Lo que nos cuesta en muchos casos sacar lo que llevamos dentro. Compartir con los demás, en especial con gente cercana, nuestras opiniones, nuestros sentimientos, nuestros deseos, nuestras preocupaciones. Nuestro dolor. Lo que esto nos aliviaría si lo hiciésemos, ¿eh?

No me considero un seguidor del cine de Almodóvar. Más bien al contrario, solamente he visto (con este) siete filmes de él. Y Julieta, junto a la inmensa Hable con ella, ha sido la única obra que ha conseguido llegarme, emocionarme, removerme por dentro. Y ahora puedo decir en mayúsculas, o gritando, como prefiráis, que Almodóvar lo ha vuelto a hacer. Si en Hable con ella consiguió que la historia de una violación me pareciese un bello ejercicio de romanticismo, con Julieta ha logrado que algo tan cotidiano, como es la culpa y la falta de confianza para compartir el universo interior, se transforme en un ente complejo y omnipotente que encuadra a un conjunto de personajes y los hace mutar siempre en un dinamismo constante. Y es que son precisamente los protagonistas de esta historia, especialmente Julieta, los que terminan de redondear el trabajo.

No obstante, Julieta presenta un "inconveniente" que puede considerarse un arma de doble filo. La película no admite evasión en el espectador de ningún tipo y en ningún momento. Si no te sumerges de lleno en ella desde el minuto cero, no lo vuelvas a intentar, porque no lo vas a conseguir. El filme exije un ejercicio de participación en el espectador casi extremo. Pero si lo logras, la recompensa es inmensa. Vaya si es inmensa. Si no lo logras, sólo te transmitirá frialdad e indiferencia.

Poco más que añadir. Gracias, Almodóvar, por tu obra más madura hasta la fecha.