Una historia de barrio con un local de billares en los que tantos buenos momentos pasaron varias generaciones. El dueño de esos billares muere y esa muerte trae consigo reencuentros y volver a actualizar aquellas pasiones y anhelos que creíamos olvidados. Gracia Querejeta dibuja en este maravilloso filme unos personajes eficazmente trazados. Blanca Portillo y Maribel Verdú nos regalan sus mejores trabajos vistos ultimamente. Una buena lista de secundarios como Jesús Castejón, Enrique Villén ( siempre soberbio), Raúl Arévalo ( que ya apuntaba maneras), Ramón Barea o la inimitable Amparo Baró secundan a estas maravillosas actrices. Una historia que emociona y divierte, como la vida misma. Una pequeña joyita de nuestra cinematografía que deberían ver más de uno de los que dicen que en el cine español solo se hacen malas películas. Un ejemplo de como una historia sencilla, magistralmente narrada con un punto de verdad que pocas películas muestran tan eficazmente , puede hacer de esta pequeña película una grandísima obra maestra contada desde el corazón y la más profunda humildad.