alcaide y no se lo dicen, no se lo dicen al Hacedor de Milagros, cuando llegan a la casa del alcaide la mujer no parece tener cáncer, más bien está poseída por el demonio por como despotrica obscenidades, y más que un milagro, requiere un exorcismo; Coffey la cura, y el alcaide demuestra ser un tipo de hielo al no implicarse lo más mínimo con el que ha curado a su esposa, no intenta salvarlo de algún modo hablando con el gobernador para le indulte o le conmute la pena, no hay sentido de agradecimiento. Esto me resulta grimante; Pero Paul que primero se implica indagando en lo que ha llevado a Coffey al corredor, luego se entera que es inocente, y lo mismo que el alcaide, no se mueve para salvar a un Ser Divino, mantiene una charla exculpatoria con él y plis plas, Paul queda como Poncio Pilatos. Encima John Coffey parece le regaló la inmortalidad y el la ve como un castigo (puaj!).
Spoiler:
El mejor momento es para mí cuando John Coffey sentado en la fatídica silla espera la enchufen para ejecutarlo y en el impasse canta el “Cheek to Cheek” mientras llora, esto como metáfora de como el cine nos hace soñar y evadirnos de nuestra triste realidad. Y es que Coffey poco antes de llegar allí había visto su primera película en cine (gracias a Pual Edgecombe), siendo esta “Sombrero de copa” (1935), con esta canción como icono.
Sumado lo bueno y lo malo, me da un interesante film, con picos de calidad, pero demasiado relleno. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/01/la-milla-verde.html
La estrella de la película es un majestuoso Michael Clarke Duncan como el condenado John Coffey, actuación espléndida en su función de desbordar empatía con él, su expresividad resulta entrañable, como sonríe, como solloza, como habla, excelente; Tom Hanks cumple sin más en un rol de everyman echo a su medida; Doug Hutchinson da vida a Percy, el sádico carcelero, lo hace en un papel unidimensional, malo porque sí; Michael Jeter da vida al preso Eduard Delacroix, un tipo que desprende simpatía en sus maneras, teniendo una sentida relación con un ratón. Parece increíble este personajillo haya hecho algo para ser condenado a muerte; Sam Rockwell aprovecha su rol de "Wild Bill" Wharton para desplegar su vena perversa divertida, más que malo, es muy travieso y gamberro, esto el actor lo borda con mucha vis cómica; Harry Dean Stanton como el preso Toot-Toot demuestra que no hay papeles pequeños, si no actores mediocres, entre los que no se cuenta él, puede da una lección de carácter jovial y pícaro; Y están los que resultan desdibujados en sus personajes como David Morse, Barry Pepper, James Cromwell, o una histriónica Patrizia Clarkson.
Spoiler:
Me queda poco creíble los guardias vean como John Coffey revive a un ratón muerto, pongan caras de asombro, y luego continúen con sus vidas como si nada; Paul va a utilizar a Coffey para curar a la esposa del alcaide y no se lo dicen, no se lo dicen al Hacedor de Milagros, cuando llegan a la casa del alcaide la mujer no parece tener cáncer, más bien está poseída por el demonio por como despotrica obscenidades, y más que un milagro, requiere un exorcismo; Coffey la cura, y el alcaide demuestra ser un tipo de hielo al no implicarse lo más mínimo con el que ha curado a su esposa, no intenta salvarlo de algún modo hablando con el gobernador para le indulte o le conmute la pena, no hay sentido de agradecimiento. Esto me resulta grimante; Pero Paul que primero se implica indagando en lo que ha llevado a Coffey al corredor, luego se entera que es inocente, y lo mismo que el alcaide, no se mueve para salvar a un Ser Divino, mantiene una charla exculpatoria con él y plis plas, Paul queda como Poncio Pilatos. Encima John Coffey parece le regaló la inmortalidad y el la ve como un castigo (puaj!).
Spoiler:
El mejor momento es para mí cuando John Coffey sentado en la fatídica silla espera la enchufen para ejecutarlo y en el impasse canta el “Cheek to Cheek” mientras llora, esto como metáfora de como el cine nos hace soñar y evadirnos de nuestra triste realidad. Y es que Coffey poco antes de llegar allí había visto su primera película en cine (gracias a Pual Edgecombe), siendo esta “Sombrero de copa” (1935), con esta canción como icono.
Sumado lo bueno y lo malo, me da un interesante film, con picos de calidad, pero demasiado relleno. Fuerza y honor!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://conloslumiereempezo.blogspot.com/2020/01/la-milla-verde.html