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Voto de churruflisquis:
6
Drama. Thriller Ilich Ramírez Sánchez, alias Carlos, es un personaje clave en la historia del terrorismo internacional de los años 70 y 80. Considerado por algunos una figura de la extrema izquierda romántica, de hecho era un mercenario oportunista que trabajaba para los servicios secretos de cualquier potencia de Oriente Medio. Además, llegó a formar, al otro lado del Telón de Acero, una organización que estuvo activa durante los últimos años de la Guerra Fría. (FILMAFFINITY) [+]
18 de agosto de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cabe juzgar primero al personaje, en estos tiempos falaces e hipócritas, en los que se pretende hacer la tortilla sin romper los huevos, encontrar la verdad en cuatro frases, o cambiar la realidad con un salpicado de pintura rosa. No se me malinterprete, esta primera diatriba no me posiciona necesariamente en ninguno de los lados. Reconozco que el avance de la ideología “pacifista” es un progreso, aunque vea a esta nueva “no-violencia” que nos invade como un posicionamiento histérico y superficial; No queremos el sufrimiento de otros, aunque no dudamos en causar sufrimiento si ello nos reporta ventajas que no tengan consecuencias negativas inmediatas. La solidaridad es una impostura que se tiene cuando nos apetece, pero no cuando se hace moralmente necesaria. Despreciamos la violencia apelando a un sentimiento de asco, pero sin ninguna disposición para juzgarla objetivamente o para situarnos como agentes inmersos dentro de ella. En el tema de la violencia lo que se estila es el autoengaño y la autojustificación, ingenuidad hipócrita de querer arreglar las cosas de un modo fácil desde un falso escalón de superioridad. En ese sentido al menos hay que reconocer que la película de Olivier Assayas presenta los hechos con cierta objetividad, quizá con demasiado efectismo, reflejando una fascinación por la violencia. En lo que respecta al juicio del personaje, el film no deja muy bien parado a Ilich Ramírez Sánchez –Carlos-. El romántico idealista revolucionario queda retratado como un ególatra, calculador y hedonista. El revolucionario vende la causa por dinero y se convierte en un aventurero mercenario de dudosas e inconsistentes razones ideológicas. No disiento demasiado de este retrato del personaje histórico y esta visión me lleva a nuevas reflexiones. En este mundo todo se mueve con dinero y hasta el revolucionario anticapitalista debe rendirse ante esta verdad, paradojas que se presentan en personajes que por ser mesiánicos llaman la atención. Los revolucionarios son humanos y les gusta el lujo, las mujeres –a las que tratan como objetos- y el alcohol. ¿Son asumibles estas incoherencias en estas figuras revolucionarias, máxime cuando van aparejadas de un discurso político inexacto y simplificador ? En mi opinión esta crítica no debe servir ni para legitimar el capitalismo, ni para denunciar las formas de lucha, ni para asumir ese falso pacifismo borrego que hoy nos invade. Son aspectos a tener en cuenta por toda lucha que pretenda ser revolucionaria, el culto al ego y la dependencia económica de fuentes contradictorias. La necesaria cadena de mando en las operaciones militares no debe servir para hurtar el debate ideológico. Son elementos, la falta de democracia y de autonomía económica, que convierten en mal ejemplo a algunos líderes o movimientos revolucionarios de las últimas décadas; pero que no necesariamente han de ser asimilados a la crítica de la violencia, que pueda estar legitimada de manera circunstancial, aunque esa es ya una parte del debate que excede mis actuales fuerzas.
churruflisquis
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