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Voto de The Motorcycle Boy:
10
Drama En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película "El Doctor Frankenstein". A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo. (FILMAFFINITY)
15 de septiembre de 2009
22 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
En una familia de la Castilla profunda de los años 40, habitan Fernando, padre, Teresa, madre, Ana e Isabel, hijas. La Guerra no ha pasado en balde para la familia. Del mismo modo que las niñas han ido creciendo y despertando, los padres se han ido apagando, durmiéndose.

Fernando se pone sus auriculares por las noches. Espera noticias. Mientras vigila el trabajo fatigoso de las abejas en su colmena, escribe unas palabras que se pierden en mitad de la noche. Él mismo se encuentra igual de enjaulado que sus abejas.

Teresa tampoco es feliz. Dijéramos que ha perdido a su marido. Su único refugio es el ferrocarril, esa vía de contacto con el mundo exterior. En él deposita todas sus esperanzas en forma de carta. Unas cartas dirigidas a Niza, pero sin un remitente claro. Quién sabe. Quizás un amigo, un familiar, un amante.

Las niñas, Isabel y Ana, crecen en medio de este desolador ambiente. Sin embargo, ellas con poco se ilusionan. Ahora proyectan en el pueblo ‘El doctor Frankenstein’. Esta película calará muy hondo en la mente de la pequeña Ana. Intrigada por la muerte de la niña a manos de Frankenstein, y la posterior muerte de éste, le preguntará a su hermana el por qué. Aquélla responderá que todo es mentira, que el espíritu de Frankenstein habita en una casa abandonada a las afueras del pueblo.

Isabel, es mayor que Ana. Frankenstein no le ha impactado tanto. La muerte es algo frívolo para ella. Se permite el lujo de fingirla ante Ana. O de intentar asesinar al gato con sus propias manos. Es la mujercita viva de la casa.

Ana, sin embargo, todavía es una niña en todos los sentidos, y ha creído a su hermana en el tema del espíritu y la casa abandonada. Por eso, cuando un maqui se refugie en ella, la niña creerá que él es Frankenstein. Pero la muerte llegará a su vida, esta vez, de manera real. El maqui morirá y sus ilusiones se esfumarán. Creerá que lo ha hecho su padre, y huirá al bosque. A ese bosque exterior, a la noche. Un lugar en el que fantasear alejada de la cruda realidad de su hogar. Ana tendrá que recurrir a la fantasía para vivir. Su hermana le dijo un día que sólo tenía que decir su nombre para hablar con el espíritu. Por eso, ella, por la noche, se dirige hacia su ventana, con un ruido de fondo de un ferrocarril, diciendo “soy Ana”. Porque es una niña. Una inocente en medio de un infierno. Alguien que no quiere alejarse de ese otro mundo en el que todos vivimos cuando fuímos pequeños. Se aferra a él, alejándose del mundo real.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
The Motorcycle Boy
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