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España España · O Carballiño
Voto de odaesu:
8
Drama En un bulevard parisino muy concurrido, alguien echa un papel muy arrugado en la mano de una mendiga. Este es el lazo que, por unos instantes, une el camino de personajes muy dispares: Anne, una joven actriz que está a punto de empezar su carrera en el cine, apenas ve a su novio Georges, pues es fotógrafo de guerra. Jean, el hermano pequeño de Georges, no tiene ningún interés en ocuparse de la granja de su padre. Amadou, profesor de ... [+]
11 de julio de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Michael Haneke lleva 20 años construyendo una crónica sobre la decadencia de la sociedad occidental, narrando en sus films nuestro camino colectivo hacia el cadalso. El director austríaco no centra sus obras en el devenir de unos u otros personajes, no, siempre somos nosotros, el público el que está a este y al otro lado de la pantalla. Juega con nosotros, nos provoca, nos enreda en sus trampas y nos abandona a un lado de la carretera, tiritando de frío, acuciados por las monstruosidades a las que damos acogida en nuestro seno.

Estamos ante el poeta del horror, entendido este como producto de la incomunicación y del desconocimiento, de lo absurda que se ha vuelto la existencia humana, de la banalidad al fin y al cabo. Somos banales, y esa es nuestra tragedia, la causa de todos los males que nos asolan.

Pero ante todo tenemos miedo, a todo y a todos. A la muerte, pero también a la vida. A los demás, pero también a nosotros mismos. Los medios de comunicación lo denominan “inseguridad ciudadana”. Pero es algo más que eso, es el vacío existencial. Tenemos tantas cosas, y podemos conseguir otras tantas que nos cegamos. Hemos devaluado al mundo que nos rodea, es más, hemos devaluado al planeta entero.

Los ideales de sacrificio, resistencia y esfuerzo se han perdido por los desagües de nuestras ciudades-monstruo, ya sea Paris o un pequeño pueblo invadido por nuevas casas de emigrantes. Creemos haber acabado con el pasado, aunque realmente él no ha acabado con nosotros. Nuestra frivolidad nos lleva a la inconsciencia. Esto se ve en la película que rueda el personaje de Juliette Binoche. La madre dice que no quiere seguir viviendo en su piso porque tiene miedo de que su hijo se caiga en cualquier momento, después de que esto casi sucediera mientras ella nadaba con su marido en la piscina. ¿De quién es la culpa? ¿Del piso, del niño o de su insensatez?

Haneke no es un prestidigitador, ni un adivino, ni por supuesto un profeta. No nos dice donde está la salida, sólo actúa de notario. Da fe de lo que pasa, nos arroja todos nuestros pecados a la cara, nos demuestra que somos una sociedad enferma. Su cine te puede gustar o no, pero su mensaje cala hasta los huesos.

Cuando entras en el juego de Haneke es difícil escapar, su mirada del mundo te retiene, a la vez que te ilumina para condenarte. Ya no vale refugiarse en que todo es culpa de la sociedad que nos corrompe y envilece. Michael Haneke nos demuestra que todos somos responsables de nuestra forma de vida.
odaesu
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