Alguna escena ha sido apropiada de forma impropia o no por películas como Juana la loca, de 2001, cuando Juana, al morir su madre, se tira en medio de una calle en la que llueve a cántaros; de ahí el verdadero mérito de esta obra “Washington Square” retratando a una joven manipulada por sus familiares que decide apostarlo todo por un gran amor.
El error que comete Morris es el de gritarle a Catherine en la cara eso de que "tú tenías la fortuna y yo la belleza, era un intercambio justo", haciendo patente su deseo, al final de la película tiene que tragarse sus palabras puesto que ya no es más aquel joven risueño y fresco que había cortejado a Catherine, sino que retorna a su lado, ajado, clamando por consuelo, vapuleado por los años y la vida, pidiendo algo que ha rechazado mientras se burlaba de lo que le ofrecía, en esa época sólo ansiaba dinero ahora que no es sólo dinero, sino también amor, ¿qué amor pide siendo él quién lo rechazó cuando le fue ofrecido? Baste esto para no rechazar como burros aquello que nos ofrecen de mil amores, puesto que no sabemos cuando podemos necesitarlo y de quién.
Me quedo con la escena del padre enfermo que espera el arrepentimiento de su hija, entre sorbo y sorbo de sopa, mientras ésta permanece impertérrita, sabedora de que no es amada por su progenitor, ya que...
Las feas no deben enamorarse de lo que sus padres han renunciado a ser...