Hablo aquí de toda la serie en conjunto, con sus cuatro temporadas. Me ha parecido una excelente serie, con una historia poderosa, que mezcla constantemente la lucha y crueldad física, la persecución implacable de los propios objetivos movida por pasiones irresistibles, así como intensas relaciones de amor, amistad, compañerismo y lealtad; una serie un guión excelente que continuamente te sorprende con sus giros y con cómo se van entretejiendo los acontecimientos y las decisiones de los personajes, a menudo drásticas y contundentes, pero que casi siempre responden a una lógica coherente y creíble. Los personajes son carismáticos y vibrantes, los diálogos con contenido y calidad literaria, los actores maravillosamente elegidos para sus respectivos papeles. Toda la factura visual de la serie tiene una gran fuerza y garra, es audaz en su forma de usar la fotografía, la iluminación y la manipulación de las imágenes. Vista en conjunto, transmite una coherencia en la evolución de los personajes y de sus respectivas relaciones. Como serie, en general tiende al exceso, a pasarse de rosca un poco en todo, y en particular en determinadas escenas, algunas de las cuales parecen sacadas de una película de terror gore; pero diría que ello forma parte de su carácter único y de su encanto. En conjunto, es una serie de trazos vigorosos y contrastados. Lo único que ha perturbado mi disfrute es cómo se recrea en exceso en las espadas y mazas destrozando los cuerpos, los continuos chorros de abundante sangre, que constantemente han ido golpeando mi sensibilidad durante su visionado, y que, si los he soportado, ha sido por la abundante gratificación y recompensa que recibía de todo lo demás, del poderío de la historia, del guión, de los personajes, de los diálogos, de la factura visual. De hecho, la propia realidad histórica en que se basa la serie, ya es absolutamente fascinante. En resumen, una serie que destaca de forma sobresaliente, para personas amantes de las historias de irresistibles pasiones humanas que arrastran a las personas a las gestas más épicas como a la autodestrucción absoluta, así como de los sentimientos más elevados y humanos que conducen a los gestos más nobles de lealtad y autosacrificio. El espectador también tiene que tener el estómago para tolerar toda la carga de crueldad, cuerpos despedazados y continuos chorretones de sangre inundando la pantalla. Es el precio a pagar para gozar abundantemente de todo lo demás.