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Voto de Colmenarejo:
7
Comedia. Drama 'Bardo' es una comedia nostálgica en el marco de un viaje épico. Una crónica de incertidumbres donde el protagonista, un reconocido periodista y documentalista mexicano, regresa a su país enfrentando su identidad, sus afectos familiares o la absurdidad de sus memorias, así como el pasado y la nueva realidad de su país.
21 de diciembre de 2022
32 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Iñárritu le estaban esperando con los cuchillos afiladísimos, como si hubiese entrado el verano pasado a casa de algunos críticos y hubiese violado a sus mascotas tras defecar en respectivos salones después de una cena obscena en el Taco Bell. Y todo eso en tremendo gran angular. ¿Pretencioso, vanidoso, flipao, arrogante, ombliguista? Por supuesto, ok, eso ya lo sabemos todos. Pero es que, en gran parte, esta cinta a caballo entre la verdad y la mentira, entre la realidad y la ficción, entre el sueño y el recuerdo, entre México y USA... va sobre eso. La cinta está blindada. Es más, la cinta muestra a los propios críticos realizando una suerte de crítica de la propia 'Bardo'. Iñarritu les adelanta, les retrata y... acierta, claro. Esto es como ese amigo al que llevas sin ver dos años y entra al bar diciéndote que está bien gordo, que ha cogido demasiados kilos y que cuando se mira al espejo sólo acierta a decirse a sí mismo 'puto fanegas, vaya lorzas'. Ya no le puedes llamar gordo, ya no le puedes insultar. Tu amigo ha optado por vejarse a sí mismo y se ha blindado. La autoconsciencia de Iñárritu llega a tal nivel que es hasta graciosa, ante todo en la manera en la que se mofa de la crítica mientras cuenta lo que realmente quiere el pinche güey.

'Bardo' tiene sus problemas, ante todo en forma de ciertos desbarres tonales, ideas visuales algo toscas, chistes de pésimo gusto que entran regular... Sin duda. Pero para empezar tiene el descomunal trabajo de fotografía de Darius Khondji, que logra imágenes, texturas e iluminaciones de absoluto pasmo, como el glorioso y lírico arranque (a la vez metáfora de lo que supone la labor de un creador) o el tremendo episodio pseudo apocalíptico en el que el protagonista se enfrenta cara a cara con uno de los traumas históricos de su pueblo. No está precisamente el cine actual sobrado de imágenes de tanta imaginación, calado y brillantez técnica como para dar esto por sentado. ¿Tenemos que aguantar cuatro estrellitas para cualquier festival de plano-contraplano salido de una charcutería con buen marketing y ahora que nos dan algo visceral, vivo y esmeradísimo visualmente nos venimos abajo? Así nos luce el pelo.

Y efectivamente, por si había dudas, hasta el pelo le pone similar al suyo Iñárritu a un magnético Daniel Giménez Cacho (¡cómo estaba ya en 'Zama' de Lucrecia Martel, joder!) porque ya que estamos vamos con todo. Y todo es todo, si esto va de desnudarse sin ningún tipo de pudor, hay que ir ya con todo, como solamente un auténtico flipao lo haría. E Iñárritu es un flipao; es Cristiano Ronaldo haciendo el siuuuu frente al espejo durante 159 minutos. Es Narciso tras tres pajas mirando su propio instagram. Las referencias cinematográficas así lo atestiguan; él quiere jugar con los grandes. El protagonista está esperando un reconocimiento de los suyos e inicia un viaje ('Fresas Salvajes' de Bergman), mientras reflexiona acerca de su arte, sus filias, sus recuerdos, sus fobias ('Ocho y Medio' de Fellini) sintiéndose un exiliado espiritual y artístico que ha tenido que abandonar su tierra mientras todo parece derrumbarse ('Nostalgia' de Tarkovski) y él sigue luchando por equilibrar su laureada y reputada carrera artística con su familia y relaciones, incluso desde el hospital ('All That Jazz' de Fosse). ¿Es 'Bardo' mejor que alguna de éstas? Por el amor de Dios, claro que no. Sin embargo...

Sin embargo, 'Bardo' resuena. 'Bardo' consigue trascender en bastantes tramos, sobre todo los delicados dedicados a su familia; la incomunicación con su hijo, los consejos del padre (preciosa escena), la sensibilidad y memoria tristemente desnortadas de la madre... También en los certeros rejones al establishment cultural, a sus manías y egos, a sus nada reflexivas y siempre inmediatas críticas (aunque lo siento, Iñárritu, no llega a empatar con aquella cojonuda escena con Michael Keaton borracho y una flor en la mano de tu 'Birdman'). Y sin duda también en varios destellos de belleza fugaz que asemejan todo esto a una suerte de Sorrentino versión mexicana. Son sólo unas cuantas verdades, desperdigadas, las que ha querido Iñárritu a vueltas, coqueteando con lo chanante y con lo épico, casi mareado pero no del todo, con sus triunfos, sus fracasos, con su cada vez más acusada condición de apátrida, con sus dudas acerca de lo que le devuelve el espejo, siempre en gran angular, deformado y magnificado.

Casco un 7 en Filmaffinity y parto hacia el Taco Bell.
Colmenarejo
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