Preciosa cinta dirigida por Holland, en su dirección más elegante, sobre el relato homónimo de Washington Square. El reparto está muy bien, sale incluso Jennifer Garner, aquí cargada de niños, y los protagonistas son Ben Chaplin y Jason Leigh. Lo único que le censuro a esta película es la concepción de los actores, que además hacen una gran labor. Ni Ben Chaplin es un Cassanova ni Jason Leigh tan fea, venga a insistir sobre la fealdad de la heredera. No es creíble en cuanto a eso, él es mono pero no para morirse. Esa obsesión por el físico es lo único que choca. El guión es excelente, el desborde de sentimientos aún más y las interpretaciones una maravilla, junto con una dirección impecable que aúna un encuadre fotográfico perfecto tanto de las fiestas interiores como de las escenas rodadas en el interior y que da vida y mucha a un relato tan complejo. Podía haber sido un desastre, pero genial.