Ocho capítulos, ocho horas aproximadamente de Malaka. Y me he quedado con ganas de más. Me ha gustado casi todo, lo único que me ha chirriado, y sólo un poco, ha sido Maggie Civantos. No tengo claro si ella, o el personaje que interpreta. Pero todo lo demás, olé. En una Malaga preciosa, la desaparición de una joven sirve de punto de partida para una serie que a priori es la típica, es más, es la típica española. Polis corruptos, droga, barrios bajos llenos de vicios, barrios altos con sus vicios casi peores. Pero algo es diferente. Quizá la sorpresa inmensa y gratificante de ver a Salva Reina haciendo un papelón de premio. Es un Gato magnífico, totalmente acompañado por un físico espectacular, sus gestos sus miradas, su acento. Nada que ver con lo que nos daba hasta ahora. Inmejorable actuación, desde luego para mi de las mejores que he visto en años. Llena la pantalla y es la serie en sí mismo. Vicente Romero también está estupendo en un papel ambiguo, duro y tierno, con matices muy bien trabajados. Y el elenco barrio bajero no tiene desperdicio. Hay puntos cómicos en toda esa panda que, no olvidemos, existe tal cual en la periferia de muchas ciudades españolas. Y la trama es interesante, con buen giro final, cerrando la serie con una justicia que es la misma que impera en todos los capítulos. Es lo que hay. Ojalá venga una segunda temporada. Y que cabecera. Con ese trocito de canción de Rosario la Tremendita. Al menos eso no os lo podéis perder. Chulisima.