¿Cuántas veces hemos pensado en cómo se cruzan nuestras vidas, sin apenas darnos cuenta, a nuestras espaldas, y pasan historias quizás más increíbles que la nuestra, con las que compartimos tan sólo un instante en común? ¿Y en aquellos instantes en que, sin previo aviso, todo da un vuelco y se nos muestra el destino cara a cara, con todo su sarcasmo y frialdad? Instantes en que parece que te dijeran que todo lo que has hecho hasta entonces te ha llevado a merecerte esa miserable vida. Instantes en que te ves reflejado en los ojos de un perro y te das cuenta que has caído demasiado bajo como para tener compasión de ti mismo, y que todo te lleva a tu fin. ¿Nunca es tarde para intentar rectificar? ¿O para rehacer una vida? Sin embargo es distinto cuando hablamos de rectificar los sueños rotos, el amor…

Tres historias se mezclan en esta película. Historias de personas y perros, todas ellas girando alrededor del amor en sus distintos estados y entrecruzándose en la ciudad de México. Con la presencia de los animales somos capaces de ver lo que a las personas les sucede en su interior, al igual que ellos pueden verse reflejados en sus mascotas e intentar rectificar. Con este y otros recursos, es una película con un argumento logrado sobre la injusticia del destino y los sueños frustrados, y a la vez sobre el instinto de supervivencia del ser humano que le permite seguir viviendo cuando ya no le queda nada.