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Voto de TOM REGAN:
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Terror
Melanie, una joven rica y snob de la alta sociedad de San Francisco, conoce casualmente en una pajarería al abogado Mitch Brenner. Él, que conoce por la prensa la alocada vida de Melanie, la trata con indiferencia y se va de la tienda dejándola bastante irritada. Ella, que no está acostumbrada a que la traten así, encarga unos periquitos y se presenta en la casa de la madre de Mitch, en Bodega Bay. En cuanto llega, los pájaros, ... [+]
9 de junio de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
86/01(01/05/13) Este año se cumple el 50 aniversario de este clásico de Alfred Hitchcock, una obra lineal de terror si no se rasca pero que si se hace se sacan mensajes encriptados, ello no impide ver defectos en la trama romántica. Me salto el argumento por falta de espacio.
Este audaz film del realizador contiene parte de su temario particular, la arbitrariedad del peligro, los inocentes perseguidos, somos un juguete del azar, esto es usado por Hitch para darnos un relato con varias interpretaciones, una de ellas nos dice lo frágiles que somos, los pájaros violentos no son depredadores si no aves normalmente pacíficas que sin motivo aparente atacan nuestra acomodada sociedad por ello el miedo a que lo que nos rodee se nos vuelva en nuestra contra da pavor, juega con el sinsentido de los ataques para inquietarnos, construye un ambiente malsano de terror, sirve al director para ahondar en la psique de los protagonistas, creando angustia existencial ante el poder omnímodo de la poderosa Naturaleza , en este caso el orondo inglés propone un juego perverso de cambio de caracteres, los seres humanos deben ‘enjaularse’ para estar a salvo de los pájaros que campan a sus anchas, sembrando el miedo. La Naturaleza con terremotos, inundaciones o tornados dan fe de su capacidad destructiva, Hitch da una vuelta de tuerca con los animales, género ya tratado en cintas anteriores como ‘La Senda de los Elefantes’ o ‘Cuando ruge la marabunta’ y posteriores como en la espléndida ‘Tiburón’ o ‘Aracnofobia’.
Al inicio es una comedia romántica de ágiles diálogos, cuando el shock se desencadena la acción descoloca y provoca desasosiego ante el horror a lo irracional, los diálogos cuando la violencia explota se comprimen al mínimo para que podamos escuchar los trémulos latidos de nuestro corazón. Hitch con su hábil pulso nos transmite suspense, intriga, misterio, con sabrosas píldoras de humor desengrasante, construyendo escenas fascinantes, y dejando el enigma colgando del porque, y es que quiso ser fiel a la obra en que se basa y no dar motivación a la ira aviar, los posibles motivos son triturados en la estupenda escena del bar en que una carismática ornitóloga pretende dar lógica a lo que ocurre y la realidad la atropella. Con todos estos ingredientes asistimos a una obra de enorme tensión que atrapa y sobrecoge.
El escritor Evan Hunter guionizó el cuento de Daphne Du Maurier, tercer libreto de esta novelista que Hitch adapta, tras ‘Jamaica Inn’ y ‘Rebeca’, iba a ser un capítulo más de la popular serie de televisión de los 50 ‘Alfred Hitchcock Presenta’, pero a Hitch le gustó tanto que decidió llevarlo a la gran pantalla, la acción se trasladó de la campiña inglesa a un pueblo ribereño cerca de San Francisco. Curiosamente mientras preparaba el film, Alfred leyó en un periódico californiano que el 28 de agosto de 1961 hubo un ataque de pájaros nocturno en la Bahía de Monterrey, teniendo que salir las gentes a las calles y combatirlos con antorchas, a la mañana las calles estaban cubiertas de aves muertas, hasta 2011 no se dio una explicación a los hechos, biólogos de la Universidad Estatal de Luisiana dijeron que pudo ser a causa de la intoxicación aviar al ingerir una alga venenosa que alteró el sistema nervioso de los animales.
La cinta está plagada de secuencias de gran fuerza dramática, que dan buena muestra del genio británico, iconos del Séptimo Arte perennes. Su inicio es una clase magistral de síntesis Hitch, los magníficos títulos de crédito de James S. Pollack con los que abre el telón de la obra, manadas de cuervos hiperviolentos cruzan la pantalla de lado a lado sobre un fondo blanco devorando los nombres azules que aparecen sobreimpresionados en pantalla, mientras se oyen sonidos aterradores, diáfano simbolismo de lo que nos espera, a continuación se nos presenta a los tres protagonistas, Melanie, Mitch y los Pájaros, y se hace de modo formidable, viene la calma donde se desarrolla el melodrama y se inician los a ataques, brillantes, el del cumpleaños, los de las casa de los Brenner, está la escena de los niños saliendo del colegio, un segmento que vale como un extraordinario corto, donde hay uno de los planos postales de la Historia del Cine, el colegio de fondo, los chicos huyendo por la calle, y en el cielo montones de cuervos, sublime, el apocalíptico en el pueblo con la gasolinera explotando, un alarde de dominio del tempo narrativo, tras la explosión viene la espectacular toma aérea del pueblo con el fuego en el centro, de pronto una gaviota aparece, a ella le siguen más y más, la gente sale del bar y los ataques de estas se suceden, Melanie consigue refugiarse en una cabina y ‘enjaulada’ allí observa el terror de un cuadro cuasi-apocalíptico, los chirridos insoportables de las gaviotas, el fuego, las aves, coches estrellándose, un hombre ensangrentado cae contra la cabina, hasta que Mitch la saca de allí y la lleva de nuevo al bar, y el silencio vuelve, dentro hay varias mujeres silentes, una se levanta colérica y culpa en primer plano a Melanie, estremecedor, el tensísimo viaje de Melanie y Mitch a por Cathy a la casa de Annie, esta yace muerta tirada a la puerta por los ataques de los pájaros, la calle esta surcada de cientos pájaros mudos, y llegamos al clímax final, apabullante (spoiler), con un final epílogo soberbio, digno de la magistralidad de Hitchcock.
La historia tiene varias lecturas desiguales, una sería la del omnipotente hombre frente a la indomable Naturaleza. Otros ven el ataque aviar como una alegoría de la relación cuadrangular Mitch-Melanie-Lydia-Annie, lo malo comienza con su llegada al pueblo, es como si el alma de Bodega Bay se rebelara ante la llegada de la forastera que viene el desestabilizar el status quo, Annie que se conforma con estar cerca de su exnovio se siente atacada, y por supuesto la posesiva Madre Lydia que ve una agresión la llegada de esta extrovertida muchacha.
Este audaz film del realizador contiene parte de su temario particular, la arbitrariedad del peligro, los inocentes perseguidos, somos un juguete del azar, esto es usado por Hitch para darnos un relato con varias interpretaciones, una de ellas nos dice lo frágiles que somos, los pájaros violentos no son depredadores si no aves normalmente pacíficas que sin motivo aparente atacan nuestra acomodada sociedad por ello el miedo a que lo que nos rodee se nos vuelva en nuestra contra da pavor, juega con el sinsentido de los ataques para inquietarnos, construye un ambiente malsano de terror, sirve al director para ahondar en la psique de los protagonistas, creando angustia existencial ante el poder omnímodo de la poderosa Naturaleza , en este caso el orondo inglés propone un juego perverso de cambio de caracteres, los seres humanos deben ‘enjaularse’ para estar a salvo de los pájaros que campan a sus anchas, sembrando el miedo. La Naturaleza con terremotos, inundaciones o tornados dan fe de su capacidad destructiva, Hitch da una vuelta de tuerca con los animales, género ya tratado en cintas anteriores como ‘La Senda de los Elefantes’ o ‘Cuando ruge la marabunta’ y posteriores como en la espléndida ‘Tiburón’ o ‘Aracnofobia’.
Al inicio es una comedia romántica de ágiles diálogos, cuando el shock se desencadena la acción descoloca y provoca desasosiego ante el horror a lo irracional, los diálogos cuando la violencia explota se comprimen al mínimo para que podamos escuchar los trémulos latidos de nuestro corazón. Hitch con su hábil pulso nos transmite suspense, intriga, misterio, con sabrosas píldoras de humor desengrasante, construyendo escenas fascinantes, y dejando el enigma colgando del porque, y es que quiso ser fiel a la obra en que se basa y no dar motivación a la ira aviar, los posibles motivos son triturados en la estupenda escena del bar en que una carismática ornitóloga pretende dar lógica a lo que ocurre y la realidad la atropella. Con todos estos ingredientes asistimos a una obra de enorme tensión que atrapa y sobrecoge.
El escritor Evan Hunter guionizó el cuento de Daphne Du Maurier, tercer libreto de esta novelista que Hitch adapta, tras ‘Jamaica Inn’ y ‘Rebeca’, iba a ser un capítulo más de la popular serie de televisión de los 50 ‘Alfred Hitchcock Presenta’, pero a Hitch le gustó tanto que decidió llevarlo a la gran pantalla, la acción se trasladó de la campiña inglesa a un pueblo ribereño cerca de San Francisco. Curiosamente mientras preparaba el film, Alfred leyó en un periódico californiano que el 28 de agosto de 1961 hubo un ataque de pájaros nocturno en la Bahía de Monterrey, teniendo que salir las gentes a las calles y combatirlos con antorchas, a la mañana las calles estaban cubiertas de aves muertas, hasta 2011 no se dio una explicación a los hechos, biólogos de la Universidad Estatal de Luisiana dijeron que pudo ser a causa de la intoxicación aviar al ingerir una alga venenosa que alteró el sistema nervioso de los animales.
La cinta está plagada de secuencias de gran fuerza dramática, que dan buena muestra del genio británico, iconos del Séptimo Arte perennes. Su inicio es una clase magistral de síntesis Hitch, los magníficos títulos de crédito de James S. Pollack con los que abre el telón de la obra, manadas de cuervos hiperviolentos cruzan la pantalla de lado a lado sobre un fondo blanco devorando los nombres azules que aparecen sobreimpresionados en pantalla, mientras se oyen sonidos aterradores, diáfano simbolismo de lo que nos espera, a continuación se nos presenta a los tres protagonistas, Melanie, Mitch y los Pájaros, y se hace de modo formidable, viene la calma donde se desarrolla el melodrama y se inician los a ataques, brillantes, el del cumpleaños, los de las casa de los Brenner, está la escena de los niños saliendo del colegio, un segmento que vale como un extraordinario corto, donde hay uno de los planos postales de la Historia del Cine, el colegio de fondo, los chicos huyendo por la calle, y en el cielo montones de cuervos, sublime, el apocalíptico en el pueblo con la gasolinera explotando, un alarde de dominio del tempo narrativo, tras la explosión viene la espectacular toma aérea del pueblo con el fuego en el centro, de pronto una gaviota aparece, a ella le siguen más y más, la gente sale del bar y los ataques de estas se suceden, Melanie consigue refugiarse en una cabina y ‘enjaulada’ allí observa el terror de un cuadro cuasi-apocalíptico, los chirridos insoportables de las gaviotas, el fuego, las aves, coches estrellándose, un hombre ensangrentado cae contra la cabina, hasta que Mitch la saca de allí y la lleva de nuevo al bar, y el silencio vuelve, dentro hay varias mujeres silentes, una se levanta colérica y culpa en primer plano a Melanie, estremecedor, el tensísimo viaje de Melanie y Mitch a por Cathy a la casa de Annie, esta yace muerta tirada a la puerta por los ataques de los pájaros, la calle esta surcada de cientos pájaros mudos, y llegamos al clímax final, apabullante (spoiler), con un final epílogo soberbio, digno de la magistralidad de Hitchcock.
La historia tiene varias lecturas desiguales, una sería la del omnipotente hombre frente a la indomable Naturaleza. Otros ven el ataque aviar como una alegoría de la relación cuadrangular Mitch-Melanie-Lydia-Annie, lo malo comienza con su llegada al pueblo, es como si el alma de Bodega Bay se rebelara ante la llegada de la forastera que viene el desestabilizar el status quo, Annie que se conforma con estar cerca de su exnovio se siente atacada, y por supuesto la posesiva Madre Lydia que ve una agresión la llegada de esta extrovertida muchacha.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Otra visión se da con el punto de vista Bíblico, Hitch representa metafóricamente varios pasajes del libro del apocalipsis, con seres venidos del cielo que anuncian el fin del mundo con una maligna plaga, y en este escenario una mujer adornada de oro y bastante promiscua, o sea Melanie.
No es redonda, el tiempo la ha arrugado un poco. Está su forzada historia de amor, Hedren y Taylor tienen la misma química que su calidad como intérpretes o sea nula, no transmiten chispa, son un parche sin frescura. Hay situaciones de incoherencia en el comportamiento de los personajes, situaciones forzadas, la famosa carrera de los niños saliendo del cole y huyendo despavoridos de las aves, queda formidable, pero no se entiende que salgan si saben hay cientos de aves dispuestos a atacarles, o porque cuando explota la gasolinera y las gaviotas atacan furibundas la gente sale del refugio del bar para ser envestida, chirriante, en plena vorágine de ataques continuos y cruentos a la casa de Mitch, Melanie sube en solitario al dormitorio y allí las aves la someten a continuos picotazos que la hacen desvanecer, pues porque sube y porque una vez ve los pájaros no sale de la habitación, son elementos metidos con calzador que chirrían, el guión denota vaguedad en estos aspectos.
Hay una puesta en escena prodigiosa, un extraordinario diseño de producción de Robert Boyle, sabiendo jugar con la orografía de Bodega Bay, ayudado por la espléndida fotografía de Robert Burks, con bellos paisajes, canalizando el terror con las terroríficas postales en movimiento de los pájaros, colosal el último plano, clave para el éxito de provocar tremulaciones y es su vibrante montaje, George Tomasini (‘Vértigo’), y por supuesto están sus apreciables f/x de Lawrence A. Hampton (‘La leyenda de la ciudad sin nombre’), innovadores en su tiempo, y está el ingenio de Hitch que suprimió la música de todo el film, todo lo vuelca en el manejo de efectos sonoros atormentados de graznidos y aleteos de las aves que impactan, ello coordinado por el maestro Bernard Hermann, sibarita recurso.
Los actores cumplen sin más, Tippy Hedren hace su debut en cine, repetiría con Hitch un año después en ‘Marnie’, y demuetra que al director le importa poco la actuación de sus rubias fetiches, para él son un perverso juego con el que poner el molde de su mujer ideal, les pone un moño recogido, las ciñe en faldas tubo y vestidos estrechos, ya tiene el glamur en pantalla, la interpretación mediocre, Rod Taylor viene a resaltar lo poca relevancia que da aquí a los humanos, es una actuación cuasi-florero manejada al antojo de varias mujeres.
Un notable film de terror, Hitchcock juega con la intriga y el suspense, incluso con dosis gore tan de vanguardia, aunque la genialidad demostrada en el horror no es equilibrada con el melodrama de este hombre acosado por mujeres, aunque el realizador británico demuestra un prodigio visual cumbre en el cine. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
El final es pura antología del Séptimo Arte, digno de cualquier apocalipsis, después de la tormenta de pájaros agresivos dentro de la casa, llega la calma, deciden huir del pueblo, salen afuera y allí centenares de pájaros les esperan posados por todas partes y en silencio, les observan de modo avieso, los humanos se mueven despacio para no alterarlos, está el toque irónico de que se lleven a los dos agapornis enjaulados en su viaje a ninguna parte, arrancan y se alejan hacia el horizonte, y un toque más de maestría de Hitch al no poner la palabra Fin como diciéndonos que esto no ha acabado, sublime. Alfred tenía en los story boards otro final, la escena final no acababa ahí, el vehículo llegaba a San Francisco y ya se sentían a salvo, pero de pronto el Golden Gate y los edificios se pueblan de pájaros, mensajeros del fin de los días, la falta de presupuesto y de tecnología impidió poner este inquietante broche.
No es redonda, el tiempo la ha arrugado un poco. Está su forzada historia de amor, Hedren y Taylor tienen la misma química que su calidad como intérpretes o sea nula, no transmiten chispa, son un parche sin frescura. Hay situaciones de incoherencia en el comportamiento de los personajes, situaciones forzadas, la famosa carrera de los niños saliendo del cole y huyendo despavoridos de las aves, queda formidable, pero no se entiende que salgan si saben hay cientos de aves dispuestos a atacarles, o porque cuando explota la gasolinera y las gaviotas atacan furibundas la gente sale del refugio del bar para ser envestida, chirriante, en plena vorágine de ataques continuos y cruentos a la casa de Mitch, Melanie sube en solitario al dormitorio y allí las aves la someten a continuos picotazos que la hacen desvanecer, pues porque sube y porque una vez ve los pájaros no sale de la habitación, son elementos metidos con calzador que chirrían, el guión denota vaguedad en estos aspectos.
Hay una puesta en escena prodigiosa, un extraordinario diseño de producción de Robert Boyle, sabiendo jugar con la orografía de Bodega Bay, ayudado por la espléndida fotografía de Robert Burks, con bellos paisajes, canalizando el terror con las terroríficas postales en movimiento de los pájaros, colosal el último plano, clave para el éxito de provocar tremulaciones y es su vibrante montaje, George Tomasini (‘Vértigo’), y por supuesto están sus apreciables f/x de Lawrence A. Hampton (‘La leyenda de la ciudad sin nombre’), innovadores en su tiempo, y está el ingenio de Hitch que suprimió la música de todo el film, todo lo vuelca en el manejo de efectos sonoros atormentados de graznidos y aleteos de las aves que impactan, ello coordinado por el maestro Bernard Hermann, sibarita recurso.
Los actores cumplen sin más, Tippy Hedren hace su debut en cine, repetiría con Hitch un año después en ‘Marnie’, y demuetra que al director le importa poco la actuación de sus rubias fetiches, para él son un perverso juego con el que poner el molde de su mujer ideal, les pone un moño recogido, las ciñe en faldas tubo y vestidos estrechos, ya tiene el glamur en pantalla, la interpretación mediocre, Rod Taylor viene a resaltar lo poca relevancia que da aquí a los humanos, es una actuación cuasi-florero manejada al antojo de varias mujeres.
Un notable film de terror, Hitchcock juega con la intriga y el suspense, incluso con dosis gore tan de vanguardia, aunque la genialidad demostrada en el horror no es equilibrada con el melodrama de este hombre acosado por mujeres, aunque el realizador británico demuestra un prodigio visual cumbre en el cine. Fuerza y honor!!!
Spoiler:
El final es pura antología del Séptimo Arte, digno de cualquier apocalipsis, después de la tormenta de pájaros agresivos dentro de la casa, llega la calma, deciden huir del pueblo, salen afuera y allí centenares de pájaros les esperan posados por todas partes y en silencio, les observan de modo avieso, los humanos se mueven despacio para no alterarlos, está el toque irónico de que se lleven a los dos agapornis enjaulados en su viaje a ninguna parte, arrancan y se alejan hacia el horizonte, y un toque más de maestría de Hitch al no poner la palabra Fin como diciéndonos que esto no ha acabado, sublime. Alfred tenía en los story boards otro final, la escena final no acababa ahí, el vehículo llegaba a San Francisco y ya se sentían a salvo, pero de pronto el Golden Gate y los edificios se pueblan de pájaros, mensajeros del fin de los días, la falta de presupuesto y de tecnología impidió poner este inquietante broche.