Es cine negro, o al menos yo pretendo verla así, y podría ser del bueno, quizás es del bueno, tiene elementos que así lo atestiguan, pero detenta otros que comprometen seriamente esa teoría. Que lastima, un poco menos de sangre, de violencia de esa que se estila ahora, para mí siempre un recurso fácil, al que se llega para no pensar demasiado, para no cavilar en soluciones más imaginativas, para no arriesgarse a filmar otro tipo de escena en donde quedara igualmente patente la sinrazón y el horror, sin necesidad de plasmarlo de forma tan cruda. Parece que esa violencia se haya convertido en un valor seguro, algo a lo que siempre puedes apelar con garantías, sabes que no te va a destrozar la película, lo que no sé si sabe su creador, es que tampoco la va a elevar al Olimpo.
Tiene algún momento muy potente, en especial uno cerca del final cuando suena una preciosa melodía, mezclada con imágenes muy bien filmadas, ahí sí que hay magia, cine, emoción, también en el desenlace, en el camino que decide tomar su protagonista, como a cualquier mortal le puede suceder, prisionero de los sentimientos. Es realmente nefasto como tu propio corazón te puede tender una terrible trampa, decide totalmente tus acciones, tu vida, no te pide permiso, ni autorización, no te pregunta tan siquiera tu parecer, simplemente toma una decisión y tú soportas las consecuencias.
El montaje, la banda sonora, las interpretaciones, puedo seguir enumerando apartados, si ello tuviera sentido, todo a gran altura. Tal vez yo me quedé anclado en el pasado, en los cuarenta, en los cincuenta, con alguna posterior incursión ocasional, quizás es una manía mía que no me satisfaga tanta sangre, que me empecine en creer que existen mejores alternativas. Debo conformarme con lo que nos da, con ese ambiente embriagador, con esa atmosfera cautivadora, con esos silencios elocuentes, en definitiva, con lo que es, que no es poco, y pasar a un segundo plano lo que pudo ser, que sin duda pudo ser mucho más.