Una historia sencilla que pivota entre dos lados, por una parte tenemos la relación padre e hija, en la que está es el orgullo y la esperanza de la familia y debe corresponder el sacrificio de sus padres comenzando de cero y pasando por muchas penalidades continuando el negocio familiar, aunque nunca ha podido tener libertad para decidirlo, sino que era su destino dado, e incumplir sus obligaciones para ella supone fallarles, y por el otro una historia de amor entre contrarios, nunca mejor dicho.

En ciudad Elemento los personajes son elementos, de fuego, agua, viento y tierra (quizá estuviera también el vacío, pero no lo vi). Y utilizan las diferencias entre ambos como paralelismo con las razas humanas, no es difícil imaginar a los personajes de fuego como personas de Corea que deben abandonar su hogar para buscar una vida mejor para sus hijos, con sus propias tradiciones e idiosincrasias por ejemplo.

La animación en sí es realmente buena, creativa, y merece muchísimo la pena. Es una propuesta dirigida a todos, desde niños a adultos, y quizá no sea tan compleja o notable como otros proyectos de Pixar del pasado, pero las cosas que hace, las hace bien, es buena, y tiene un corazón con el que es fácil conectar.

Es entretenida, divertida, no faltan los buenos secundarios, grandes fotogramas, el arte para crear un mundo, y da la impresión de ser un proyecto personal para Peter Sohn, que escribe en colaboración la historia y dirige una película muy agradable de ver y la que más me ha gustado de él hasta el momento.