Cuando un director es tan osado como para realizar el remake de una cinta de culto como ‘Ben-Hur’ debe ser consciente de la responsabilidad adquirida. Parece ser que Timur Bekmambetov o no ha visto la película original o ha decidido cavar su propia tumba cinematográfica, así que no os preocupéis porqué no es necesario compara la cinta de Bekmambetov con la de William Wyler ya que este nuevo, innecesario y deplorable remake se destruye a sí mismo.

Te sientas en la butaca del cine mentalizado de la imposibilidad de que el nuevo ‘Ben-Hur’ se asemeje en calidad al de 1959, una vez bajadas las expectativas te conformas con visionar una superproducción que por lo menos consiga entretenerte, y es en el primer minuto de metraje donde te das cuenta de que vas a tener que tragarte más de dos horas de un absoluto buñuelo.

El reparto completo de la película, actores de relleno incluidos, son el primer despropósito con actuaciones de película mala de serie B cuyos pobrísimos diálogos no ayudan lo más mínimo. Una banda sonora que deja indiferente y que en ocasiones llega a ser empalagosa hasta la náusea. ¿Crees que las escenas de acción y los efectos especiales te salvarán del tedio? Simplemente cumplen con el mínimo requerido en toda superproducción, sin más.

¿Cómo desperdiciar 100 millones de dólares? La respuesta la tienen Bekmambetov, la Metro, Paramount y el propio Ben-Hur, que han demostrado con creces no saber ni copiar de un título de referencia. Lo que debería haber sido una grandiosa epopeya es una cinta carente de épica alguna en el que nada de nada funciona, una absoluta tomadura de pelo que lo único que logrará es alejar aún más al público de las salas de cine.

Lo mejor: los caballos…

Lo peor: Que es mucho peor de lo esperado.

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