Yo diría que absolutamente todo de "La carta" me fascina: los cruces de miradas, lo que se dicen los personajes o lo que no se dicen verbalmente y expresan a través de sus ojos. La "Leslie" que construye Bette Davis en uno de sus más grandes papeles, esa mujer calculadora, que parece fría y despiadada pero que en el fondo no es más que una mujer locamente enamorada (literal), que aunque la vemos triunfar, no deja de arruinar su victoria a pesar de tener todo a su favor.

Técnicamente es una pasada como todas y cada una de las cintas de William Wyler, director de quien yo en lo personal aprecio más sus melodramas aparentemente sencillos pero que esconden una carga dramática a la que él sabe sacarles el máximo provecho. La fotografía es exquisita: ese detalle que no es casual, haciendo uso de las luces y de las sombras para que a través de la luna junto con las puertas y ventanas de ese escenario exótico, continuamente se refleje en la silueta de Bette Davis las típicas franjas negras de las ropas de los presidiarios. La presencia amenazante de la luna a la que constantemente la vista de Leslie se dirige, como sintiendo que la acecha y la juzga, y lo que ocurre cuando de pronto la luna desaparece ocultándose tras las nubes.
La relación que se entabla entre la protagonista y el abogado Howard (magnífico James Stephenson), de complicidad, pero también de mutua aversión debido a que muy a su pesar, se necesitan, ya que, ambos esconden secretos. Muy destacable el papel de Victor Sen Yung, como ese junior del despacho.

"Frivoliza sobre tus delitos, pero no sobre los míos..."

Una joya.