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España España · Madrid
Voto de Pedro:
8
Drama Nader (Peyman Moaadi) y Simin (Leila Hatami) son un matrimonio iraní con una hija. Simin quiere abandonar Irán en busca de una vida mejor, pero Nader desea quedarse para cuidar a su padre, que tiene Alzheimer. Ella le pide el divorcio y se muda a vivir con sus padres. Nader no tiene más remedio que contratar a una mujer que cuide a su padre. Una negligencia de la asistenta provoca un conflicto de grandes dimensiones. (FILMAFFINITY)
8 de octubre de 2011
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asghar Farhadi repite la rentable fórmula de "A propósito de Elly". Usa así una larga introducción dentro del costumbrismo social en el contexto del Irán contemporáneo. Y lo hace con cotidianidad, presentando el día a día del modo más normal y pausado... Hasta que llega al punto de inflexión, un suceso no estridente, pero que altera la normalidad de modo inesperado produciendo una bola de nieve en la que se van desvelando los interiores de los personajes, sus secretos, sus interacciones llevadas al límite, aumentando la tensión tanto entre protagonistas como espectadores a los que logra enganchar con esta atractiva narrativa y perfecto manejo del tempo cinematográfico que lleva del drama costumbrista al thriller pero sin abandonar nunca el primero.

Trabajada dirección de actores, probablemente acompañada de intenso estudio de personajes y muchos ensayos, con unos intérpretes que en su totalidad destacan por su absoluta naturalidad y realismo. Merecidos sin duda los reconocimientos en la Berlinale al reparto principal. Desde el protagonista Nader, hombre razonable azotado por las casuales circunstancias, o su intolerante antagonista Hodjat, hasta los cruciales roles femeninos de Razieh, Termeh y Simin; sobre todo las dos primeras, una como detonante de los sucesos y del potente desenlace, y la otra -la adolescente- como pivote central en el que se recarga la responsabilidad de las decisiones más importantes, incluida esa última con que termina la película dejando un sutil y acertado plano de sus padres en el pasillo de los juzgados mientras comienzan a salir los títulos.

Importante, como en el anterior trabajo del realizador, el hábil tratamiento del contexto social -relaciones entre hombres y mujeres y protagonismo de la religión- para entender mejor los comportamientos y cada una de las decisiones quizás algunas chocantes desde un punto de vista occidental. Y tal vez algo más descuidado el manejo de la cámara y la labor fotográfica, y más vertiginosos los cambios de plano, pero sin por ello dejar de ser técnicamente apropiado al hilo narrativo de un guión sin fisuras.

Cabe destacar cómo se construye la historia produciéndose acontecimientos donde no hay en última instancia malos ni buenos, sólo personas a las que gracias a un profundo desarrollo de personajes, el espectador logra perfectamente comprender en su modo de actuar. Unos actos que en cada caso han producido así involuntariamente efectos en principio inimaginables, algunos a su vez malos o buenos...

En recientes declaraciones, Farhadi reveló que la idea de este guión le atormentó una y otra vez mientras intentaba trabajar en una película que se iba a rodar en Berlín, hasta tal punto que le impedía concentrarse y tuvo que dejarlo todo para regresar a Irán y dedicarse de lleno a dar cuerpo a este actual filme: "Podría decirse que esta película nació en una cocina berlinesa".

¡Benditas sean las cocinas de Berlín, que aun a fuego lento terminan en ebullición!
Pedro
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