Una doctora, interpretada por la siempre eficaz Verónica Forque que no abandona sus tics y su manera de actuar de toda la vida, es la responsable de un centro sanitario de atención a pacientes con enfermedades de transmisión sexual y que será el eje de la trama del film.
La película empieza siendo una gozada y con un arranque genial, se presenta divertida, original y deliciosa, donde los líos de pareja y las infidelidades están resueltos con humor y una sal gorda que prometen una soberbia comedia.
Pero solo es un espejismo de 40 minutos, a menos de la mitad de la cinta, esta pierde fuelle, se va diluyendo y comienza a navegar a la deriva por culpa de un guión rebuscado y sin ideas dónde toda la inteligencia se ha gastado, evaporado y exprimido durante los primeros minutos.
Menos mal que el carisma inimitable de buena persona de Antonio Resines engrandece todas sus películas, aunque siempre arrastra su natural defecto de una sutil sobreactuación, por cierto, en la película también se llama Antonio.
Conclusión: Es como la gaseosa, mucho gas al principio y agua al final, le doy un 5 justo.