28 de mayo de 2009
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una sombra, un grito, un cuchillo, infinitos planos, una cortina que se desprende lentamente de la barra que la sostiene, haciendo saltar uno a uno los ganchos que la unen a ella... Una escena que (por mucho que suene a tópico manido, borreguero, y que no hace falta repetir una vez más) es la hostia.
Dicha escena es, en sí misma, una obra maestra metida dentro de otra gran obra maestra en la que Hitchcock juega con los nervios y la sensaciones del espectador, llevándolos al punto más extremo con la menor cantidad de recursos imaginable.
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