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Voto de TOM REGAN:
6
8 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
161/10(07/06/20) Sugerente film, aunque irregular, yendo de más a menos esta producción hispana con guión y dirección del oscarizado director iraní Asghar Farhadi derivando en una especie de “Falcon Crest” cañí por de lo del escenario de viñedos con algo de folletinesco. En lo que se siente una revisión modificada de un anterior film suyo, “Darbareye Elly” (2009), el que le dio fama internacional, donde también el deux machine es una desaparición. En este caso tras una bucólica primera parte de la trama centrada en una boda en un pueblo rural manchego, mostrándonos el clima festivo, la alegría, alegría, el júbilo, y de pronto se produce una catarsis que hace que todo este micromundo de felicidad impostada cae en pedazos cuando salen a relucir viejas inquinas, recuerdos, heridas no cicatrizadas, amores agrietados, rencores, mentiras, sospechas, algo también muy del realizador persa en su filmografía el deconstruir las falsas apariencias, ello para colocarnos en el centro de dilemas morales, que hacen que la complejidad humana salga a relucir. Todo ello con un sello de elegancia en la ambientación, con buenos momentos de intensidad, siendo clave para ellos unas vibrantes actuaciones, con un formidable elenco coral, toda una pléyade de lo mejorcito de nuestro cine, tantos que algunos son desaprovechados. Excelentes Penelope Cruz, Javier Bardem, Barbara Lennie, y Ricardo Darín, estupendo Eduard Fernández en un rol de relleno (ejemplo es que sin él la película hubiera asido la misma), roba-escenas un Ramón Barea que demuestra que no hay papeles pequeños, si no buenos y malos actores, (él por supuesto de los primeros), José Ángel Egido hace lo que puede con un rol metido con calzador, Elvira Minguez da poso expresivo a un personaje hierático.
Farhadi tuvo la idea de hacer una película en España hace 15 años, en unas vacaciones, cuando vio carteles de una niña desaparecida pegados hasta en el último rincón de un pueblo de Castilla. El proyecto empezó a tomar forma hace un lustro, cuando Cruz y Bardem se subieron al carro. Cuando llegó el tiempo de preparar el rodaje, se alquiló un piso en solitario, se pegó a un profesor de español 24 horas al día y vigiló que las palabras del guión fueran dichas con la entonación, el quiebro, el gesto milimetrados fonéticamente.
Tiene problemas de consistencia, empezando por un metraje de 130 minutos desmedido para lo que cuenta, no hay capacidad de síntesis para muchos tramos eliminables que hinchan sin sentido muchas partes con subrayados innecesarios, ello produce desequilibrio de ritmo; Cuando la película vira al thriller adolece de coherencia en el comportamiento de los personajes, donde parce que no importa encontrarla, si no inocular el veneno entre los personajes, dejando paso a que el melodrama lo devore la historia en unas ramificaciones de secretos que huelen demasiado a telenovela facilona, donde los matices desaparecen en medio de remarcados excesivos; Tampoco ayuda un final metido con calzador y nada satisfactorio en su resolución ‘paracaidista’.
En la primera parte Farhadi transmite con vigor un aire entusiasta hispano, lo hace con un gran trabajo de fotografía (de José Luis Alcaine), primero con esa llegada al pueblo de Laura e hijos, con los reencuentros en la plaza (de Torrelaguna), y en la casa de la familia, creando estampas con las que uno se identifica en su idiosincrasia costumbrista patria. Conocemos a la extensa prole de personajes. Llegamos al tramo de la boda, con notas de humor (el cura pidiendo sutilmente dinero para arreglar la Iglesia), con dosis de romanticismo juvenil con esa pareja de adolescentes (Irene [correcta Carla Campra] y ‘Felipe [buen Sergio Castellanos]) subiendo por la laberíntica escalera al reloj del campanario, allí se dan cita el candor de los picores sexuales a flor de piel, el espíritu travieso con la joven haciendo sonar las campanas, y sobre todo dando valor al título cuando él comenta que unas iniciales (L P) son las de Laura (Penélope Cruz) y Paco (Javier Bardem), que de jóvenes estuvieron enamorado. Saltamos a la típica celebración de boda, con el alcohol, la tarta, los bailes, los cantos alborozados, el jolgorio, todo es algarabía y regocijo en una plácida noche, expuesto esto con una cámara juguetona alrededor de los asistentes. Pero entonces se produce un corte de luz, y el tono de la narración cambia, Irene desaparece, y el clima rompe a llover torrencial y dramáticamente acorde con el aire turbio que toma la película.
Tras el festín, en un segundo llega el drama, virando a por momentos un cluedo en que hay encontrar sospechosos a los hechos. Entonces sentimientos durmientes o latentes comienzan a bullir, las viejas rencillas, los dolores de antaño, entramos en una espiral donde el peso del pasado se funde con el presente donde se hace una especie de caza de brujas donde nadie queda a salvo de la ‘quema’ de querer hallar un chivo expiatorio a lo que sucede. Farhadi tiene éxito en la construcción de una atmósfera densa que va oprimiendo gradualmente a los protagonistas, va sumiéndolos en la angustia, donde los secretos y los resquemores surten de toxicidad el aire, donde los viejos amores, viejas ventas, y las envidias forman un caldo de cultivo febril.
Farhadi tuvo la idea de hacer una película en España hace 15 años, en unas vacaciones, cuando vio carteles de una niña desaparecida pegados hasta en el último rincón de un pueblo de Castilla. El proyecto empezó a tomar forma hace un lustro, cuando Cruz y Bardem se subieron al carro. Cuando llegó el tiempo de preparar el rodaje, se alquiló un piso en solitario, se pegó a un profesor de español 24 horas al día y vigiló que las palabras del guión fueran dichas con la entonación, el quiebro, el gesto milimetrados fonéticamente.
Tiene problemas de consistencia, empezando por un metraje de 130 minutos desmedido para lo que cuenta, no hay capacidad de síntesis para muchos tramos eliminables que hinchan sin sentido muchas partes con subrayados innecesarios, ello produce desequilibrio de ritmo; Cuando la película vira al thriller adolece de coherencia en el comportamiento de los personajes, donde parce que no importa encontrarla, si no inocular el veneno entre los personajes, dejando paso a que el melodrama lo devore la historia en unas ramificaciones de secretos que huelen demasiado a telenovela facilona, donde los matices desaparecen en medio de remarcados excesivos; Tampoco ayuda un final metido con calzador y nada satisfactorio en su resolución ‘paracaidista’.
En la primera parte Farhadi transmite con vigor un aire entusiasta hispano, lo hace con un gran trabajo de fotografía (de José Luis Alcaine), primero con esa llegada al pueblo de Laura e hijos, con los reencuentros en la plaza (de Torrelaguna), y en la casa de la familia, creando estampas con las que uno se identifica en su idiosincrasia costumbrista patria. Conocemos a la extensa prole de personajes. Llegamos al tramo de la boda, con notas de humor (el cura pidiendo sutilmente dinero para arreglar la Iglesia), con dosis de romanticismo juvenil con esa pareja de adolescentes (Irene [correcta Carla Campra] y ‘Felipe [buen Sergio Castellanos]) subiendo por la laberíntica escalera al reloj del campanario, allí se dan cita el candor de los picores sexuales a flor de piel, el espíritu travieso con la joven haciendo sonar las campanas, y sobre todo dando valor al título cuando él comenta que unas iniciales (L P) son las de Laura (Penélope Cruz) y Paco (Javier Bardem), que de jóvenes estuvieron enamorado. Saltamos a la típica celebración de boda, con el alcohol, la tarta, los bailes, los cantos alborozados, el jolgorio, todo es algarabía y regocijo en una plácida noche, expuesto esto con una cámara juguetona alrededor de los asistentes. Pero entonces se produce un corte de luz, y el tono de la narración cambia, Irene desaparece, y el clima rompe a llover torrencial y dramáticamente acorde con el aire turbio que toma la película.
Tras el festín, en un segundo llega el drama, virando a por momentos un cluedo en que hay encontrar sospechosos a los hechos. Entonces sentimientos durmientes o latentes comienzan a bullir, las viejas rencillas, los dolores de antaño, entramos en una espiral donde el peso del pasado se funde con el presente donde se hace una especie de caza de brujas donde nadie queda a salvo de la ‘quema’ de querer hallar un chivo expiatorio a lo que sucede. Farhadi tiene éxito en la construcción de una atmósfera densa que va oprimiendo gradualmente a los protagonistas, va sumiéndolos en la angustia, donde los secretos y los resquemores surten de toxicidad el aire, donde los viejos amores, viejas ventas, y las envidias forman un caldo de cultivo febril.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los peros lastran la cinta. Los giros de guión resultan mal explicados (siendo benévolos), como que nunca se explica el motivo por el que Laura dejó a Paco, nunca se explica porque Laura y paco Vivian juntos de niños, de donde sacó el dinero Paco para comprar el viñedo; Sueltan cebos de modo caótico, como es el elemento del dron al que se le da relevancia y luego nada suma, como se entra a sospechar de los peones de la finca de Paco y luego se deja; Dejan los secuestradores recortes de un secuestro anterior para ‘acojonar’, y se habla de este caso apenas unos segundos; El rol del ex policía sobra y nada aporta; De buenas a primeras, a las casi dos horas nos cuelan una reflexión sobre la fe en el personaje de Alejandro (Ricardo Darín), ello para contrarrestarlo con el pragmatismo de Paco (Bardem), quedando un parche; Alejandro precisamente es otro personaje que no encaja, pues no se da un fondo de él para entender como Laura se casó y marchó con él a Argentina, aunque el actor da una lección de gran emocionalidad sobre todo al contar la historia de Irene; Pero con todo lo peor es el arbitrario rush final, nos enteramos de pronto que el secuestro ha sido planeado por la sobrina de Laura, su novio y un amigo resentido. Prácticamente unos que pasaban por allí, de tanto querer sorprender se han pasado de rosca, pues deberían haber dejado alguna miguita como pista, pero esto ni se roza. Pero es que luego no se dan motivaciones de peso para que el trío perpetrara el rapto, como no se explica porque sabían que Irene es la hija de Paco, o porque le mandan mensajes a la mujer de Paco. Todo muy liviano y poco creíble estos ‘mindundis’ no dejaran rastro alguno; El zenit de lo grimante es que una vez han recuperado a Irene no denuncian el secuestro a la Guardia Civil, se callan como si nada hubiera pasado, Paco por lo menos querría recuperar su fortuna, pero no. Acaba con la familia argentina yéndose a su país y santas pascuas. Decepcionante.
Me queda una película que te engancha pero que a medida que avanza se va debilitando, hasta terminar en modo bajón. Fuerza y honor!!!
Me queda una película que te engancha pero que a medida que avanza se va debilitando, hasta terminar en modo bajón. Fuerza y honor!!!