La película, con una magnífica fotografía y un notable Gosling, nos lleva a través del interior de una campaña política. La traición es la clave en esta película. El primer traicionado es el espectador, aunque sea el último en darse cuenta, pues sus expectativas acerca del candidato están en la misma posición que la de los votantes o el propio Steven (Gosling), pero poco a poco se dará una progresiva separación de esta impresión mientras las argucias políticas y traiciones hacen avanzar la película. Un mundo donde nada es lo que parece y "crecer" significa manipular sin ser manipulado, donde las personas no son más que piezas en un tablero de poder. Especial fuerza tienen las escenas en las que Steven se percata de esto, y tiene que inclinarse por hundirse en ese mundo o no. La posición que la película nos ofrece es la de un hombre a punto de cambiar, golpeándose de lleno con la realidad política que le rodea, y eso nos hace cambiar también a nosotros.

Quizá el único "pero" serio a esta película sea el hecho de que, en el tiempo en que vivimos, no aporta nada nuevo, salvo otra perspectiva bien narrada de lo que todos intuimos.