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España España · Madrid
Voto de Pedro:
3
Comedia. Drama Medio-oeste americano, 1967. Larry Gopnik (Michael Stuhlbarg) es un profesor de física que ve cómo de la noche a la mañana su vida se derrumba. Es un hombre bueno, un marido fiel y afectuoso, un buen padre y un profesor serio, pero, de repente, todo en su vida empieza a ir mal. Su mujer lo abandona sin explicaciones, y el amante de ella lo convence para que deje su casa y se mude a un motel por el bien de los niños. Además, su carrera ... [+]
20 de febrero de 2010
30 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me han asegurado que él puede solucionar mi problema y aquí estoy. El lugar es solemne, lleno de cuadros de evocaciones a la Torá y el Antiguo Testamento, muebles de anticuario que me retrotraen a otro tiempo, unos manuscritos sobre la mesa con la estrella de David dibujada, y sentado tras ella casi oculto por un candelabro de siete brazos, veo al anciano de pobladas barbas blancas, tez con marcadas arrugas, nariz aguileña y mirada tan sabia como profunda.

- Shalom -me dice tendiendo su mano e indicándome con ella que tome asiento-.

- ¿Perdón?

- Digo que hola.

- ¡Ah! Hola.

- ¿Qué se te ofrece?

- Vengo de ver la última de los hermanos Coen y me ha producido desasosiego.

- ¿Cómo es eso? ¿Acaso no entendiste el mensaje?

- Pues, pues... No sé... Supongo... Pero precisamente por eso es que...

- A ver... ¿Acaso no asociaste ese prólogo cargado de ironía hacia la génesis judaica, con el posterior devenir sarcástico de los personajes y ese final apocalíptico? Como las propias Sagradas Escrituras tratadas con la causticidad de la realidad judía vista con ojos de sátira por los Coen. El pueblo maldito desde sus ancestros, el desarrollo de la vida gafada del protagonista abocado al fracaso, y el fatal destino llamando a la puerta sin remedio.

- Sí, sí... Si todo eso está muy bien y tal...

- ¿Entonces? La cruenta realidad que esconde esa visión cómica y trágica a la vez es lo que te causa desazón...

- No exactamente, rabino. Es que a pesar de todo me pasan dos cosas: me dormí y...

- ¡Te dormiste! -enojado-. Hombre, eso es imperdonable. Ante semejante peliculón, con varios premios de la crítica, consideración internacional, nominaciones a los Oscar... ¡A mejor película incluido! ¿Eres consciente de lo que me cuentas?

- Ya, ya... Si por eso es mi crisis existencial. Además es que... Lo segundo es que yo... yo...

- ¿Tú, qué? -impacientándose mientras mesa sus barbas-.

- Que a mí no me parece para tanto -respiro hondo-. ¡Uf!, ale, ya lo he dicho.

Se palpa la tensión en el ambiente, el aire se puede casi cortar a cuchillo, y tras un silencio que dolía me dice con voz rotunda: "Te vas a leer cien veces las críticas a la película de Jordi Costa, Roberto Piorno, Carlos Boyero, Tonio Alarcón y Antonio Weinrichter, y además las de Carlos Marañón y Nando Salvá las recitas cincuenta veces en voz alta y la copias otras cien."

Aquella sesión con el rabino fue inolvidable. Soy un hombre nuevo tras seguir su consejo. Ahora, cuando me preguntan mis amigos en reuniones cinéfilas puedo decir sin ruborizarme lo intenso que resulta este trabajo de Joel y Ethan Coen, su mezcla entre lo raro y lo excelso, su marca de inigualable factoría. Ahora no me siento espectador de segunda. Soy, por fin, un tipo serio.
Pedro
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