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Voto de TOM REGAN:
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Aventuras. Drama
Jess Birdwell es el patriarca de una familia de cuáqueros, una secta cristiana que se niega a participar en las guerras. Su hijo Josh desea adherirse al pacifismo familiar pero, temiendo ser tomado por un cobarde, se alista en el ejército, lo que provoca el disgusto de su madre. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
58/27(26/02/24) Deliciosa dramedia, que aun con sus defectillos (sobre todo en su atrompicado tramo final), deja un grato sabor de boca cinéfilo en la enternecedora radiografía de una familia. Produce y dirige el perfeccionista William Wyler, adaptando el guión del (miembro de la execrable por del pérfido senador McCarthy) Black List (no le dieron crédito oficial hasta 1996) Michael Wilson basado libremente en la novela de 1945 “The Friendly Persuasion” de Jessamyn West, contando la historia de una familia cuáquera en el sur de Indiana durante la Guerra Civil USA y la forma en que la guerra pone a prueba sus creencias pacifistas.
Protagonizada por un excelente Gary Cooper como el patriarca, derrochando carisma, humanidad, sentimientos encontrados, fabuloso en la química que tiene con su partenaire; Dorothy McGuire como la dura matriarca de armas tomar, que demuestra grietas en sus convicciones, maravillosa; Anthony Perkins como el voluble hijo preso de su conciencia, en su segundo papel en cine está espléndido trasluciendo todo un maremoto interno de dudas; Richard Eyer bordando es poco su rol de benjamín familiar en disputa con la ganso Samantha, una presencia que apabulla con su naturalidad; Phyllis Love como la hija enamorada de un soldado, desprende candidez pura en su amor, trémula en su carrera; o Robert Middleton como el amigo familiar en competencia dominical con sus calesas y equinos, con una brillante cómica compenetración con Cooper.
Un lienzo cargado de frescura de una prole fundamentalista religiosa en colisión con las tentaciones ‘pecaminosas’ que la rodean, tu radical fe vs los placeres de la vida, poniendo en ristre sus convicciones morales, que a veces deben torcerse para compaginarlas con lo mundano. Todo ello Wyler sin faltar el respeto a los cuáqueros, mostrando su costumbrismo, llamándome la atención que una mujer sea especie de sacerdote de su religión, su modus vivendi pacifista, su particular forma de expresión (esto solo se percibe en versión original y si sobre todo sabes ingles).
Relato ambientado en el condado de Jennings, Indiana, en 1862. Jess Birdwell (Gary Cooper) es un granjero y patriarca de la familia Birdwell cuya religión cuáquera entra en conflicto con su amor por los placeres mundanos de la música y las carreras de caballos. La esposa de Jess, Eliza, (Dorothy McGuire), ministra cuáquera, es profundamente religiosa y firme en su negativa a participar en la violencia. La hija de Jess, Mattie (Phyllis Love), quiere seguir siendo cuáquera, pero se ha enamorado del apuesto oficial de caballería Gard Jordan (Peter Mark Richman), amor que va en contra de los deseos de su madre. El hijo menor de Jess, "Little" Jess (Richard Eyer), es un niño con una divertida y cómica enemistad con el ganso mascota de su madre. El hijo mayor de Jess, Josh (Anthony Perkins), se debate entre su odio a la violencia y la convicción de que para proteger a su familia debe unirse a la guardia local y luchar contra los invasores. Enoch (Joel Fluellen), un esclavo fugitivo, trabaja en su granja; sus hijos todavía están esclavizados en el Sur.
Wyler nos regala un prodigio de inicio en la presentación de la familia Birdwell, todo ello imbuido de un cálido humor que hace que empatices con ellos, con lo que provoca nos importe lo que les pase. Estamos en domingo, primero vemos al pequeño Jess jr. en la granja en pugna jocosa con Samantha (el ganso en una actuación de mérito), como este ataca bélicamente al chico, y cuando aparece la matriarca el animal se comporta inteligentemente de modo manso. El matrimonio Birdwell se dirige en calesa a la reunión dominical cuáquera, y por el camino tenemos una delirante carrera de Jess contra su amigo (un metodista que va a su iglesia) Sam Jordan (Robert Middleton), el rostro de Gary Cooper haciendo ver que no compite, cuando se nota miente, es descacharrante. Tenemos la reunión de la comunidad cuáquera en silencio, mientras Wyler hace ingeniosos cortes a la Iglesia Metodista donde cantan alegremente, contrastando el jolgorio con el ascetismo cuáquero. Hasta que varios cuáqueros pronuncian loas a la vida, dando gracias pro diferentes parabienes (cual concurso de Misses). Pero este remanso de paz es socavado por la irrupción de un oficial militar yanki que pretende remover las pacifistas conciencias cuáqueras para que se unan al ejército de la Unión los hombres, haciéndonos ver que tras este bucólico panorama pastoral está cerca el Jinete del Apocalipsis de la Guerra. Varios cuáqueros se muestran inflexibles en su No a la Guerra, mientras el hijo Birdwell, Josh, se muestra dubitativo, siendo este el eje por el que se moverá el film en el rush final. Tras ello, la película vuelve a su tono de comedia costumbrista.
Con un tramo chistoso en la feria del condado, donde habrá varios conflictos entre las tentaciones placenteras del mundo contra el radicalismo cuáquero, donde la juez es la adusta matriarca. Tenemos a Mattie enamorada de un soldado, romance no del gusto de la madre, que en la feria acaba bailando felizmente con su amor en un escenario, ello en una aguda secuencia vemos a la (inquisitorial) madre observando mientras mueve los pies siguiendo el ritmo (las debilidades del cuerpo son ingobernables!); Josh disfruta de una competencia de lucha libre, acaba con una trifulca entre unos abusones frente a la mansedumbre cuáquera (seguro el guionista de “Único testigo” bebió de ella para una clásica escena de su libreto); Y por otro lado el patriarca queda maravillado por como suena un harmonio, y acaba comprándolo (lo que derivará en un conmovedor tramo tras una batalla de voluntades con su esposa), tras disfrutar con el comprador y su amigo Jordan de sus melodías; Hay una muy graciosa visita de Jess y Josh a una familia para venderles semillas, esta proel solo compuesta por mujeres sedientas de hombres (¿?), al final el que hace negocio son ellas vendiéndole a la yegua Lady (¿?); ... (sigo en spoiler)
Protagonizada por un excelente Gary Cooper como el patriarca, derrochando carisma, humanidad, sentimientos encontrados, fabuloso en la química que tiene con su partenaire; Dorothy McGuire como la dura matriarca de armas tomar, que demuestra grietas en sus convicciones, maravillosa; Anthony Perkins como el voluble hijo preso de su conciencia, en su segundo papel en cine está espléndido trasluciendo todo un maremoto interno de dudas; Richard Eyer bordando es poco su rol de benjamín familiar en disputa con la ganso Samantha, una presencia que apabulla con su naturalidad; Phyllis Love como la hija enamorada de un soldado, desprende candidez pura en su amor, trémula en su carrera; o Robert Middleton como el amigo familiar en competencia dominical con sus calesas y equinos, con una brillante cómica compenetración con Cooper.
Un lienzo cargado de frescura de una prole fundamentalista religiosa en colisión con las tentaciones ‘pecaminosas’ que la rodean, tu radical fe vs los placeres de la vida, poniendo en ristre sus convicciones morales, que a veces deben torcerse para compaginarlas con lo mundano. Todo ello Wyler sin faltar el respeto a los cuáqueros, mostrando su costumbrismo, llamándome la atención que una mujer sea especie de sacerdote de su religión, su modus vivendi pacifista, su particular forma de expresión (esto solo se percibe en versión original y si sobre todo sabes ingles).
Relato ambientado en el condado de Jennings, Indiana, en 1862. Jess Birdwell (Gary Cooper) es un granjero y patriarca de la familia Birdwell cuya religión cuáquera entra en conflicto con su amor por los placeres mundanos de la música y las carreras de caballos. La esposa de Jess, Eliza, (Dorothy McGuire), ministra cuáquera, es profundamente religiosa y firme en su negativa a participar en la violencia. La hija de Jess, Mattie (Phyllis Love), quiere seguir siendo cuáquera, pero se ha enamorado del apuesto oficial de caballería Gard Jordan (Peter Mark Richman), amor que va en contra de los deseos de su madre. El hijo menor de Jess, "Little" Jess (Richard Eyer), es un niño con una divertida y cómica enemistad con el ganso mascota de su madre. El hijo mayor de Jess, Josh (Anthony Perkins), se debate entre su odio a la violencia y la convicción de que para proteger a su familia debe unirse a la guardia local y luchar contra los invasores. Enoch (Joel Fluellen), un esclavo fugitivo, trabaja en su granja; sus hijos todavía están esclavizados en el Sur.
Wyler nos regala un prodigio de inicio en la presentación de la familia Birdwell, todo ello imbuido de un cálido humor que hace que empatices con ellos, con lo que provoca nos importe lo que les pase. Estamos en domingo, primero vemos al pequeño Jess jr. en la granja en pugna jocosa con Samantha (el ganso en una actuación de mérito), como este ataca bélicamente al chico, y cuando aparece la matriarca el animal se comporta inteligentemente de modo manso. El matrimonio Birdwell se dirige en calesa a la reunión dominical cuáquera, y por el camino tenemos una delirante carrera de Jess contra su amigo (un metodista que va a su iglesia) Sam Jordan (Robert Middleton), el rostro de Gary Cooper haciendo ver que no compite, cuando se nota miente, es descacharrante. Tenemos la reunión de la comunidad cuáquera en silencio, mientras Wyler hace ingeniosos cortes a la Iglesia Metodista donde cantan alegremente, contrastando el jolgorio con el ascetismo cuáquero. Hasta que varios cuáqueros pronuncian loas a la vida, dando gracias pro diferentes parabienes (cual concurso de Misses). Pero este remanso de paz es socavado por la irrupción de un oficial militar yanki que pretende remover las pacifistas conciencias cuáqueras para que se unan al ejército de la Unión los hombres, haciéndonos ver que tras este bucólico panorama pastoral está cerca el Jinete del Apocalipsis de la Guerra. Varios cuáqueros se muestran inflexibles en su No a la Guerra, mientras el hijo Birdwell, Josh, se muestra dubitativo, siendo este el eje por el que se moverá el film en el rush final. Tras ello, la película vuelve a su tono de comedia costumbrista.
Con un tramo chistoso en la feria del condado, donde habrá varios conflictos entre las tentaciones placenteras del mundo contra el radicalismo cuáquero, donde la juez es la adusta matriarca. Tenemos a Mattie enamorada de un soldado, romance no del gusto de la madre, que en la feria acaba bailando felizmente con su amor en un escenario, ello en una aguda secuencia vemos a la (inquisitorial) madre observando mientras mueve los pies siguiendo el ritmo (las debilidades del cuerpo son ingobernables!); Josh disfruta de una competencia de lucha libre, acaba con una trifulca entre unos abusones frente a la mansedumbre cuáquera (seguro el guionista de “Único testigo” bebió de ella para una clásica escena de su libreto); Y por otro lado el patriarca queda maravillado por como suena un harmonio, y acaba comprándolo (lo que derivará en un conmovedor tramo tras una batalla de voluntades con su esposa), tras disfrutar con el comprador y su amigo Jordan de sus melodías; Hay una muy graciosa visita de Jess y Josh a una familia para venderles semillas, esta proel solo compuesta por mujeres sedientas de hombres (¿?), al final el que hace negocio son ellas vendiéndole a la yegua Lady (¿?); ... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
… Hay trémulo tramo cuando el amado de Mattie la visita y ofende por haberla espiado, acaba en una carrera de la que se pone el vello de punta en como transmiten el amor puro; Y este clima idealizado se ve bruscamente cortado por una imagen hábil de fondo, una columna de humo en el horizonte como presagio del Mal. Tras lo que Josh llega y narra lo que ha visto, rescoldos calcinados de la guerra, horrores de muertos y destrucción. Alterado por lo visto, Josh decide debe unirse a la milicia que defienda sus tierras del invasor sudista, provocará colisión con la guardiana de las esencias cuáqueras, su madre, purista que incluso le dice que luchar contra cualquiera es luchar contra ella.
Este conflicto entre el pacifismo cuáquero puesto frente a la amenaza violenta a tu familia, se convierte en leit-motive emocional del film. Termina siendo la tara de la historia, es muy ambiguo el tratamiento de la disyuntiva entre conciencia individual y sumisión a una idea de fe, no termina de decantarse y se queda en tierra de nadie, y para ello incluso hace trampas al solitario para no tener que proponer dramatismo final nos posicione en un lado u otro, acaba en este sentido muy blandito para quizás no ofender. Cuando debería haber sido el despertar de la inocencia de un joven, relato iniciático sobre la nueva generación mejorada, se queda no queriendo ahondar. El enfrentamiento entre fe pacifista y si hay motivos excepcionales para romperla, no termina de definirse.
Lo que prima es la maestría de Wyler en su dominio del ritmo, hace que más dos horas se te pasen sin darte cuenta, sabiendo atraparte con esta familia, filmado con elegancia, creando vínculos afectivos con los Birdwell por la humanidad que transmiten, Y es que eso es sobre todo el film, un fresco humanista (con sus taras) estupendo. Sobre todo por lo bien que entrelaza el drama, el romanticismo y el humor de modo sinérgico formidable. Moviéndose por el fino hilo del humor y no demonizar una religión. Ejemplo es el sensacional tramo en que van a visitar a los Birdwell unos ancianos guardianes de las esencias cuáqueras, Mattie se esconde con su amor en el ático con el harmonio, se ponen a tocarlo, y se oye abajo, para ‘esconder’ el sonido Jess se pone a lanzar loas bíblicas en voz alta. Lo que es tomado por los ministros religiosos con regocijo. Estos se marchan, Jess y Eliza escuchan como tocan Mattie y su novio, ella escandalizada por ese aparato del demonio vanidoso. Pero lo peor es cuando este ya no se oye, entonces Eliza se pregunta que hacen (¿?), todos sabemos que pasa, se besan, y Jess decide que él también lo hará con Eliza, entonces son ‘pillados’ por Mattie que se escandaliza por la muestra efusiva de amor, sintiéndose ruborizada Eliza. Todo un prodigio de manejo de los tiempos de Wyler, habiendo varias escenas más de estas maravillosas, como la reconciliación en el granero de Jess y Eliza.
Con una fenomenal puesta en escena. Sobresaliendo la cinematografía de Elsworth Fredericks (“La invasión de los ultracuerpos” o “Siete días de mayo”), componiendo tomas de una gran beldad, cuadros de valor dramático que cala; Esto adornado por la grácil música del ruso Dimitri Tiomkin (“Solo ante el peligro” o “Gigante”), que eleva el valor emocional de muchas escenas.
Spoiler:
Llama la atención lo que ocurrió en el Festival de Cine de Cannes de ese 1956, y es que ganó el gran premio este film llamado aquí “La Gran Prueba”, es un buen film, pero que se impusiera rivales obras maestras como “El séptimo sello” de Ingmar Bergman, “Don Quijote” de Grigori Kozintsev, “Las noches de Cabiria” de Federico Fellini o “Un condenado a muerte se ha escapado” de Robert Bresson, parece, con la perspectiva del tiempo un mal chiste, y no es denigrar a la ganadora, es que las referidas son cumbres del Séptimo Arte y esta está escalones por debajo, siendo por momentos cautivadora. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2024/03/la-gran-prueba.html
Este conflicto entre el pacifismo cuáquero puesto frente a la amenaza violenta a tu familia, se convierte en leit-motive emocional del film. Termina siendo la tara de la historia, es muy ambiguo el tratamiento de la disyuntiva entre conciencia individual y sumisión a una idea de fe, no termina de decantarse y se queda en tierra de nadie, y para ello incluso hace trampas al solitario para no tener que proponer dramatismo final nos posicione en un lado u otro, acaba en este sentido muy blandito para quizás no ofender. Cuando debería haber sido el despertar de la inocencia de un joven, relato iniciático sobre la nueva generación mejorada, se queda no queriendo ahondar. El enfrentamiento entre fe pacifista y si hay motivos excepcionales para romperla, no termina de definirse.
Lo que prima es la maestría de Wyler en su dominio del ritmo, hace que más dos horas se te pasen sin darte cuenta, sabiendo atraparte con esta familia, filmado con elegancia, creando vínculos afectivos con los Birdwell por la humanidad que transmiten, Y es que eso es sobre todo el film, un fresco humanista (con sus taras) estupendo. Sobre todo por lo bien que entrelaza el drama, el romanticismo y el humor de modo sinérgico formidable. Moviéndose por el fino hilo del humor y no demonizar una religión. Ejemplo es el sensacional tramo en que van a visitar a los Birdwell unos ancianos guardianes de las esencias cuáqueras, Mattie se esconde con su amor en el ático con el harmonio, se ponen a tocarlo, y se oye abajo, para ‘esconder’ el sonido Jess se pone a lanzar loas bíblicas en voz alta. Lo que es tomado por los ministros religiosos con regocijo. Estos se marchan, Jess y Eliza escuchan como tocan Mattie y su novio, ella escandalizada por ese aparato del demonio vanidoso. Pero lo peor es cuando este ya no se oye, entonces Eliza se pregunta que hacen (¿?), todos sabemos que pasa, se besan, y Jess decide que él también lo hará con Eliza, entonces son ‘pillados’ por Mattie que se escandaliza por la muestra efusiva de amor, sintiéndose ruborizada Eliza. Todo un prodigio de manejo de los tiempos de Wyler, habiendo varias escenas más de estas maravillosas, como la reconciliación en el granero de Jess y Eliza.
Con una fenomenal puesta en escena. Sobresaliendo la cinematografía de Elsworth Fredericks (“La invasión de los ultracuerpos” o “Siete días de mayo”), componiendo tomas de una gran beldad, cuadros de valor dramático que cala; Esto adornado por la grácil música del ruso Dimitri Tiomkin (“Solo ante el peligro” o “Gigante”), que eleva el valor emocional de muchas escenas.
Spoiler:
Llama la atención lo que ocurrió en el Festival de Cine de Cannes de ese 1956, y es que ganó el gran premio este film llamado aquí “La Gran Prueba”, es un buen film, pero que se impusiera rivales obras maestras como “El séptimo sello” de Ingmar Bergman, “Don Quijote” de Grigori Kozintsev, “Las noches de Cabiria” de Federico Fellini o “Un condenado a muerte se ha escapado” de Robert Bresson, parece, con la perspectiva del tiempo un mal chiste, y no es denigrar a la ganadora, es que las referidas son cumbres del Séptimo Arte y esta está escalones por debajo, siendo por momentos cautivadora. Gloria Ucrania!!!
Para leer más sobre el film ir a: https://tomregan.blogspot.com/2024/03/la-gran-prueba.html