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Voto de Javier:
6
25 de marzo de 2014
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera parte de esta continuación, filmada en 1963, fue la genuina en su género, es decir, el cine splatter o gore. Su director, Gordon Lewis, se consagró como “el padrino del gore”. Aunque no he podido conseguir esta perla, sí llegó a mis manos la segunda parte, supongo principalmente por su fecha de estreno, casi 40 años más tarde, en el año 2001, y también dirigida por el mismo director.
Resumiendo (antes de pasar a formato spoiler), nos encontramos ante una propuesta algo zafia por su baja calidad cinematográfica en algunos de sus apartados y poco digerible para aquellas almas sensibles por su festival de sangre y violencia explícita, pero que añade un peculiar humor casposo y casi británico e incluso dosis surrealistas que, junto a una banda sonora bastante aceptable, terminan por adecentar el conjunto final, tanto que recomiendo su visionado.
Resumiendo (antes de pasar a formato spoiler), nos encontramos ante una propuesta algo zafia por su baja calidad cinematográfica en algunos de sus apartados y poco digerible para aquellas almas sensibles por su festival de sangre y violencia explícita, pero que añade un peculiar humor casposo y casi británico e incluso dosis surrealistas que, junto a una banda sonora bastante aceptable, terminan por adecentar el conjunto final, tanto que recomiendo su visionado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Los personajes: son genuinamente estúpidos.
Los gags: algunos realmente asquerosos/ingeniosos –el postre con su toque final, genial-.
El desvaríe del director: un tipo que siempre aparece en la escena del crimen tumbado y que nadie se percata de su presencia.
La denuncia: el cura pederasta.
La escena: una tía buenorra que muestra sus nalgas y tetorras, bajo un temazo musical cojonudo.
Al que le tienes ganas: a la futura suegra del detective, desearás que se la carguen.
Mención especial: a Dave, el compañero del detective, jamás dejará de comer durante toda la película, pero además es sospechosamente parecido a un personaje de la actualidad culinaria española.
Los gags: algunos realmente asquerosos/ingeniosos –el postre con su toque final, genial-.
El desvaríe del director: un tipo que siempre aparece en la escena del crimen tumbado y que nadie se percata de su presencia.
La denuncia: el cura pederasta.
La escena: una tía buenorra que muestra sus nalgas y tetorras, bajo un temazo musical cojonudo.
Al que le tienes ganas: a la futura suegra del detective, desearás que se la carguen.
Mención especial: a Dave, el compañero del detective, jamás dejará de comer durante toda la película, pero además es sospechosamente parecido a un personaje de la actualidad culinaria española.